Capítulo VII

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Cada vez que podían y tenían espacios para encontrarse, Ulises y Ramsés salían a paseos con los amigos que habían hecho en Sunshine. Durante aquellos días de los meses de febrero y marzo estos dos amigos visitaban centros turísticos, salían a bailar y se veían en alguno que otro restaurante. Ulises había dejado de lado su soledad para centrarse ahora en los lugares a los cuales el tigre lo llevaba. Ya no se le veía triste y tenía alguien con quien compartir grandes momentos.

—Espero no haberte interrumpido con mi llamada, Uli. Veo que te vestiste como te dije y llegaste puntual —dijo Ramsés mirando su reloj para luego fijar su vista en el paquidermo mirándolo de pies a cabeza.

—No, para nada. Y sí, seguí las indicaciones que me diste por teléfono —dijo el rinoceronte quien llevaba una camiseta negra transparente que cubría sus enormes pectorales y pezones de color rosa, unos shorts amarillos además de una tula deportiva en la que llevaba frutas y agua— ¿A dónde iremos? —preguntó el paquidermo siguiendo al felino.

—Iremos al bosque, exploraremos un poco el entorno hasta llegar hacia donde se encuentra la cascada azul. Verás que la pasaremos muy bien, jeje —decía el tigre quien portaba una camiseta blanca con un short de color azul y zapatos deportivos de color aguamarina con una tula pequeña.

Los dos entraron al bosque mediante un sendero que de lado a lado estaba cubierto por helechos y árboles de eucalipto. Con cada paso que daban, alzaban la vista para observar los pájaros y las mariposas que se encontraban al adentrarse más con cada minuto que estaban juntos hasta que se detuvieron en cercanías de un pequeño riachuelo.

—Ven, Ulises. Quisiera mostrarte algo —le dijo el felino para tomar la mano del paquidermo, dejando ambas tulas cerca donde pudieran recogerlas después.

—¿Qué es, Ramsés? —preguntó el paquidermo con curiosidad sin dejar de seguir a su compañero quien ahora lo guiaba por un sendero de lavandas e hibiscos rojos.

—Mira esto —dijo el felino mientras el paquidermo bajaba la cabeza y podía observar como varios peces pequeños se veían coloridos bajo las cristalinas aguas del riachuelo mientras se iba sumergiendo.

—¡Caramba! Todo esto es muy hermoso. Y el agua es tan cálida —exclamó el rinoceronte maravillado con el panorama natural que estaba presenciando— No sabía que Sunshine tenía este bosque tan bonito y espléndido.

—Eso es para que te des cuenta de las maravillas que hay en esta región del país. Uli, quiero preguntarte algo —le comentó el felino al paquidermo sumergido también.

—¿Sí? ¿Qué sería? —preguntó Ulises curiosamente mientras acercaba su nariz a las flores de lavanda y tomaba algunos hibiscos que estaban a su alcance.

—¿Qué hacías antes de mi llamada? —le preguntó el felino sumergido aún más en el riachuelo mirando a los peces.

—De hecho, estaba sin nada que hacer en casa porque adelanté todos mis deberes en la oficina y sólo leía un libro llamado "La mariposa extinta". Además, me agrada tu compañía y por mí está bien que salgamos un poco, por eso fue que acepté venir en cuanto me llamaste.

—¿También te gusta leer "La mariposa extinta"? —preguntó sorprendido el felino— Ese es uno de mis libros favoritos.

—Sí, jaja. Me encanta ese libro. Usualmente me gusta leer libros relacionados con la fantasía, el amor, el suspenso, el romance y el misterio. La verdad es que ese libro me ha cautivado.

—A mí igual. Yo lo he leído hasta la página 84. —sonreía el tigre.

—Ya casi llego hasta allá. Yo he leído hasta la página 72.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora