Capítulo XVI

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Transcurridos ya los últimos días que les faltaba a cada uno en sus respectivos trabajos, nuevamente ambos se encontraban en casa. El día 12 de octubre, Ulises había llegado primero que su pareja por lo cual decidió adecuarla tras limpiar un poco y organizar para cuando Ramsés llegara un par de días después. Si bien el paquidermo había ordenado el departamento para recibir a su marido al llegar, quiso que la cena fuera algo especial para él también.

—Todo se ve tan limpio y ordenado —dijo Ramsés al llegar y olfatear un rico estofado de papas con albóndigas acompañado de arroz blanco— Mmm... y huele delicioso.

—¿Te gusta lo que olfateas, amor? —le preguntó el paquidermo quien solo tenía su mandil blanco de chef  y su gorro, cocinando desnudo y mostrando a la vista un peludo, grande, masculino y redondo trasero tras notar la presencia en casa del felino, girando su cabeza hacia atrás para voltear a verlo.

—Sí. —respondió el felino acompañando su respuesta con una sonrisa por lo que veía además de la comida— Sabes que el estofado de papa es mi platillo favorito.

—Pensé que tu platillo favorito era la comida tailandesa —dijo Ulises volteando a ver nuevamente el estofado vigilando de que no se le fuese a quemar.

—Bueno, sí...

—O las cocadas —interrumpió el paquidermo con una risita.

—También me gustan...

—O...

—Ya, ya jaja. Tengo muchos platillos favoritos, amor —dijo el tigre rascándose la cabeza— Aunque tendré que añadir ahora otro plato en mi menú.

—Solo bromeaba, se que el favorito tuyo es el estofado de papa y sé cuanto te gusta comer, jeje. ¿Y qué plato sería ese?

—Trasero de rinoceronte sudado —respondió Ramsés agarrando con fuerza el trasero de Ulises quien saltó y se sonrojó por completo tras sentir sus grandes manos en su paste posterior, allí donde la espalda pierde su nombre.

—¡Ram! —exclamó el paquidermo con su cara ruborizada y apagando tanto el estofado como el arroz cuando ya estaba listo.

Ramsés miraba a Ulises de una manera indescriptible debido a la forma como él sacaba sus garras y sus fauces babeaban. Su respiración se agitaba y veía como la expresión del paquidermo lo emocionaba más

—Ulises... acompañaré mi estofado con un poco de carne de rinoceronte... ¿Y dónde encuentro uno? —preguntó el tigre mientras lentamente se acercaba hacia el rinoceronte serpenteando su cola.

—¡Ramsés...! ¡Ramsés no me comas! ¡No... ese no eres tú! —exclamaba el rinoceronte dando pasos hacia atrás ante la mirada del felino hasta quedar arrinconado en una de las cuatro esquinas de la cocina— P-Por favor... no me comas...

—No me dejas opción... te ves muy rico... apetecible, delicioso... —dijo el tigre mordiendo su labio inferior para acto seguido agarrar el trasero de su pareja, echarlo hacia adelante de su rosto y comenzar a lamer aquel punto sensible con mucha excitación tras haberse arrodillado.

—¡Ahhh...! ¡R-Ram! —exclamaba jadeante  tras sentir como el felino lamía su ano, expresando aquella sensación con una erección que abultaba y manchaba de líquido preseminal el mandil que el paquidermo usaba.

—Mmm... dos semanas sin poder disfrutar de los íntimos momentos con mi pareja son como cien años sin estar con ella —dijo Ramsés rozando su peluda barba en el orificio anal de Ulises, lamiendo en círculos aquel lugar y salivando más de lo debido.

—Se siente muy bien... esto que haces... ¡Ufff...! —decía Ulises separando con sus grandes manos su trasero para permitir que el tigre explorara más su interior, cosa que era comprendida cuando Ramsés lo nalgueó y lo lamío más a fondo, metiendo un dedo dentro del rinoceronte además.

—Es es... gime y muerde tus labios de gusto, querido mío... será delicioso poder reencontrarnos nuevamente tu ano y mi miembro —dijo el tigre dejando de lamer la entrada del paquidermo para desvestirse por completo en la cocina y teniendo su miembro ya duro, viscoso y palpitante, penetró con fuerza desmedida el interior del rinoceronte.

—¡Ahhh...! ¡Ahhh...! ¡Ahhh...! ¡Ese es mi macho! —gritó Ulises con mucho placer tras sentir las profundas y excitantes embestidas que Ramsés le estaba provocando, mientras se aferraba de la pared y encorvaba su espalda hacia atrás— Te amo, Ramsés... ¡Te amo! 

—Grrr... Uli, yo te amo más, te amo mucho más —dijo el tigre con pasión para atrapar su boca con la boca del paquidermo, enrollando sus lenguas en un beso pasional para que luego el tigre bajara las manos hacia los pectorales del rinoceronte y pellizcara sus pezones con fuerza.

—¡Mmmggghhh...! —era lo que podía decir Ulises tras sentirse atrapado y arrinconado por su pareja, llenando los azulejos del piso con sus fluidos a la vez que sentía a su bestia pasional dominando todos sus sentidos, salivando también durante aquel beso.

¡Rawr...! ¡No sabes como te deseo! —dijo el tigre colocando ahora sus manos en los hombros del paquidermo, suspirando de placer y sudando tras el calor que había en la cocina y consumado en el placer de sus cuerpos que se consumaban el uno al otro. El tigre, que deseosamente movía más su pelvis para dejarse llevar, con dominio y frenesí por el momento se sentía posesivo.

—¡Ufff...! ¡Ram!... Eso es... eso es... amor... demuestra tu domino como buen predador a tu presa —decía Ulises sumiso ante el dominio del felino, con su corta cola en baja posición al igual que sus orejas, sintiendo de las estocadas del rayado.

Los dos estaban disfrutando de su encuentro no solo presencial sino también sexual y compenetrados en un vaivén de sensaciones placenteras, jadeaban deseosos confirmando así el amor que se tenían el uno al otro. 

—¡Ohhh...! ¡Ramsés... amor...! No aguanto más... ¡Ahhh...! —dijo el rinoceronte quien se masturbaba en posición de perrito, arrodillado en los azulejos que fueron manchados con su semen.

—¡Grrr... ahí te va mi cálido cariño, mi Uli! ¡Te amo con todas mis fuerzas...! ¡Grrr... Aprisiona bien mi semen dentro tuyo! —gritó el tigre sintiendo como su corazón y sus músculos se ponían tensos tras alcanzar el clímax del placer y eyacular exorbitantemente en el interior del rinoceronte.

—¡Ufff...! ¡Carajo...! —exclamó Ulises tras ser inundado por el viscoso fluido y jadeaba demasiado, con sus músculos sudados y complacido por el caliente momento que había tenido, después de haber extrañado a su amado felino.

—Es delicioso hacer el amor después de un par de semanas de no vernos —dijo el felino sacando con cuidado su miembro del interior del paquidermo, acariciando con ternura su barbilla y luego dándole un suave beso en sus labios.

—Concuerdo contigo, Ram. Extrañaba tu manera de hacer el amor, tu ternura, tu cuerpo, tu calor. No sabes cuanta falta me hizo todo esto aunque fueron un par de semanas —dijo el rinoceronte tomando un par de toallas limpias para limpiar su trasero y las manchas de semen dejadas en el piso.

Ramsés le daba una nalgada a Ulises tras ver como limpiaba y sonreía pícaramente. Sin embargo el cansancio y el hambre lo invadieron de repente cuando su estómago comenzó a rugir.

—Ese sonido me recuerda que no te he servido el estofado y el arroz —dijo Ulises terminando de limpiar el "desastre" que habían hecho, lavando sus manos con agua y jabón para luego secarlas, sacar los platillos y los cubiertos para servir la comida para ambos— Buen apetito, amor.

—Muchas gracias —le comentó el tigre quien tomaba un tenedor y daba el primer bocado, masticando y probando delicadamente la papa que consumió, maravillado por el sabor en su paladar y papilas gustativas— ¡Mmmhhh...! Tan rico como siempre, extrañé el sabor de tus comidas.

—Y yo extrañé cocinar para ti, Ram —dijo Ulises comiendo su respectivo plato mientras observaba a su pareja disfrutar de la cena.

Después de un rato tras haber reposado la comida, la feliz pareja fue hacia la ducha para frotar sus cuerpos con agua y jabón, quitando todos aquellos rastros de semen y sudor que los habían empapado a cada uno. Al terminar, mancharon hacia su habitación para dormir abrazados y muy apegados, con Ramsés poniendo la cabeza de Ulises entre sus pectorales para que éste escuchara los latidos de su corazón.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora