17

6 4 4
                                    

Se acercaba el final de una semana horrible que prometía dar paso a otra todavía peor. La conversación con Ana fue una especie de cataclismo del que todavía no he logrado reponerme. Incapaz de ofrecerle una explicación razonable decidí aparcar el tema el resto de la semana. Quizás cuando el plazo terminase, ya habría encontrado respuestas a todas sus preguntas.

El viernes, antes de irme a clase, busqué un momento para hablar con mi hermano. Carlos no había salido aún de casa. Tras terminar la carrera había empezado a buscar trabajo, y hoy, después de algún fracaso laboral, tenía una entrevista muy prometedora.

- Carlos, podemos hablar un segundo.

- Ahora no es un buen momento, Juan. Iba a prepararme para la entrevista.

- Será sólo un minuto. -Rogué yo.

- Está bien. Tu dirás.

- Verás... no sé como empezar... lo cierto es que te he notado algo extraño últimamente.

- Bueno, no estoy pasando por una de mis mejores épocas, pero lo superaré, siempre lo he hecho. –Contestó él con seguridad.

- ¿Tu estado anímico tiene algo que ver con que papá me dijese que necesita hablar contigo? –Pregunté yo intentando reconducir la conversación. Nunca se me ha dado bien consolar a nadie.

- No tengo nada de lo que hablar con él.

- Ya veo, entonces sí tiene algo que ver -dije yo empezando a atar cabos-. Parece que últimamente no me entero de nada de lo que le sucede a mi familia. La culpa es mía, por centrarme tanto en mis propios problemas. –Dije yo sinceramente apenado.

- Tranquilo, es mejor que toda esta basura no te salpique.

- Carlos, necesito saber qué ocurre. –Le dije con voz de súplica.

- Está bien. Te lo contaré muy brevemente. Sara se ha liado con Ricardo.

- ¿Cómo? –Interrogué yo perplejo.

- Has oído bien, la que fue mi novia durante más de cuatro años se ha liado con tu padre. Pero no quiero hablar más de todo esto. Y te pido que respetes mi decisión, ahora no es el momento. Tengo una entrevista de trabajo dentro de dos horas.

- Está bien. Hablaremos cuando quieras. Lo siento Carlos. Lo siento por Sara y por ti, pero créeme, lo siento mucho más por no haberte dado mi apoyo cuando lo has necesitado.

- Tranquilo Juan, tú tampoco estás pasando por un buen momento. Lo sé. Y también sé que detrás de tus preocupaciones hay mucho más de lo que dices. Mentir no te llevará a ninguna parte hermano.

- Suerte en la entrevista Carlos. –Contesté solamente. No quería volver a sufrir un interrogatorio, mentir no me llevaría seguramente a ningún sitio, pero sincerarme ahora tampoco me serviría de mucho.

Afortunadamente logré dejar mis problemas de lado para centrarme en las clases de la mañana. En las asignaturas que Ana y yo coincidíamos, no nos dirigimos la palabra. Ella estaba protegida por la arpía de Raquel, a la que mi todavía novia no debía haber contado demasiado sobre nuestra última conversación, y yo me pasé la mañana con Jordi.

Al llegar la tarde, y después de una semana de faltar a mi rutina de ejercicios, decidí pasarme por el gimnasio. Convencí a Jesús para que jugara conmigo un partido de tenis. No hubo demasiado tiempo para hablar durante el partido.

- Juan tío, yo me voy a ir ya, que tengo un montón de cosas que hacer antes de quedar con Ruth.

- Vale tío, yo me quedaré un rato en las máquinas... aún es pronto.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora