Epílogo

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Cuando las autoridades y una ambulancia llegaron al lugar donde Oriano residía, los médicos se lo llevaron para el centro asistencial más cercano, mientras que Ulises, Ramsés y Susana se quedaron con las autoridades para esclarecer los hechos que se habían dado en aquel lugar. Después de algunas semanas, Ulises fue absuelto de toda culpa, bajo el argumento de que todo había ocurrido en defensa propia y quince días después Oriano murió a causa de la herida recibida por la bala que impactó en su estómago.

—Perdón por todo lo sucedido Jacobo. Perdóname, por favor. —decía el rinoceronte intentando ser fuerte ante aquel triste momento.

—Ulises, no tengo nada que perdonarte. —le comentaba Jacobo al paquidermo quien se sentía culpable por la muerte de su hermano— Me duele perder a mi hermano... pero la necedad lo llevó a su fin...varias veces le había comentado que dejara de estar obsesionado con tu pareja pero nunca me hizo caso...

—Me siento culpable por la muerte de Oriano...no pensé que esto acabara así... —decía el rinoceronte recubierto por los brazos de su pareja mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.

—No seas tan duro contigo mismo, Uli. Tú no tienes la culpa por todo lo que ha pasado, fue el destino que Oriano eligió y lamentablemente perdió la vida. —dijo Ramsés intentando animarlo— Lo que mal inicia, mal acaba.

—Sé que no me llevaba bien con él, amor...sin embargo no quería que esto pasara...—dijo Ulises en un suspiro largo y pesado.

En aquel momento, hubo algo que sorprendió a los presentes cuando el león albino de melena tan blanca como la nieve se acercó hacia ellos con una foto y una rosa de color azul. Jacobo y Ramsés se miraban sorprendidos junto como todos los demás asistentes al funeral de Oriano.

—¿Y esta foto para qué la traes, Ernesto? ¿Por qué traes esa rosa además? —le preguntó Ulises al verlo.

—A pesar de todo lo que era Oriano, nunca me atreví a conocerlo mejor...ni siquiera me atreví a decir que estaba enamorado de él...—dijo el león albino dejando a todos atónitos— Nunca le confesé lo que sentía...nunca hice tal cosa...

—¿Pero...qué acaso no habías dicho que te gustaban las chicas? —preguntó Susana alzando su vista hacia el león.

—Sí...pero eso no fue hasta que lo conocí en la piscina cuando Ulises lo lanzó. De repente, cada vez que lo veía...sentía cosas por él pero...no estaba seguro de qué era...quizás es fácil para ustedes decir lo que sienten porque están acostumbrados...pero para mí no lo fue...y ahora que tenía la valentía de hacerlo...Oriano ya no está...—dijo Ernesto colocando la rosa y la foto de Oriano cerca de su ataúd.

Ulises por un momento sintió como si el tiempo retrocediera hasta la fecha de su cumpleaños en la cual confesó su homosexualidad. Él sentía como tras haber confesado aquello, su vida cambió totalmente a partir de ese momento y su mente se fue llenando de aquellos recuerdos en aquel instante. 

—Entiendo por lo que pasas ahora, Ernesto. Créeme que confesar las cosas antes de tiempo puede cambiar la vida de las personas...aunque desafortunadamente la de Oriano ya sabemos el destino que le deparó...

—La vida es cruel...muy cruel...me enteré tarde de su fallecimiento tras encontrarme fuera de la ciudad...pero al menos quise verlo por última vez...antes...de...antes de que...—dijo el león albino sin poder terminar sus palabras abrazando al rinoceronte fuertemente, echándose a llorar porque la vida le había quitado al chico que amaba.

Todos hicieron un largo silencio ante tan inesperada confesión y bajaron sus cabezas lamentando todo lo sucedido. Ulises y Ramsés acariciaron el hombro de su amigo Ernesto quien sentía su interior destrozado ante aquello, sintiendo que ya no tenía sentido decir tarde lo que en su corazón guardaba en secreto cuando ya Oriano yacía sin vida, alzando la tapa de su ataúd y acariciando el marco del mismo para darle a la pantera su última despedida. 

FIN

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora