Capítulo V

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Siete meses después de que Ulises se separó de su esposa, se dio cuenta que su vida debía tomar un nuevo rumbo así que pidió traslado para la ciudad de Sunshine cuando se le presentó la oportunidad. Así, evitaría encontrarse con Margarita casi todo el tiempo en los mismos sitios y sin ser ahora pareja, para evitar la melancolía de los recuerdos y el saber además que ella no le dejaba ver a sus hijos. A pesar de ello, el paquidermo era paciente y no recurría a los gritos ni a los insultos por lo que su exmujer le estaba haciendo, sino que mantenía la esperanza de que sus hijos estuvieran otra vez con él. 

—Espero verlos, hijos míos... espero que me perdonen por algo que muchos piensan que está mal pero de lo que realmente soy un inocente —dijo el rinoceronte quien ya estaba sentado en su respectivo lugar en el avión con destino hacia una ciudad nueva para él, con una lágrima bajando por sus mejillas tras dejarlos en Moonwalks.

Al llegar, Ulises notó un ambiente completamente distinto al que provenía. Él había estado de vacaciones en Rockdiamond, una ciudad muy cercana hacia donde él se dirigía cuando celebró su luna de miel con Margarita pero no había visitado jamás Sunshine. Aun así, el ambiente parecía agradarle ya que pronto se acercaba el mes de diciembre y rápidamente buscó un hotel para instalarse con las pocas cosas que se había llevado. Por primera vez, se sintió bastante acongojado por pasar la primera navidad sin sus hijos y meses después, se había traído sus cosas mudándose a uno de los barrios más populares de la ciudad donde por los rincones donde se pisa, la alegría está presente y la música no falta nunca. 

—¿Y está feliz aquí en Sunshine, señor Ulises? —le preguntaba Alejandro, uno de los chicos que vivía cerca de la cuadra del rinoceronte en la que se había mudado hace poco.

—Extraño a mis hijos a veces, pero estoy feliz aquí. A pesar del calor que a veces se siente tan fuerte, Sunshine es una ciudad muy bonita y alegre —expresaba el rinoceronte a través de sus palabras.

—Eso es bueno, señor. Me gusta que le agrade la ciudad donde vivimos... ¡Ups! ¡Se me hace tarde para ir al colegio! ¡Hasta luego, señor Ulises!—exclamó el joven lobo mientras salía de la casa del paquidermo con algo de prisa. 

—A mí también me toca salir. Debo alistarme para irme a trabajar y hasta luego Alejandro —dijo el paquidermo entrando a su casa de dos pisos, pintada de amarillo pastel y naranja al estilo colonial para alistarse y disfrutar de un nuevo día que el Creador le regalaba.

Al terminar de colocarse una ropa formal, vestido de blanco completamente y sus lentes, Ulises se dirigía hacia su trabajo tranquilamente cuando de pronto lo tropieza un tigre anaranjado, esbelto y que vestía deportivamente.

—¡Fíjese por donde va, carajo! —exclamó el rinoceronte enfadado recogiendo sus lentes del suelo por el tropezón.

—Lo lamento, no fue mi intención tropezar contigo. Es sólo que llevo algo de prisa y... ¿Ulises?  —dijo sorprendido el tigre.

—Me fui de jeta pa'l suelo... —dijo el rinoceronte sacudiéndose tras haberse caído— ¿Y cómo es que me conoce? —preguntó extrañado.

—Vaya, qué carácter. Al menos deja te ayudo a levantar —dijo el tigre quien estiraba su mano para ayudar al rinoceronte— ¿Y acaso no te acuerdas de mí?

—Muchas gracias —dijo un poco más calmado cuando lo ayudaron a levantar— Y no, no me acuerdo de quien eres.

—Ulises, te daré una pista —dijo el tigre con su mano derecha alzada y luego de algunos movimientos que hacía, notaba como el rinoceronte por simple y llana inspección también los repetía.

—¡Ramsés, eres tú! —exclamó el rinoceronte al descubrir de quién se trataba, sonriendo al instante.

—Jajaja, sí. Soy yo. Ha pasado tanto tiempo desde que estuvimos en el batallón que pensé te habías olvidado completamente de mí.

El rinoceronte sintió mucha alegría al verlo y sin dudarlo lo abrazó al acordarse de aquellos tiempos que vivieron juntos en el batallón hasta que por cosas del destino tuvieron que tomar rumbos distintos. Pero como la vida da tantas vueltas y uno no sabe hacia dónde va a parar, el mismo destino los encontró.

—Quisiera quedarme un poco más de tiempo pero marcho hacia el trabajo —dijo el rinoceronte muy contento al encontrarse con el tigre.

—Lo mismo digo, compadre. Quisiera hablar de tantas cosas pero luego llego tarde. Si gustas, déjame tu número y te llamo.

—Anótalo, por favor. Mi número es 307 528 4557 —decía el rinoceronte mientras el tigre lo escribía. 

—Deja te timbro y guardas la llamada con el registro de mi número —dijo Ramsés para que luego Ulises lo guardara y ambos luego de un apretón de manos, se despidieran.

Ulises estaba emocionado porque había vuelto a ver a Ramsés luego de tantos años. Sentía como la alegría volvía nuevamente a él, como si aquel tropezón significara un bálsamo caído del cielo para su alma. Cuando su día laboral terminó, se comunicó con él pero aunque era bastante tarde, la respuesta fue inmediata.

—Hola.

—Hola, ¿con quién hablo? 

—Soy Ulises, Ramsés.

—¡Uli! Eres tú. No había guardado tu número, jaja ¿Y eso?

—Jaja, descuida. Te llamaba para comentarte que quería hablar contigo sobre tantas cosas, aunque no se si este haya sido el momento oportuno.

—También quisiera hablar de tantas cosas contigo, aunque ahora estaba a punto de irme a dormir debido a que tuve un día agotador. Podría ser este fin de semana que nos veamos para poder hablar juntos todo lo que podamos y no perder ningún detalle, si estás de acuerdo —sugirió el felino durante la llamada.

Ulises había sido consciente de lo tarde que había llamado a Ramsés, por lo que aceptó lo que el tigre le comentó.

—Está bien, podemos vernos el fin de semana. Ya después podremos cuadrar la hora y el lugar, si gustas.

—Trato hecho. Ansío verte pronto, compadre. Hasta mañana y que duermas bien.

—Hasta mañana, Ramsés. Lo mismo para ti —dijo el rinoceronte antes de finalizar la llamada con una alegre expresión en su rostro.

Ulises pensaba en las cosas que Ramsés le contaría luego de tantos años sin verse. Esperaba ansiosamente a que llegara el día siguiente, sin embargo calmó sus ansias al recostar la cabeza sobre su almohada para luego estirar su cuerpo y acomodarse para dormir bien.




Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora