El día 19 de agosto del año 2014, el paquidermo cumplió años de nacido y se encontraba en un jardín decorado con todo tipo de globos, adornado con una pancarta enorme que tenía un dibujo y unas fotos de los mejores momentos tomados de la galería de Ulises, otros de las redes sociales y algunos de la cámara fotográfica de Ramsés en un collage.
—¡Oh, vaya...! ¡Esto es genial! —exclamó al ver toda la decoración correctamente ambientada con las cosas que más le gustaban.
—Y más genial se pondrá cuando veas la sorpresa que tengo preparada para ti, amor —dijo Ramsés para luego hacerle una seña a Margarita y que ella viniera con sus hijos.
Ulises no podía creer lo que vio cuando sus retoños estaban presentes en su fiesta de cumpleaños, acercándose paso a paso hacia él con mucha ternura. Su padre se sentía feliz y de sus ojos brotaban lágrimas de alegría pero lo más sorprendente era que los chicos no dudaron en abrazarlo fuertemente mientras gritaban de emoción.
—¡Papi! ¡Papi! ¡Te extrañamos mucho! —exclamaban alegres los pequeños cuando se encontraban entre los brazos de su enorme padre muy contentos tras el reencuentro.
—¡Mis retoños...! ¡Mis pequeños! Los amo, también los extrañé —dijo el paquidermo con su traje formal, dándole besos a cada uno de sus hijos al estar maravillado y conmovido por tal detalle— Este es el mejor día de mi vida, tengo a mis hermosos hijos a mi lado.
Margarita pudo constatar que Ramsés tenía razón y junto a él sonrió bastante cuando vio aquella escena, en la cual Ulises estaba dándoles todo el cariño que no había podido darles durante tres años a sus hijos, estando muy conmovida por todo.
—Creo que te debo una disculpa, Ulises —le dijo Margarita mientras con sus manos entrecruzadas se acercaba hacia el paquidermo— Perdón por haber alejado a los chicos de ti.
—Niños, por favor vayan a jugar un poco y ya les sigo abrazando. Papá y mamá tienen cosas de que hablar —dijo Ulises quien veía como los niños se iban a jugar— Lo que hiciste no estuvo bien, Margarita. Durante tres años pensé que todo había sido mi culpa por haberte confesado mi homosexualidad.
—Lo sé y te pido perdón por eso. Quizás me dejé llevar por lo que me habías dicho y no lo sume asimilar en el momento adecuado —decía ella mostrándose muy apenada tras lo sucedido anteriormente bajando la mirada.
—A veces uno debe ver el lado positivo de las cosas, Margarita. Pensaba que había sido la mejor decisión depositar mi confianza en ti para tal confesión pero quizás no había sido el mejor momento. Aun así todo no es malo porque gracias a la separación que tuvimos, soy muy feliz ahora con Ramsés —dijo Ulises mientras notaba como el tigre se divertía con los pequeños jugando fútbol como si fuera un chiquillo.
—Jaja, mira eso. Al gato grande le gustan los niños ¿Quién lo diría?—dijo Margarita durante el diálogo que mantenía con Ulises.
—Sí, jeje. Se ve que tiene buena espalda para llevarse bien con ellos. Oye, ¿te gustaría tomar asiento y platicar un poco más? —le preguntó el paquidermo cordialmente.
—Sería lo mejor. Es justo el momento para hablar un poco sobre ambos y no estaría nada mal. Sólo espérame un momento, deja hablo con Ramsés y estoy de vuelta —dijo el paquidermo para ir hacia donde se encontraba el felino y comentarle algo.
—Está bien, Uli. Te dejaré a solas con Margarita mientras juego con los niños un poco más lejos. Niños, nos vamos a jugar un poco más allá —dijo el tigre quien se iba con los niños unos metros más adelante para jugar con ellos.
—¡Sí, señor! —exclamaron ellos sonrientes disfrutando del momento recreativo.
Ulises tomó un par de bebidas frías de la mesa decorada y una de ellas se la ofreció a Margarita cuando se devolvió al respectivo lugar. Estando allí, suspiró un poco para que sus ideas fluyeran con mucha naturalidad.
—Cuéntame, Margarita. ¿Cómo has estado en este último tiempo? —le preguntaba Ulises dando un sorbo a su bebida.
—La verdad he estado bien. Trabajo en el mismo lugar en Moonwalks desde que me ascendieron a vicepresidenta, las cosas marchan como deben ser y mis superiores andan contentos por la forma como llevo a cabo el cargo que desempeño —le respondió ella mientras bebía también— ¿Y cómo has estado tú?
—Como verás ahora soy feliz al tener una nueva pareja a mi lado, especialmente con alguien que consiguió comprenderme como lo fue Ramsés —dijo el rinoceronte con orgullo.
—Me alegro porque encontraras a alguien que realmente te valorara, Ulises —decía la abada mirándolo.
—Perdón por la franqueza pero Ramsés me dio el apoyo y la confianza que nunca encontré en ti luego de haberte confesado mi homosexualidad.
La abada no dijo nada y bebió un largo trago de la soda que Ulises le había entregado. Aquel sorbo fue como si pasara un trago amargo que no le sentó para nada bien a Margarita e intentó ser recursiva ante aquel comentario.
—Bueno... no me culpes. Estaba confundida y cualquiera lo hubiese estado. Cualquiera puede equivocarse. Además, aquel no fue precisamente el momento adecuado para confesarme eso.
—¿Qué dices? Yo confiaba en ti y por eso fue que quise confesarte el que era homosexual. Sin embargo no pensé que fueras a tomar las cosas así.
—Ulises, entiéndeme y ponte en mi lugar. Provengo de una familia donde me han enseñado que la unión y el amor se deben dar solamente entre un hombre y una mujer. Se supone que los dos primeros en habitar el mundo fueron Adán y Eva, no Adán y Evaristo.
Ulises resoplaba con algo de molestia tras escuchar lo que le había comentado la abada. Sin embargo a pesar del incómodo comentario, tuvo valor para hacerle frente.
—Tu concepto está desvirtuado y puedes notarlo ahora. Los chicos se sienten felices con nosotros a pesar de que tú y yo no convivamos. Además, mira lo rápido que han encajado con Ramsés sin conocerlo en tan poco tiempo que tienen con él. El que seamos homosexuales no significa que seamos malos —decía el paquidermo bebiendo su soda.
—No diré que tienes razón, por eso consideré en que debía dar una oportunidad a pensar diferente sobre los homosexuales. Pensaba en que mis hijos podrían quedarse un par de semanas contigo y con tu nueva pareja. Espero no tengas inconvenientes con ellos y se lleven bien.
—¡Wow! ¿Lo dices enserio?
—Sí, lo digo muy enserio. Yo me iré porque realmente no puedo quedarme aquí por cuestiones de trabajo, vendré por ellos cuando el tiempo se cumpla.
—Está bien y te agradezco que me dejes con ellos durante estas semanas. Verás que ellos aquí se divertirán mucho con nosotros.
La abada terminó despidiéndose del rinoceronte y dejando a sus hijos en el tiempo acordado, despidiéndose de cada uno también y explicándoles los motivos por los cuales los dejaba con Ulises, manteniendo en secreto lo de su homosexualidad todavía para no crear controversias en sus mentalidades. Sus hijos no opusieron resistencia alguna y se quedaron pensando en lo divertido que sería compartir tiempo con su padre.
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Confesión [Furry Bara] [Terminada]
RomanceEsta historia trata sobre Ulises Moya de una manera en la que cada capítulo es una parte de su vida. Para el rinoceronte, nada había sido fácil desde la perspectiva de ser aceptado y respetado por su condición sexual. Desde el día que confesó su hom...