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Estoy en la recta final del curso, con los exámenes encima y no soy capaz de concentrarme. A pesar de que hago un esfuerzo para que mi vida vuelva a estar en relativa normalidad, no hay forma de conseguirlo. Siempre hay algo que vuelve a romper la calma. Hasta ayer miércoles había logrado centrarme en el Derecho y continuar preparando los exámenes finales, pero cuando estaba estudiando en casa por la tarde, una llamada dio al traste con mis esfuerzos para concentrarme.

- Hola Juan, soy Natalia.

- Hola Natalia. –Respondí.

- ¿Qué tal?

- Pues mal... tengo los exámenes encima, tengo trabajos por hacer, temario que estudiar... ufff. Ya te puedes imaginar. –Dije yo realmente agobiado.

- Vaya... yo también estoy de exámenes, pero me preguntaba si te apetecería hacer una pausa y salir a tomar algo. –Dijo ella con timidez.

- Natalia, creo que ya quedó claro que buscábamos cosas distintas. –Dije con brusquedad.

- Sé lo que tu estás buscando y... sólo te pido otra oportunidad. La noche de la fiesta me puse algo nerviosa, pero supongo que eso no debe impedir que nos conozcamos algo mejor ¿no te parece?

Desde luego Natalia sería todo lo estrecha que quisiese, pero era una chica muy madura. Me gustaba la forma en que estaba planteando la cita. Quizás en esta ocasión estaría más relajada.

- Es posible... –dije yo.

- Bueno, pues entonces ¿qué me respondes?

- ¿Cuál es la propuesta? –Interrogué.

- Pues que nos veamos esta tarde sobre las 6 para tomar algo.

- Está bien, me vendrá bien un descanso. ¿Dónde quieres quedar?

- En el Maremagnum si te parece bien. –Dijo Natalia.

- De acuerdo, hasta las seis pues.

Al colgar el teléfono, reflexioné. Cierto, me iba a pasar la tarde fuera de casa sin estudiar, pero a cambio quizás mi cita con Natalia se concretaría y llegaríamos a algo más. Miré en mi cartera. Perfecto, tenía condones. Si Natalia se decidía el coche podría ser un buen sitio.

Pensando en nuestro encuentro me empecé a calentar. Me toqué el paquete. Mi erección se notaba bajo la tela del chándal que llevaba puesto. Sentí la tentación de hacerme una paja, pero pude resistirme. Una sonrisa se dibujó en mi cara. Natalia me la volvía a poner dura.

Me duché y me vestí con un pantalón cargo de D&G, una camiseta de G-Star y unas Camper. Truth de Calvin Klein y listo para salir de casa.

Siempre en mi línea, a las seis aún no había llegado al Maremagnum. Deseé que Natalia fuera una chica paciente. Cuando aparqué el coche en el parking del centro comercial ya eran las 18:20. Llegué, vi y casi me fui. Para mi desgracia Natalia no había venido sola. Me la había vuelto a jugar.

- Hola Juan. –Dijo Natalia acercándose y dándome un tierno beso en los labios.

- Hola. –Dije yo sin apartar la vista del grupo.

- Ellos son mis amigos. Ven, te los presentaré. –Natalia me cogió del brazo y me condujo a la mesa donde estaban sentados-. A Marta y a Alba ya las conoces, ella es Lola y ellos son Marc, Damián, y Humberto. Chicos él es Juan, un amigo.

Sólo tuve que detenerme un momento y observar atentamente a los amigos de Natalia para entender que quizás aquella cita no sería tan inútil como había imaginado. Dos de sus amigos me llamaron especialmente la atención, Marc y Damián. Ambos de unos 17 años, con un cuerpo definido por el fútbol y la gimnasia, pero sin exageraciones. Dos bollicaos que debían traer de cabeza a las chicas de su clase. Marc era rubio con un peinado en forma de cresta y vestía unos tejanos ajustados con una camiseta de Pull&Bear. Damián era moreno con el pelo muy corto y llevaba unos pantalones de chándal Adidas y una camiseta blanca sin mangas. No podían estar más buenos.

the life of anotherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora