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El lunes, después del primer examen final, Carlos me llamó para saber cómo estaba y dónde había pasado la noche. Me justifiqué diciendo que había estado en casa de un amigo. Al medio día nos vimos en un restaurante del centro de Barcelona. Llegué antes que Carlos y le esperé en una de las mesas del local. Pocos minutos después mi hermano cruzó la puerta del restaurante. Vestía unos dockers beige de corte pirata, una camiseta sin mangas de Puma y unas sandalias.

- Hola hermanito, vaya noche nos has dado... –me dijo con una sonrisa burlona.

- Lo siento... ¿cómo está Rosa?

- Bueno... casi no hemos hablado. Me confesó entre lagrimas lo de su rollo con el portero de la inmobiliaria y me dijo que te habías enfadado muchísimo.

- ¿Y qué opinas tú de esa relación?

- Bueno, creo que Rosa tiene capacidad de decisión suficiente para saber lo que está haciendo... y la verdad, no me parecía mal como pasatiempo, aunque creo que puede aspirar a algo más. Aún así, ya no tienes porque preocuparte, Rosa echó a Fran de casa después de vuestra discusión.

Fue como si unas manos invisibles tiraran con fuerza de mis párpados y me hicieran abrir totalmente los ojos. Había sido cruel con Rosa, había sido injusto por juzgar su situación... y ella me respondía aceptando mi crítica y cortando con Fran. Busqué una adjetivo para calificarme... ¿imbécil? No, tenía que ser algo más fuerte...

- Siento mucho haberme comportado así... perdí los nervios, pero Rosa me mintió y me decepcionó muchísimo.

- ¿Debo entender que no vas a disculparte? –Interrogó expectante mi hermano.

- Ahora necesito calma, debo centrarme en los exámenes. Hablaré con Rosa más adelante...

- Juan, debes disculparte... es tu madre.

- Carlos, lo haré, lo haré en su momento. Y no me vengas diciendo que debo disculparme porque es mi madre, te recuerdo que llevas semanas sin hablar con Ricardo. Soy consciente de que no es fácil superar algo así, pero es tu padre y deberíais acercar posturas.

- No quiero hablar de Ricardo... la situación es muy distinta. Está bien, dejemos de lado los problemas familiares. ¿Qué piensas hacer ahora?

- Pues eso iba a preguntarte... me gustaría acelerar la mudanza.

- Llevo varios días con ello. Como hoy tenía el día libre, me he pasado la mañana nadando en el club de la urbanización, pero esta tarde iré al piso.

- ¿Ya está listo? –Pregunté sorprendido.

- El sábado terminaron de pintarlo y hoy vienen los de Ikea a traer los muebles, los que compramos Sergio y yo, porque te recuerdo que tú ni si quiera has escogido la habitación.

- Ufff... he estado tan ocupado estudiando –me justifiqué yo-. ¿No podrías arreglarlo tú?

- Juan joder, que parece que haya que dártelo todo hecho –le miré con cara de pena, la mejor de mis caras de pena-. ¡Vaaa! ¡No pongas esa cara! Iré yo a comprarla, pero es el último favor que te hago.

- Gracias hermano... jejeje –bromeé yo-. ¿Y cuando nos vamos a vivir juntos? Porque yo no puedo volver a Sitges...

- Pues si no fallan los del reparto hoy estará casi listo... podemos mudarnos esta misma semana.

- Carlos... ¿me tomas el pelo? ¿Y dónde duermo esta noche, en el Ritz?

- Bueno, yo te he traído algo de ropa y tu cartera... seguro que tus ahorros te llegan para una semana de lujo y confort en el Ritz o en el Juan Carlos I o en el Hotel Arts o en...

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora