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Al empezar la semana y con la obligación de tener que ir a clase tuve que romper mi encierro y volver a poner los pies en el suelo. Mi mente hacía verdaderos esfuerzos por no revivir lo sucedido la noche del viernes con Toni.

El lunes por la mañana no sabía nada de él, pero ni tan siquiera quería imaginar que de su boca hubiese salido algo de lo sucedido. Pero afortunadamente la semana empezó mejor de lo que esperaba. Mientras desayunaba sonó mi teléfono móvil, era mi padre.

- Juan, soy tu padre.

- Ya lo sé, por algo se inventó el sistema de identificación de llamada. –Contesté molesto por la llamada de mi padre, del que suponía que estaba aún en casa.

- Bueno, no tendré en cuenta tu sarcasmo. Cuando puedas sal a la calle. Tengo algo para ti. –Dijo mi padre con una alegría contenida.

- Papa, no estoy para jueguecitos, estoy terminado de desayunar. -Contesté sin más.

- Tienes dos minutos hijo. -Y dicho esto colgó.

Así que terminé mi desayuno rápidamente y salí a la calle. Y allí delante de casa estaba mi padre junto a su coche con una sonrisa en la cara. Crucé la valla del jardín, miré hacia la derecha y no vi nada, miré hacia la izquierda y allí estaba la sorpresa.

- ¿Te gusta? –Preguntó con impaciencia mi padre.

Y lo observé fijamente, detrás del coche de mi padre había aparcado un Mercedes Sportcoupé de un color rigurosamente negro, unas preciosas llantas de aleación y un impresionante techo solar panorámico. La sorpresa me dejó literalmente sin palabras.

- Considéralo un regalo de cumpleaños por adelantado. –Añadió mi padre cada vez más contento.

- Podías habérmelo consultado. –Contesté yo sin más.

- Pensé que te gustaría.

- Sí, y me gusta... me encanta. Pero quizás te has pasado un poco.

- Olvídate de eso y ven a verlo. Es un C Sportcoupé 230 Kompressor. Muy equipado. El color pensé que te gustaría. El precio es lo de menos, nos hacen planes de leasing muy interesantes a los socios del bufete.

- Muchas gracias papá. –Eso es lo único que puede decir ante aquel carísimo intento de pedir perdón a un hijo por una inminente separación.

El regalo de mi padre me animó más de lo que había esperado. Aunque durante el día las clases se me hicieron más largas y pesadas que de costumbre. Antes de ir a la optativa que tenía por la tarde quedé para comer con Emma en un restaurante en Vil·la Olímpica. Fue durante la comida cuando salió un tema que no esperaba.

- Por cierto, sé que no debería hablar con nadie de esto pero es que estoy preocupada. –dijo Emma con una mueca de intranquilidad en su cara.

- ¿Te ocurre algo? –Pregunté yo temiendo lo peor.

- No, no, a mí no me pasa nada. Me preocupa Toni. Me llamó el domingo para quedar, me dijo que necesitaba hablar. Y nos tomamos un café en el centro. –Dijo Emma sin querer atacar el núcleo de su temor.

En aquel momento la expresión de mi cara cambió por completo, si Toni estaba mal y había quedado con Emma para hablar, debía haberle contado lo que sucedió el viernes por la noche. De pronto enmudecí, se me hizo un nudo en la garganta. En aquel instante hubiese deseado no estar allí. No existir.

- Juan, tranquilo, que no es nada grave. Es simplemente que Toni tiene problemas de faldas... bueno, de pantalones mejor dicho... jeje. –Rió Emma quitándole hierro al asunto.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora