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Con mi padre instalado definitivamente en su nuevo piso, la idea de pasar una temporada con él en Barcelona me rondó durante la semana. Pero aún tenía temas pendientes para resolver antes de decidir si me trasladaba o no. El prácticum del martes en un despacho me dejó muy poco tiempo libre, así que me fue imposible hablar con mi hermano. Pero a mitad de semana decidí darme un respiro e intentar resolver algunos de mis dolores de cabeza.

Después de las clases de la mañana llamé a Ana para rogarle que aceptara comer conmigo. Aunque en su voz aprecié un tono más distante que de costumbre, mi novia aceptó la invitación. Seguramente ella tenía tanto interés como yo en resolver una crisis que ya estaba durando demasiado. Como ella había pasado la mañana en el centro, nos encontramos en un restaurante japonés que hay en la calle Aragó. Sentados en la mesa, tras saludarnos sin ni si quiera besarnos, fui yo el encargado de romper el hielo.

- Ana, no podemos continuar así.

- No, claro que no... pero no creo que hayas hecho mucho por intentar un acercamiento.

- Lo sé, asumo mi responsabilidad en todo esto. -Dije yo resignado.

- No basta con eso Juan. Ni si quiera te acercaste a mí el fin de semana pasado en Salou. –Ana iniciaba una dura ofensiva con su mejor arma, los reproches

- Quizás fue porque te pasaste el fin de semana con Iván. –Contraataqué yo.

- ¿Iván? Sólo me faltaba oír eso. Iván me dio el apoyo que necesitaba de un amigo. Me pasé la tarde llorando después de la forma en que me contestaste durante la comida. –Dijo ella visiblemente apenada.

- Os encontré durmiendo juntos en el sofá el domingo por la mañana. –Dije yo haciendo alarde de mi orgullo de macho herido.

- ¿Nos viste? Pensaba que habías dicho que estabas durmiendo en el piso de arriba. –Interrogó expectante mi novia.

Sin duda acababa de meter la pata. Reconociendo que vi a mi novia en el sofá junto a Iván, estaba admitiendo que había estado en el comedor antes de que despertasen. Pero afortunadamente mis nervios no me traicionaron entonces.

- Sí, es cierto... pero antes de que despertaseis bajé al comedor. Luego volví a subir para ducharme. –Y tras decir eso, respiré aliviado, como si hubiese alejado el peligro nuevamente.

- Entre Iván y yo no pasó nada, y en todo caso, no soy yo la que debo dar explicaciones. El que está destrozando nuestra relación con ese extraño comportamiento eres tú, Juan.

- Mi comportamiento no tiene nada de extraño, es lógico que haya estado preocupado estas últimas semanas. Mis padres se han divorciado. –Dije yo intentando justificarme de algún modo.

- ¿Preocupado por la separación de tus padres? Pues entonces ya me dirás porque eres el único de tu familia que no sabe por qué tu padre ha acelerado su marcha y por qué tu hermano no le dirige la palabra. ¿Dices que estás preocupado por tu familia y vives ajeno a ella?

Ana acababa de apuntarse un tanto. A pesar de que la separación de mis padres me preocupaba, la verdad es que no había hecho demasiado para interesarme por la evolución de los acontecimientos. Ni si quiera había hablado con Carlos acerca de su enemistad con mi padre. Esa conversación empezaba a acorralarme. Volvía a sentirme presionado, juzgado, analizado.. y de mi boca siguieron saliendo mentiras.

- ¿Qué es esto, una juicio Ana? Te he dado el motivo por el que me he comportado de forma un tanto extraña todo este tiempo. Si no quieres creerme quizás será mejor que dejemos lo nuestro. –Sabía que si la amenazaba con cortar Ana aflojaría.

- Si rompemos será porque tú lo has querido, no hace falta que me amenaces con eso. Ahora soy yo la que no quiere continuar con todo esto a no ser que aclares todas mis dudas. –Dijo serena y exigente, en una reacción que francamente, nunca me hubiese esperado de ella.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora