Capítulo XXVII

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Cuando Ulises y su pareja llegaron al hospital, Ernesto rugió inmediatamente para que los primeros auxilios fuesen prestados. Ramsés estaba sudado, balbuceaba incoherencias y su estado no era el mejor ya que de todos fue el que más había bebido.

—Ramsés... desearía saber qué es lo que te está pasando... —dijo Ulises poniendo sus manos en el pecho de su pareja mientras uno de los médicos de dirigía con él en una camilla hacia la Unidad de Cuidados Intensivos.

Estando allí, el tigre comenzó a convulsionar y a vomitar. Su presión arterial bajó bastante, estaba deshidratado y sudaba todavía. Además, presentaba dificultades para respirar por lo que uno de los médicos le pidió a Ulises que esperaba afuera mientras lo examinaban, pero el rinoceronte se negaba a separarse de su amado. El médico insistió y pidió que uno de los acompañantes estuviese con él, por lo que Ernesto abrazó a Ulises y lo llevó hacia el exterior en compañía de Susana.

—Estoy muy preocupado por Ramsés... —decía Ulises con tristeza, incertidumbre e impotencia por saber que le había sucedido al tigre.

—Ten fe en que todo va a estar bien, Uli. —le decía Susana mientras aconsejaba a Ulises e intentaba calmarlo un poco— Mira, por ahora lo que podemos hacer es dejar todo en manos de los médicos y que ellos nos den respuestas pronto sobre lo que le sucedió a tu pareja.

—Es inexplicable que él se haya puesto así, en la fiesta era uno de los que más animado estaba y de repente sucedió esto. Es muy extraño que con tanto que habíamos comido y bebido él se pusiese así, hasta me sorprendió la manera jovial como me trató. —dijo Ernesto.

—Así es él, Ernesto. —le comentó el paquidermo tras lo escuchado.

—Todos los organismos no son iguales. Quizás comió o bebió de más que algo le sentó mal. —comentó Susana.

—Yo comí bastante, no bebí mucho porque no suelo hacerlo. —les comentaba Ernesto mientras se sentaba en uno de los pisos de los lugares cercanos al hospital.

—Yo también, además de los dos a Ramsés es al que más le gusta beber. —comentó Ulises para sentarse al lado derecho del león.

—Yo bebí y comí poco, debía atender a los invitados con todo lo necesario pero no esperaba que esto ocurriera al terminar la fiesta. —dijo Susana mientras se sentaba con los demás y rascaba una de sus cejas.

En ese instante, Jaime llamó a Susana quien le contestó de inmediato.

¿Hola?

—Hola, Susana. ¿Cómo se encuentra Ramsés? —preguntaba la jirafa con mucha preocupación.

—Todavía no sabemos el parte médico. Uno de los doctores sacó a Ulises cuando lo ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos por la gravedad con la que se encontraba. —le respondió la nutria mientras miraba a Ulises.

—Ya veo. Llamaba para comentarte que mi hermano Lino vino por mi prima Verónica, por Selma y por mí para llevarnos hacia nuestras casas.

—Eso ya me tranquiliza un poco, ¿ya no queda ningún invitado?

—No queda nadie. Todos se han ido, incluso Oriano que permanecía en su oficina. —respondió la jirafa con certeza.

—Espero que descanses mucho, Jaime. Gracias por tu colaboración.

—No hay de qué. Para eso estamos los amigos, ahora me despido.

Descansa.

Susana colgó la llamada y Ulises la miraba tocando su hombro.

—Tú también deberías irte a descansar Susana. —le dijo el paquidermo a la nutria mientras ésta guardaba su teléfono— Te ves cansada.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora