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David levantó mis brazos sin dejar de besarme. Con suavidad fue quitándome la camiseta. Me acarició el dorso de los brazos hasta llegar a mis axilas. Sus manos descendieron lentamente por mi pecho, dibujando con sus dedos el contorno de mis pectorales. Su caricias alcanzaron a mi abdomen recorriendo lentamente mis definidos músculos. Volvió a acercar sus labios a mi cuerpo y me besó en el cuello haciendo que me estremeciera. Sus labios dejaron paso a su lengua que empezó a descender por mi cuello, alcanzó mis pezones y los lamió con firmeza. Mientras sus manos acariciaban mi espalda.

David llevó mis manos hacia su pecho indicándome que desbrochara los botones de la camisa. Lentamente fui descubriendo aquel pectoral perfectamente fibrado por el deporte, cubierto por una suave capa de vello moreno. Sujetó mis manos con las suyas y fue dirigiendo mis caricias sobre su pecho desnudo. Mis dedos se deslizaron por su abdomen, rozaron su ombligo y dirigidas por David alcanzaron su cinturón. Le desabroché los pantalones y tiré suavemente de ellos. La visón de su abultado paquete bajo unos slips de Cavalli me resultó irresistible. Esta vez no había dudas en mi interior, quería probar aquella polla.

Me incliné sobre él. Con las nariz a escasos centímetros de su paquete, me invadió un intenso aroma, el mismo que me había calentado tanto al oler sus suspensorios en le vestuario del gimnasio. Mis labios y mi nariz tomaron contacto con la tela que ocultaba su miembro erecto, impregnándome de aquel excitante olor a hombre. Acaricié su polla por encima de la tela de sus slips y cuando su glande empezaba asomar por la parte superior de su ropa interior, tiré de ella y la descubrí completamente. La miré detenidamente, más gruesa y larga que la mía, perfectamente descapullada, proporcionada, acompañada por unos grandes huevos cubiertos un suave vello moreno. Volví a acercarme. Mis labios besaron su polla.

Cuando mi lengua rozó la piel de su glande me recorrió una extraña sensación. La suavidad de su miembro chocó en alguna parte de mi interior con mi racional rechazo a hacer algo así. Estuve apunto de bloquearme, pero pudo más el deseo que la razón. Como si me fuese la vida en ello, empecé a recorrer con mi lengua toda la extensión del tronco de su polla. Recorrí sus huevos mientras le masturbaba. David lanzaba suaves gemidos. Volví al capullo, me detuve jugando con mi lengua en él y empecé a meterme su verga en la boca. Dada mi inexperiencia, la primera arcada no tardó en llegar. David me detuvo.

- Ven... vamos a mi habitación. –Me dijo mirándome con esos imperturbables ojos negros.

Terminamos de desnudarnos en su habitación. David me condujo hacia la inmensa cama y me estiró en ella. Permaneció unos instantes de pie observando mi cuerpo. Sus manos volvieron posarse sobre mi pecho y empezaron a descender por mi abdomen, bordearon mi entrepierna y continuaron por mis piernas, en una intensa y deliciosa caricia. Llegaron a mis pies donde se detuvieron para darme un sensual masaje. Mi polla se movía sola de la excitación, como intentando ponerse más dura de lo que ya estaba.

David se sentó en el borde de la cama. Desnudo junto a mí me pareció deseable, poderosamente atractivo... perfecto. Sus labios atraparon mi polla y saborearon las primeras gotas de líquido preseminal que brotaban de ella. Empezó un desesperante movimiento con su boca sobre mi polla haciendo que mi cuerpo se contrajera de excitación. Con mi vista clavada en él, no podía dejar de contemplar como mi verga desaparecía en su boca. Aquellos labios que guardaban una perfecta sonrisa me comían ahora la polla.

Cuando parecía que no podía estar más cerca del cielo, David deslizó uno de sus dedos hacia mi culito, y empezó a enterrarlo con suavidad. Con el placer que me producía su mamada no puede hacer nada más que relajarme y dejarme llevar. Cuando el primero de sus dedos se perdía en mi apretado agujero, David probó con uno más.

Una mano acariciando mi pecho, su boca dedicada a mi polla, dos de sus dedos penetrando mi virgen ano... aquello era la culminación del placer. Empecé a jadear. Apreté con mi mano la suya, intentando que sus dedos me penetraran con más intensidad.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora