Capítulo XIII

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Ulises y Ramsés se encontraban mirándose el uno al otro a la espera de dar el siguiente paso que sería de juntarse el uno al otro en un placer lujurioso pero ninguno se decidía. Ambos cuerpos se sentían en la excitación máxima y de una manera sutil, fue el felino quien tomó la iniciativa mientras jugaba un poco con la espuma de la tina, acariciando y apretando la nalga derecha del rinoceronte.

—Mmm... que atrevido —dijo Ulises mientras movía su corta cola y sonreía tras el apretón.

—Si yo no me atrevía, íbamos a pasar la noche viéndonos las caras sin hacer nada Uli —decía el tigre quien apretaba lujuriosamente la otra nalga del paquidermo.

—Tú esperabas esto desde hace mucho y ahora que descubres que esto me gusta, te aprovechas de la ocasión —dijo sonriente el rinoceronte ante la mirada lujuriosa del tigre quien lamía su cuello lascivamente— ¡Ufff...!

—Por la expresión que denotas puedo comprobar que esto te gusta, aunque quiero comprobar algo más—dijo Ramsés escuchando a Ulises, seguidamente introduciendo despacio su dedo índice derecho dentro del orificio anal del paquidermo, haciendo que éste emitiera unos sonoros y placenteros gemidos.

—¡Mmmhhh...! ¡Ohhh...! —exclamaba Ulises al sentir como Ramsés jugaba con su entrada y se acomodaba encima de él mientras sentía la espuma bajar por su espalda y sus piernas.

—Veamos si te gusta esto —dijo el tigre ensalivando dos de sus dedos para luego introducirlos despacio dentro del ano del rinoceronte quien estaba sintiendo tanto placer que lo demostraba en una dura erección que rozaba el abdomen del felino.

—¡Ohhh...! ¡Uhhh...! ¡Ram...! Que rico se siente esto... —decía el rinoceronte quien resoplaba excitadamente y se retorcía sobre el regazo del tigre, moviendo sus caderas e introduciendo más los dedos de su pareja.

—Mmm... no sólo eres bueno para bailar, también lo eres para mover ese cuerpo sensual mientras juego con tu entrada... —decía el tigre de manera intrépida atrevida y excitante para luego acercar su boca hacia los pezones del rinoceronte y morder cada uno de sus pezones.

Ulises gemía placenteramente tras el instante que estaba viviendo por como el hombre que él amaba lo estaba tocando, acariciando, lamiendo. Al cabo de unos minutos, Ulises bajaba la cabeza y notaba como su miembro lubricaba bastante.

—Ram... sabes jugar bien con mi trasero, es la primera vez que siento un placer tan delicioso e intenso sin la necesidad de tocarme. Mira como tienes mi cuerpo a tu merced y mi líbido rebosa —decía el paquidermo quien tomaba una de sus manos y la colocaba en el pene de Ramsés para luego acariciarlo, jugueteando con él en un placer mutuo y sincronizado.

—Mmm... eso es amor... acaricia mi duro y enorme miembro de tigre... —decía el gran felino con excitación, introduciendo más y más rápido ahora tres dedos ensalivados en el interior de Ulises quien bramaba placenteramente y sin control.

—¡Ramsés...! ¡Ohhh...! ¡Ahhh...! —exclamaba el paquidermo con su espalda encorvada hacia atrás, alocado por la lujuria que le representaba aquel tacto rectal que su amado le estaba produciendo —¡Ohhh..! ¡Me voy a...! ¡Ahhh...! —gritó con fuerza el rinoceronte hasta que eyaculó en el pecho de Ramsés todo aquel caliente semen producto de aquella satisfacción que sentía tras sentirse estimulado.

—¡Ulises! —exclamó Ramsés al sentir como el paquidermo había eyaculado entre los peludos pectorales del felino con una fuerza impresionante que lo excitó y lo llevó a que lo colocara contra uno de los rincones de la tina.

—¡Ramsés... que piensas... ¡Ahhh...! ¡Ohhh...! —exclamaba el paquidermo entre gemidos cuando el tigre separó sus nalgas e introdujo su lengua dentro de su ano, recorriéndolo en círculos y de arriba hacia abajo.

—Mmm... tú me pusiste así de caliente y ahora sentirás como te como todo —decía Ramsés apretando las nalgas de Ulises, olfateando sus redondas nalgas e introduciendo cada vez más aquella lengua que se tornaba viscosa con el pasar de los minutos.

Después de un rato, Ramsés estaba impregnando sus labios y su lengua con el sabor del trasero de su rinoceronte de una manera dominante, notando como Ulises encorvaba su espalda y con sus manos separaba aún más sus nalgas para que Ramsés lo lubricara con su cálida saliva.

—Mmm... Ulises... creo que ha llegado el momento que tanto hemos esperado —dijo el felino mientras detenía las lamidas.

—Yo estoy listo, Ramsés. Por favor hazme tuyo, tigre mío —dijo el rinoceronte quien se acomodó de la pared para luego sentir como Ramsés iba entrando despacio en su ano y gemir del placer que estaba sintiendo.

—¡Ufff... Ulises...! ¡Grrr...! ¡Me encantas! —exclamaba el tigre metiendo y sacando suavemente su duro miembro del interior cálido del paquidermo, dándole fuertes nalgadas en su blanco trasero y dejando sus manos pintadas en su piel.

—¡Ohhh... tan salvaje y dominante! Mmm... así me gusta que sea mi tigre —decía Ulises mientras movía su trasero hacia atrás y lo movía en círculos, apretando el miembro del felino lascivamente.

—Mmm... eso es mi amado... disfruta de como te hago mío, me encanta escuchar esos gemidos que haces —decía el tigre agarrando con más fuerza las caderas del rinoceronte al sentir como palpitaba su enorme miembro, lamiendo su cuello y dándole una leve mordida para luego proceder a embestirlo más.

—¡Ahhh...! ¡Ahhh... ! ¡Ramsés...! ¡Que rico! —exclamaba Ulises al sentir como era tomado con fuerza mientras se echaba más hacia atrás y sentir a su miembro chorrear el agua de la tina con su líquido preseminal.

—¡Ufff...! ¡Grita que soy tu macho, carajo! ¡Soy el macho que te ama! —exclamó el felino embistiendo con fuerza el trasero del rinoceronte tras apoyar sus grandes manos en sus deltoides y vertía su viscoso líquido preseminal en su interior.

—¡Eres mi macho, Ramsés...! ¡Ahhh...! ¡Joder... me vas a romper en dos! —gritaba Ulises en el clímax de la excitación, disfrutando de como Ramsés movía sus caderas tras las empotradas que le estaba dando.

—¡Grrr... Ulises...! —gruñó el tigre tirando de los cabellos del rinoceronte para luego embestirlo como si fuese una bestia endiablada, nalgueándolo duramente y forzándolo a recibir todo su miembro dentro de su interior de una sola estocada.

—¡Ahhh...! ¡Ahhh...! ¡Ahhh! ¡Me corro! —gemía el paquidermo tras ser tomado de tan salvaje manera y hasta eyacular sobre el agua espumosa de la tina, consecuencia de la frenética penetración que recibía con mucha fuerza y dominio.

—¡Grrr... también yo mi amor...! ¡Voy a llenarte de mis semillas! ¡Grrr...! —gruñó el tigre para acto seguido penetrar profundamente a su pareja, masajeando la próstata del rinoceronte y eyaculando mucho semen hasta el tope—¡Jodeeerrr...!

—¡Mi amor! ¡Ufff...! —exclamó el paquidermo al sentir como los chorros de semen de su hombre inundaban sus paredes anales, jadeando extenuados y sudados tras aquella faena.

—Ufff... mi rino... ha sido muy delicioso este momento... —dijo Ramsés con su respiración entrecortada, poco a poco saliendo de la entrada de Ulises para luego sentarse junto con él en una de las orillas de la tina.

—Sí que lo fue... estuviste maravilloso —decía el rinoceronte extenuado— He eyaculado dos veces sin la necesidad de tocarme —sonreía complacido el paquidermo metiendo un par de dedos en su entrada para luego saborearlos.

—Que sucio es mi rinoceronte —dijo sonriente el tigre al verlo.

—¿Qué? Si a los gatos les gusta la leche, ¿por qué a mí no me ha de gustar la tuya? 

Ramsés se sonrojó demasiado ante lo escuchado y dejó salir algunas risitas, lamiendo luego los labios de Ulises para plantarle un suave y dulce beso.

—Sí, sabe bien mi leche jeje —sonreía pícaramente el felino.

—Y eso que yo soy el sucio —dijo Ulises mirando fijamente a Ramsés.

—Jaja, quería probar.

—En un beso pasional, pudiste hacerlo.

—Y no me arrepiento, amor.

Al terminar de conversar, la feliz pareja enjuagó cada una de sus partes para remover los rastros de semen y sudor, yéndose a descansar tras aquel fantástico momento que ambos tuvieron, durmiendo abrazados entre almohadas acolchadas y acogedoras sábanas.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora