Capítulo XIX

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Una semana después de que Ramsés y Ulises discutieron sobre la relación que sostenían y los factores asociados a ella, la distancia entre el uno y el otro era evidente. Ya no se decían palabras bonitas por teléfono, ni tampoco se encontraban en algún lugar para compartir los fines de semana. Al parecer, aquella época en la que ambos eran una feliz pareja iba llegando poco a poco a su final.

—No esperaba encontrarte por este lugar, Ramsés. —comentaba Ulises al salir del supermercado cargado con un par de bolsas con frutas, vegetales y algunos lácteos.

—Es un supermercado, ¿no lo crees? —le comentó fríamente el tigre al rinoceronte— Aquí todo el mundo viene a comprar.

—No es necesario que seas tan grosero, me queda claro que este es un supermercado. No puedo creer lo mucho que has cambiado desde la última vez que hablamos. —le comentó el rinoceronte al felino.

—¿Qué esperabas de alguien que no confía en ti? —decía el tigre con cierta seriedad.

—Eso mismo puedo decir de alguien que se acuesta con otros para sacar provecho de algo. Antes, me moría por no tenerte a mi lado pero ahora siento que sin ti me he dado cuenta de que debo ser fuerte y no parecer débil ante todo. —dijo el rinoceronte fríamente y con la mirada puesta en el felino.

—Tú ya sabes las razones por las que lo hice. 

—Pudiste haberme comentado todo antes, sabes. Tú también fuiste precipitado en acostarte con esa pantera sin decirme nada. Has puesto en riesgo absolutamente todo lo que concierne nuestra relación.

Ramsés se quedó callado por un momento y brevemente reflexionó sobre lo que el rinoceronte había dicho. Sin embargo, aunque pareciera que Ulises había dado en el clavo con la opinión que había expresado, el tigre no daba su brazo a torcer tan fácilmente.

—Tú harías lo que fuera por uno de tus hijos, ¿no?

—Por uno de mis hijos, sí lo haría siempre y cuando fuese la única alternativa que pudiera. Por uno de mis hermanos, depende como me haya tratado. O dime una cosa, ¿a ti te hubiese gustado que te fuese puesto los cuernos con mi jefe?

—¡Obvio no! —exclamó en el acto el felino— Eso hubiese sido una cobardía.

—¡Ja! ¿Era cobardía el que yo hiciera eso pero no fue cobardía el que te metieras con Oriano en la que era nuestra cama? ¡Por favor! —exclamaba el paquidermo con ironía— Y no me salgas con la excusa de que era por tu hermana porque no me voy a comer ese cuento, no es nuevo el que te hayas revolcado con él en el pasado como una puta golfa.

Ramsés tuvo rabia ante aquellas últimas palabras que el paquidermo había dicho e intentó darle un manotazo al rostro. Sin embargo, Ulises lo detuvo y le miró con rabia al observar las intenciones que el felino tenía.

—¡No te atrevas a pegarme si no quieres salir lastimado! —dijo apretando su mano con fuerza y retorciéndola hacia atrás.

—Por favor para... me estás lastimando... ¡Aghhh! —exclamaba el tigre de dolor para luego ser soltado por el rinoceronte.

—Eso es para dejar claro que yo no me dejo golpear de nadie. Es increíble hasta donde hemos llegado, Ramsés —le comentaba el paquidermo mirando al felino. 

—No quise hacerlo... pero tus palabras son muy hirientes y sé que tenía historial con Oriano pero entiende de que era algo que debía hacer... —dijo el tigre sobando su mano. 

—No somos niños, Ramsés. Tú mismo sabes que esa es la manera como digo las cosas y aunque no has querido aceptarlo, tú tienes la culpa de todo esto.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora