Capítulo VIII

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Ambos hombres sentían que algo recorría sus cuerpos ya que había quedado evidenciado en ese apasionado beso que ambos se habían dado. Ulises no pensó en ningún momento que lo que tanto estaba esperando estuviera sucediendo. Ambos salieron del agua y se sentaron para poder conversar sobre lo sucedido a la orilla del río.

—Ramsés... espera un momento —dijo Ulises separando levemente el beso mirando previamente los ojos del sagaz felino.

—¿Qué sucede, Uli? ¿No te ha gustado el beso? Perdón si hice algo mal... —decía el felino bajando sus orejas.

—No, no es eso. Claro que me ha gustado. Pero es algo de no creer que esto me esté sucediendo. No he sido afortunado cuando a muchos les confesaba mi homosexualidad.

—Sabía yo que por eso actuabas un poco extraño la primera vez que te invité a salir —dijo el tigre recordando aquel momento y un poco más tranquilo.

—¿De verdad? ¡Cómo lo notaste! —exclamó el paquidermo sorprendido.

—Lo noté porque me di cuenta cuando miré tus atrayentes ojos grises y los vi dilatados. Desde ahí. caí en cuenta que algo no andaba bien y quise dejar que las cosas fluyeran por sí solas. No quería presionarte ni que tampoco te sintieras incómodo con lo que estaba sucediendo —le explicaba el felino de ojos verdosos.

—Se que sonará estúpido pero... honestamente sí estaba algo incómodo... además, te vi llorar y quería hacerte sentir mejor.

—Lo hiciste, Uli. Lo hiciste de una forma como nadie más lo hizo. A mí no me da pena decir a esta edad que tengo de que también soy homosexual. Y quería que lo supieras; tuve novias y por suerte no me comprometí con ninguna de ellas porque así tuve la oportunidad de volverte a ver y darme cuenta de que valió la pena esperar por el hombre indicado —sonreía el felino dulcemente acariciando el lomo del paquidermo.

Ulises se había quedado completamente sonrojado y sin palabras al haber escuchado lo que el felino le había dicho y luego de unos segundos puso en orden sus ideas para expresar lo que sentía durante aquel instante.

—Tus palabras son tan dulces, Ram. Realmente me alegra haberte vuelto a ver porque contigo me siento querido, amado, respetado. Siento que encontré a alguien en quien creer y confiar a pesar de todos los duros golpes que la vida me dio desde pequeño —dijo el paquidermo sintiendo una brisa fresca recorrer su cuerpo.

—Oye, si para ti no fue fácil para mí tampoco. Mis padres cuando se enteraron de que era homosexual me insultaron y me echaron de la casa, sin embargo sólo fue cuestión de hablar con ellos cuando se les pasara el enojo para que todo llegara a un término en tablas, del cual no tocamos el tema en nuestras reuniones familiares para evitar los insultos y los desacuerdos.

—¿Pero te aceptaron tal y como eres? —preguntó prudentemente el rinoceronte.

—Digamos que aunque me respetan, no comparten mi orientación sexual. Ellos esperaban de mí un hombre casado con su esposa e hijos, no esperaban que tuviera a alguien del mismo sexo como pareja o me casara con otro hombre —respondió el felino con franqueza— Sin embargo, aprovecharé para decirte algo que había querido confesarte hace meses —dijo Ramsés emocionado.

—¿Qué será eso? —preguntó el paquidermo mirando los ojos color esmeralda del felino.

—Ulises Moya Tamayo, ¿aceptarías ser mi novio a pesar de las críticas de la sociedad? —le preguntó Ramsés tomando su mano derecha y apoyado con su rodilla izquierda en el agua.

—¡Sí! ¡Sí acepto! Me haces tan feliz, Ram. Nunca nadie me había hecho tan feliz en la vida —exclamó el paquidermo con una emoción desbordada al escuchar las palabras de Ramsés que llegaron directo a su corazón.

Ulises se sentía plenamente feliz porque al fin había encontrado a alguien que lo aceptaba como era realmente y no era para menos, su mejor amigo durante su estadía en el ejército se había convertido ahora en su pareja. La vida para Ulises ahora tenía un rumbo distinto y encaminado hacia un horizonte claro en la búsqueda de su libertad de expresión ante aquellos que los juzgaban.

—Ram, yo he pensado solamente en mi vida que no me había dado cuenta de lo dura que también había sido la tuya.

—No te preocupes, Uli. Vidas diferentes, un mismo desafío. Si para ti no fue fácil vivir con tu homosexualidad cubierta, para mí menos. Desde que te vi por primera vez con aquel tropezón cuando nos volvimos a ver, sentí que tenía alguien en quien confiar.

—Lo mismo digo yo, aunque sentía miedo de confesarte mis sentimientos. Sí, muchos dirán que ya soy un rinoceronte de una edad madura y que puedo hacer lo que quiero pero aún vivo con el miedo a ser rechazado y juzgado como cuando cumplí 18 años; esa fue una de las razones por las que tuve que esconder mi homosexualidad en el batallón y perdón por no habértelo dicho años atrás.

—No te preocupes y conmigo no tengas ese temor, dulce rinoceronte blanco. Entiendo las causas por las cuales no querías que supieran que eras gay, la verdad es que no te voy a juzgar porque tanto tú como yo hemos encontrado la comprensión mutua que estábamos buscando. No sé cómo esta amistad tan cerrada se convirtió en amor, ni tampoco me interesa ahora buscar una explicación para esto, lo que me importa en este momento es estar contigo y nada más —dijo el tigre para luego volver a besar los labios del paquidermo.

Ulises esta vez sintió confianza y se dejó llevar por el nuevo beso de Ramsés, dejando que su lengua se moviera con la de él mientras acariciaba su espalda y disfrutaba del momento que ambos estaban viviendo. Sus corazones latían fuertemente y no sabían como demostrar la alegría que los invadía, por lo cual el beso se hizo más cerrado con una fuerza pasional entre el felino y el paquidermo.

—Se que sonará estúpido pero... ¿por qué no se dio una relación entre nosotros mientras estábamos en el ejército? —le preguntó el rinoceronte al separar el tan amoroso beso.

—Quizás por el tiempo de antes y la crianza que tuvimos. Nos hubieran discriminado bastante si se hubiesen enterado de que éramos homosexuales, hasta haber recibido burlas por parte de nuestros compañeros y superiores.

—Tienes razón, el tiempo de antes no era como el de ahora. Si eso hubiese pasado, no sería el contador que ahora soy.

—Tampoco sería el ingeniero que soy ahora, debido a que me tocó demostrar un  comportamiento recto durante mis estudios para convencer a mis padres de que sería un profesional a pesar de decirles que era gay.

—Confesaré además que a raíz de eso mi relación con mis padres no era muy buena. Por culpa de ellos perdí la confianza en mí mismo encerrando mis miedos...

—Sólo bastó un beso de mi parte para que esos miedos tuyos se disiparan... aunque admito que también tuve miedo...

—¿Miedo? ¿Tú? ¿En serio? —preguntó el paquidermo mientras alzaba una ceja.

—Obvio que sí, Uli —le respondió el felino— ¿A poco crees que es fácil besar a otro hombre? —le preguntó mientras miraba al rinoceronte fijamente.

—Ahora sí comprendo tu miedo... y no, no es fácil —decía Ulises desviando la vista avergonzado.

—Oye, no es para que te pongas así —le dijo Ramsés tomando suavemente su barbilla para plantarle otro beso en los labios— Pero ahora que lo hice, puedo hacerlo otra vez y las veces que quiera ya que siento que es delicioso jeje.

—Tonto —dijo Ulises sonrojado y a la vez sonriente— Sabes como hacerme sonreír con tus cosas.

En la medida en que ambos terminaron de sonreír, salieron del río al haber disfrutado de refrescar sus cuerpos y confesar lo que mutuamente sentían, recorriendo los mismos senderos por los que habían caminado esta vez agarrados de la mano comprometidos el uno al otro en un lazo de amor mutuo, fraterno y confiable.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora