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- No gracias... no me apetece –respondí ante tan complicada situación.

- Sólo es una paja entre amigos... –se excusó Marc con una sonrisa.

No pude decir nada más, mis labios y mi lengua parecían sellados, era incapaz de articular una sola palabra. Marc continuó con la paja que le estaba haciendo a su amigo. Damián tenía los ojos cerrados y soltaba pausados suspiros. A pesar de estar lejos de la orilla, continuábamos haciendo pie, por lo que Marc podía dedicar toda su energía a aquella paja. Damián estiró su brazo y lo deslizó por encima de los hombros de Marc, acercándose más a él. Yo me acariciaba suavemente la polla, con movimientos precisos y poco delatadores.

- Ahhhhhhh... –musitó Damián.

- ¡Ey! Buena corrida campeón –celebró Marc.

- Gracias tío, te debo una.

- Tranquilo, mañana me comes la polla y listo... jajaja –bromeó Marc.

- Jajajaja... –rió Damián.

- Y ahora salgamos del agua... empiezo a congelarme –dijo Marc.

Salimos del agua. De espaldas a mis dos nuevos amigos, para ocultar la dureza de mi polla, me puse los pantalones y la camiseta. Mientras escurría el agua de los boxers, Damián volvió con los demás. Marc estaba sentado en la arena, con los pies muy cerca del agua.

- Estas muy callado... –murmuró-. ¿Sucede algo?

- No, nada... estoy bien –mentí.

- Creo que te ha molestado lo de la paja.

- ¿Por qué iba a molestarme?

- No sé... no has vuelto a decir nada desde entonces.

- Tranquilo Marc, simplemente me ha sorprendido, pero nada más.

- No sé... no es nada que deba sorprenderte, son cosas entre...

- ¿Amigos?

- Eso es... amigos –repitió Marc.

No hubo más comentarios al respecto. Nos reunimos junto al resto del grupo y continuamos bebiendo y bailando. Ni pude, ni quise hablar con Natalia aquella noche. El alcohol empezaba a hacer efecto y decidí relajarme y dejarme llevar por la fiesta.

Cuando la energía empezó a desfallecer, volvimos al albergue. Ya en la cama, escuchando las acompasadas respiraciones de mis dos compañeros de habitación, mi mente volvió a revolverse entre los recuerdos de nuestro baño. Marc le había hecho una paja a Damián, delante de mí, sin darle importancia a aquel gesto. Fue una paja vacía de significado, un gesto de amistad... eso es lo que Marc se había empeñado a aclarar, pero ¿de verdad era sólo una inocente paja entre amigos?

Me imaginé la mano de Marc bajo el agua, acariciando con suavidad la polla tiesa de Damián, pajeándola. Volvía a tener la polla dura. Me destapé con cuidado y me bajé los boxers con los que dormía. Sujeté mi polla con fuerza y empecé a cascarme una salvaje paja. En medio de aquella frenética masturbación me recriminé no haber accedido a que Marc me masturbara, lo estaba deseando y me corté. La imagen de Natalia, la sombra de una nueva cadena de mentiras me sacudió. La erección de mi polla se esfumó. Si volvía a suceder algo parecido entre Marc, Damián y yo ¿qué debía hacer?

Me levanté casi sin fuerzas a la mañana siguiente, me di una ducha y me puse ropa cómoda. Cuando llegué al comedor del albergue mis amigos ya estaban desayunando. Me serví un bol de cereales y me senté a la mesa.

- ¡¡FELICIDADES!! –Gritaron todos al unísono.

Sin darme tiempo a reaccionar, Natalia apareció con un regalo. La sorpresa fue realmente grata. Entre todos me regalaron una bolsa de deporte de la línea de productos originales de Ferrari, de un intenso color rojo y con el logo del "cavallino rampante". Todo un detalle.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora