Capítulo XXI

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Después de aquel par de días compartiendo con sus hijos, Ulises se presentó en su trabajo como de costumbre. Esperaba que quizás su jefe le dijera algo durante aquel día y previamente sentía cierta preocupación por aquello pero nada sucedió.

—¿Cómo te fue hoy, amor? —le preguntó Ramsés mientras se encontraba sentado en el sofá viendo las noticias de la noche.

—Me fue bien, gracias por preguntar. —le respondió el paquidermo para luego colocar su portafolios en una de las sillas acolchadas de la sala, estirar sus brazos un poco y reclinarse para estirar sus piernas.

—¿Te dijo algo tu jefe por no presentarte antes de ayer y ayer? —le preguntó el tigre dirigiendo su mirada hacia el paquidermo esperando por su respuesta.

—No, no me dijo nada. De hecho, ahora que lo mencionas tampoco lo vi hoy. —le respondió Ulises mientras pensaba si lo había visto durante su jornada laboral.

—Yo creí que te haría algún memorando o algo, lo importante es que no te dijo nada y seguramente comprendió que una familia siempre es primero. —le comentó el tigre para luego besar los labios de su amado— ¿Quieres cenar algo? Preparé caldo de papas con huevo y cilantro, arroz con atún y un postre de arequipe. —dijo el tigre relamiéndose.

—¿Hiciste todo eso? —preguntó sorprendido el paquidermo.

—Obviamente. —respondió Ramsés levantando sus hombros— Y lo mejor fue que me quedó delicioso.

—No sabía que supieras cocinar tantas cosas. —dijo Ulises para dirigirse a la cocina y sentir que su estómago gruñía.

—Sí, desde hace años. Además, al tener tanto tiempo libre en casa puedo mantenerla limpia y ordenada, realizar los deberes y también cocinar algo rico para cuando vengas encuentres de comer. —le dijo el felino a su pareja.

—Realmente eres un tigre maravilloso, Ramsés. Tengo suerte de tenerte y a pesar de todas las cosas, estamos juntos. —dijo el rinoceronte abrazando a Ramsés por detrás.

Ramsés no dijo nada en el momento y cuando terminó de servir la comida, se dirigió a la mesa y se sentó con Ulises quien se dispuso a comer. Sin embargo, el rinoceronte se detuvo cuando observó que el tigre tenía la cabeza baja y se encontraba llorando en silencio.

—Ram... ¿qué es lo que tienes? —le preguntó Ulises preocupado por la manera como estaba.

—Perdón, Uli... no quería que esto sucediera. Es que recuerdo los momentos en los que trabajaba y me da nostalgia acordarme que no tengo trabajo. A veces pienso en no ser una carga para ti. —respondía el tigre mirando al paquidermo.

—No eres una carga para mí, Ramsés. Al contrario, quizás esto pasó para que la unión entre tú y yo fuera más fuerte y verás como todo mejorará más adelante. Lo que importa es que mantengas la fe intacta sobre las cosas y que nunca desistas, amor. —dijo el rinoceronte acariciando las orejas de su tigre y dándole caricias en su pecho de igual manera.

Ramsés sonrió, secó sus lágrimas y luego acariciaba las mejillas y la barbilla del rinoceronte tras sentirse mejor. Ulises se sonrojaba ante tales expresiones de afecto que sonrió de igual manera y le dio un fuerte abrazo al felino.

—Sigue comiendo tranquilamente, Uli. Ya me siento mucho mejor y gracias por tus palabras. —dijo el tigre tras sentir aquel abrazo y corresponder de igual manera.

—Sabes que me gusta verte feliz. —dijo el rinoceronte para luego seguir comiendo y disfrutar de cada sabor que recorría su paladar ante lo que el felino había hecho de cenar— Y comer lo que cocines porque esto sabe delicioso.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora