Cuando Ramsés estaba a pocas cuadras de su casa, observó otro almacén de ropa al cual entró y compró algunos paquetes. Al retomar el camino a casa, Ulises se dio cuenta a lo lejos de su llegada tras encontrarse afuera. Con un paquete de rosquillas con sabor a queso y una soda de manzana, el paquidermo estaba esperándolo debido al haber dejado las llaves adentro cuando salió a comprar aquellos productos y observando los paquetes que el tigre traía consigo.
—Deberías ser más precavido. —le aconsejó Ramsés cuando dejó los paquetes a un costado de la entrada, giró la llave en la cerradura y empujó un poco la puerta hacia adelante para que abriera.
—Lo sé, es sólo que no tuve en cuenta el que la puerta se cerraría de golpe dejándome afuera. —comentó Ulises sintiéndose apenado.
—Lo bueno es que siempre llego conmigo las llaves de la casa. ¿Qué sería de ti sin mí? —preguntó Ramsés con jocosidad.
—Tampoco te alabes, jaja. —sonrió el paquidermo notando los paquetes que el tigre tomaba y llevaba en sus manos— ¿Qué compraste? —preguntó curiosamente Ulises.
—Unos pantalones deportivos, un par de camisas sin mangas para que resalten mis brazos y también te traje esto. —dijo el tigre mostrándole al rinoceronte una camiseta deportiva de su equipo de fútbol favorito.
—Ram... no puede ser... ¿cómo la conseguiste? —preguntó el rinoceronte feliz con su regalo como si fuese un niño en Navidad.
—Con la magia del dinero todo se puede. —respondió el tigre entre risillas.
—Ya enserio dime. —dijo Ulises mirándolo con seriedad.
—Aproveché que había una oferta del 70% de descuento en ropa deportiva y como sé que eres seguidor del Simus Cottoni por eso quise traerla. Y eso no es todo, mira también lo que traje para ti. —dijo mostrándole una pantaloneta y zapatos deportivos con el escudo del equipo.
—Ramsés... de verdad que no debiste...
—Tenía que hacerlo amor. Creo que esto es lo menos que puedo hacer después de todas las cosas buenas que tú haces por mí.
—Sabes que no es cierto, también haces cosas lindas por mí como cuando cocinas rico.
—Cuando el tiempo da para eso, se puede hacer. Ahora lo único que importa es que quiero hacerte feliz y esta es una buena manera para hacerlo. —dijo el tigre para luego besar los labios del paquidermo y entrar juntos a la casa.
Entretanto Oriano caminaba de vuelta a su departamento y estaba furioso porque Ramsés ya no se fijaba en él. A pesar de eso, mantenía su promesa de tenerlo a su lado costara lo que costara.
—¿Por qué Ramsés ya no siente la misma atracción que sentía hacia mí como antes? —le preguntaba la pantera a su hermano Jacobo, quien había ido a visitarlo el fin de semana.
—Oriano deja de repetir siempre la misma estúpida pregunta. —le respondía su hermano al sentirse cansado de escucharlo—No entiendo por qué me preguntas eso una y otra vez si ya sabes que Ramsés está comprometido.
—Estoy seguro de que ese rinoceronte desgraciado no lo ama. Si no fuera porque él se atravesó en nuestro camino, estoy seguro de que Ramsés sería mío. —le dijo Oriano dándole un puñetazo a la mesa de la sala de estar.
—Oriano, no sé qué tienes en contra de Ulises que es una magnífica persona. Ramsés me habla muy bonito sobre él y además es tu jefe, deberías tenerle un poco más de respeto. —le comentaba su hermano para luego darse cuenta de la mirada iracunda que Oriano tenía.
—¡Estás loco! —gritaba la pantera con mucha rabia— Ulises es un hijo de puta, lo tengo entre ceja y ceja desde la vez que me lanzó de la piscina y también cuando me echó de su casa.
—Eso te lo has buscado tú por querer interponerte en la relación de Ulises y Ramsés. Lo mejor que puedes hacer es olvidarte de ese tigre y seguir tu vida. Deja de amargarte por las cosas, de ser una pantera que goza de follar con más de medio mundo y piensa con la cabeza. —le comentó su hermano, quien se levantó de la silla donde estaba y lo miró fijamente.
Tras escuchar lo último, Oriano agarró de la nuca a su hermano y le dio una patada en el trasero para echarlo de su departamento. La pantera menor cerró la puerta con rabia tras el asombro del mayor.
—No puedo creer que Oriano haya hecho semejante estupidez. —dijo Ramsés al enterarse, cuando Jacobo les comentó sobre lo sucedido mientras viajaba hacia su casa.
—Ya él se pasa de la raya con todo lo que hace. Se comporta como alguien inmaduro a decir verdad. —comentaba Ulises al oír la situación.
—A mí me resulta todavía increíble que tenga esa mentalidad y la obsesión de querer estar conmigo a como de lugar. Siento que él se está obsesionando mucho y eso no es bueno. —decía el rayado con preocupación.
—¿Pero qué podemos hacer? —preguntaba Ulises tras el problema.
—No lo sé, realmente. —respondió Ramsés intentando pensar en una buena idea.
Ramsés y Ulises se pusieron de acuerdo en que la mejor manera era dialogar con Oriano, para explicarle bien las cosas cuando se diera el momento justo y hacerlo entrar en razón. Por otro lado, se acercaba el cumpleaños del Daniel y sus empleados estaban intentando organizar una fiesta sorpresa para él, con excepción de la pantera quien no sabía nada del asunto.
—Ulises, dentro de una semana será el cumpleaños del jefe. —dijo Jaime, una jirafa de lentes con vidrios de fondo de botella, quien era uno de sus compañeros de trabajo.
—Si mal no estoy es el 18 de mayo. —dijo Susana mientras organizaba unos archivos y hablaba con sus compañeros.
—Lo sé, aunque todos los años siempre es lo mismo. Ya saben, trabajo, trabajo y más trabajo. —les comentaba el rinoceronte mientras bebía una taza de café.
—Sí, pero este año debería ser diferente. —dijo la jirafa más animada.
—No lo sé, ¿ustedes qué tienen pensado? —preguntó el rinoceronte con curiosidad.
—Tenemos pensado en hacerle una fiesta sorpresa. Lo mejor sería hacer de este año algo distinto a los anteriores, ¿o qué crees tú? —preguntaba curiosamente la nutria esperando la opinión del paquidermo.
—Yo pienso que lo mejor sería hacer una tremenda fiesta en su oficina con música, baile y todo lo que se pueda comer y beber. Ya saben, al jefe le gusta mucho eso. —respondió el rinoceronte tras haber escuchado detenidamente lo que sus compañeros hablaban.
—¡Es una estupenda idea! —exclamó Susana emocionada.
—¡Estoy de acuerdo! —dijo Jaime.
Sin embargo, a Oriano no le pareció tan grandiosa la idea cuando escuchó lo que sus compañeros tenían planeado.
—Yo no estoy de acuerdo. Se supone que este es nuestro sitio de trabajo y no un lugar para tenerlo de relajo. —comentó la pantera en una actitud aguafiestas.
—Cálmate Oriano. Sólo será para pasarla rico y desestresarse un poco, no tiene nada de malo hacer una pequeña fiesta en el trabajo. —le dijo Ulises tras haber notado su actitud.
—Yo estoy calmado por si no te das cuenta. —dijo tajantemente la pantera— Y digo que aquí se viene a trabajar y no a hacer fiestas.
—Quieres jodernos con tu actitud de aguafiestas. Bien que subes las fotos de los reventones a los que vas y nadie te lo reprocha. —dijo Ulises de manera directa a Oriano— Si nos ponemos de acuerdo en que haremos una fiesta, se hará y punto. Además, es una buena manera para hacer algo distinto y tú no lo vas a impedir.
Oriano ofuscado se encerró en su oficina y sentía una enorme impotencia hacia la actitud de Ulises. Estaba harto y cansado de cada palabra que el rinoceronte le decía, aunque al pensarlo detenidamente aquella idea de la fiesta serviría para ejecutar el plan que tenía en mente. Un plan que le daría un giro inesperado a todo y que nadie se esperaba.
ESTÁS LEYENDO
Confesión [Furry Bara] [Terminada]
RomanceEsta historia trata sobre Ulises Moya de una manera en la que cada capítulo es una parte de su vida. Para el rinoceronte, nada había sido fácil desde la perspectiva de ser aceptado y respetado por su condición sexual. Desde el día que confesó su hom...