Cuando la noche de aquel día llegó, Ulises comenzó a preocuparse porque Ramsés no estaba en casa y al llegar de trabajar no recibía aquellas atenciones a la que su pareja lo tenía acostumbrado muchas veces. El rinoceronte decidió llamar a su teléfono celular pero no había respuesta alguna.
—Esto es muy extraño...—pensaba el paquidermo quien con el paso de las horas se preocupaba más por su pareja, por lo que decidió esperar algunos minutos más por si acaso el tigre estaba haciendo alguna diligencia.
Cuando transcurrieron más de dos horas y Ulises no recibía ninguna respuesta a sus constantes llamadas, decidió salir y frecuentar los sitios a los cuales Ramsés iba pero en ninguno le daban información sobre él en alguno de ellos durante aquel día. La preocupación del rinoceronte se terminó de redondear cuando al hacer otra llamada el celular del tigre se iba directo al buzón de mensajes por lo cual se alertó de que algo le había pasado.
—Temo que le haya pasado algo, Susana. —dijo el paquidermo tras haber llamado a su amiga y contarle lo sucedido.
—No tengas miedo, a lo mejor debe estar con un amigo. —dijo ella al inferir el paradero del gran felino.
—Ramsés por lo general no tarda tanto tiempo cuando visita a sus amigos. Tengo mucho miedo de que le haya sucedido algo. —decía Ulises con preocupación presagiando lo peor.
—Lo primero que debemos hacer es calmarnos y tratar de pensar dónde puede estar. ¿Por qué no mejor salimos y lo buscamos? —sugirió Susana.
—Es una buena idea, el problema es...¿dónde? —preguntó con dudas el paquidermo.
—Vayamos a los lugares donde tengas idea de dónde puede estar. —respondió Susana mientra se dirigía hacia la puerta.
Ulises y Susana salieron en busca de Ramsés por aquellos sitios que en los cuáles el paquidermo solía estar con el tigre. Sin embargo, duraron caminando durante casi hora y media y nadie daba algún indicio del paradero de Ramsés, hasta que tuvo una idea de como encontrarlo al utilizar una aplicación en su celular que se sincronizaba con el de su pareja y encontró las coordenadas exactas del sitio donde podía estar.
—¡Sé dónde está Ramsés! ¡Vamos rápido Susana! —gritó el paquidermo corriendo con su amiga dirigiéndose hacia el posible lugar donde Ramsés podía estar.
Por otro lado, el tigre despertaba poco a poco del somnífero que Oriano le había inyectado e intentó ponerse en pie pero se encontraba atado, amordazado y en un lugar muy extraño. Ramsés sentía un gran dolor de cabeza y notaba que no podía hacer nada.
—Vaya, ¡hasta que por fin despiertas! —exclamó Oriano al observar a Ramsés, estando semidesnudo y comiendo una manzana.
El tigre giraba su mirada alrededor de aquel lugar y quería decir algunas palabras pero la mordaza no lo dejaba. Oriano se la quitó por un momento y Ramsés le mandó un gran escupitajo.
—¡Eres un hijo de puta, maldita sea! ¿Por qué estás tan obsesionado conmigo? ¿Qué demonios quieres? —exclamaba y preguntaba el gran felino encolerizado.
—Ram, Ram, Ram. ¿Qué acaso no lo entiendes? —dijo sonriente Oriano— Yo te quiero a ti, sin embargo prefieres estar con el estúpido de Ulises. Yo quiero que vivamos aquellos momentos sexuales que tuvimos antes, cuando éramos jóvenes...esos momentos que nunca olvidaremos...
—¡Esos momentos los olvidé hace rato! —gritó el tigre con rabia— Éramos chicos cuando eso, estábamos describiendo el mundo apenas. ¿Por qué te empeñas en vivir del pasado? Entiende que ahora encontré un hombre que me ama.
A Oriano le dio tanta ira escuchar aquello que Ramsés dijo, mándandole una bofetada y lo tomó de su camisa para alzarlo con fuerza. La pantera estaba fuera de sí, su envidia y sus celos lo tenían al borde de la locura extrema.
—¡Yo soy quien realmente te ama, no seas imbécil! ¿Qué le viste a ese maldito rinoceronte que no me viste a mí? —decía alterado mientras lo sacudía.
—A él le vi amor, comprensión, cariño. A ti te falta mucho para ser como él y aunque la vida me cueste, yo no dejaré de amarlo. —respondió Ramsés con puntualidad en sus palabras.
—¡Grrr...maldito! ¡Cállate! —gritó la pantera furiosa quien se abalanzó contra el tigre para darle puños y arañazos en su rostro.
No obstante, Ulises rápidamente llegó hacia aquel lugar con Susana y tomando de los brazos a Oriano alcanzó a separarlo de Ramsés para luego tomar su cabeza y darle golpes en su rostro, sosteniendo su cuello y teniéndolo sujetado bajo su brazo. Sin perder tiempo, Susana tomó unas tijeras que llevaba en su bolso y liberó a Ramsés.
—Eres un desgraciado, te metiste con el hombre que amo. ¡Esto que hiciste lo pagarás muy caro! —exclamó Ulises mientras seguía golpeando a Oriano.
—Grrr...entiende que él me ama a mí. ¡Él es mío, es mío! —exclamaba Oriano con rabia sangrando por su frente y su pómulo izquierdo tras los golpes propinados por Ulises.
Ramsés al observar la situación intentó separar a ambos hombres, poniéndose en medio y empujando a cada uno hacia una esquina hasta que lo consiguió.
—¡Eres un maldito desgraciado, Oriano! ¿Cómo te atreves a amarrar a mi pareja y a tenerla aquí contigo por la fuerza? —le recriminaba el paquidermo a Ulises.
—¡Cierra la boca!...yo lucho por lo que es mío y el corazón, el amor y el cuerpo de Ramsés me pertenecen...y si no lo tengo, tú tampoco lo tendrás. —respondió la pantera muy encolerizada para luego sacar un arma debajo de su almohada ante la sorpresa de todos.
—¡Baja esa arma, Oriano! ¿Estás loco? ¡Podrías herir a alguien! —exclamó Susana tras ver aquella acción temiendo lo peor.
—¡Tú cállate! Nada puedes decir estando a favor de esos desgraciados. Ahora sí sienten miedo...¿no es verdad....? ¿Ahora sí temen por sus miserables vidas?...—sonreía la pantera de manera psicótica apuntando hacia el tigre— ¡Prepárate Ramsés porque conmigo te quería dejar vivo, pero si no es así es mejor que te mueras!
—¡No! —dijo Ulises abalanzándose sobre él para forcejear y quitarle el arma— Ya has hecho muchas idioteces en el pasado y ahora, madura ya cabrón de mierda.
—¡El amor de Ramsés es mío, ya te dije...! ¡Yo lo amo! ¿Qué no entiendes? —decía la pantera quien no soltaba la pistola y la tenía entre sus manos.
—Olvida a Ramsés, consigue a alguien más y sé feliz. Déjalo, déjalo ya y no lo molestes más. ¡Dame esa arma antes de que cometas otra estupidez como siempre lo haces! —decía el paquidermo sin soltar el agarre.
—¡No, suéltame estúpido rinoceronte de mierda! —gritaba la pantera sin parar de forcejear.
—¡Paren, paren por favor! ¡Se harán daño! —exclamaba Ramsés ante la pelea que ambos tenían hasta que un disparo sonó.
Las vistas de Ramsés, Ulises, Susana y Oriano se vieron sorprendidas ante lo que ocurrió. La pantera en el forcejeo con el rinoceronte había tirado del gatillo de la pistola y la accionó de manera accidental, lo que produjo un disparo certero a la boca de su estómago, haciendo que se desplomara y cayera al suelo. El forcejeo se detuvo ante lo que pasó y muy pronto la policía llegó hasta el lugar de lo sucedido para esclarecer los hechos.
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Confesión [Furry Bara] [Terminada]
RomanceEsta historia trata sobre Ulises Moya de una manera en la que cada capítulo es una parte de su vida. Para el rinoceronte, nada había sido fácil desde la perspectiva de ser aceptado y respetado por su condición sexual. Desde el día que confesó su hom...