Capítulo 34

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Mezclé los ingredientes en el bowl, pero todavía la masa no llegaba a la contextura que debía.

-Emmie, necesito otro huevo.

-Enseguida, Papi.

Emma se bajó en la encimera, donde hacía pocos segundos se encontraba mirando atentamente como cocinaba. Se dirigió hasta la nevera y escuché como sacaba un huevo, pero luego escuché una pequeña exclamación y como el ingrediente caía al suelo. Dejé los utensilios y me dirigí a donde se encontraba mi hija.

-Oh no, ¿qué pasó, Em?

Mi bebé me abrazó fuertemente.

-Lo siento mucho, Papá. Yo... No quise hacerlo.

-Está bien, bebita. No tienes porqué complicarte.

-Pero ahora está todo sucio y quebré el huevo.-hizo un puchero con sus rosados labios y luego bajó la mirada.-No fue mi intención.

Así como lo hacía en aquella época con su madre, tomé su pequeño rostro entre mis manos, aparté los pequeños rulitos que se formaban en su cabello y deposité un total de tres besos. Uno en cada mejilla y uno en su coronilla derecha.

-Todo está bien, pequeña. No te pongas así por un accidente. Tienes que aprender. Yo limpiaré aquí por mientras tú le agregas vainilla a la mezcla. Un total de cinco gotas con mucho cuidado, ¿está bien?-asintió.-Esa es mi nena.

Saqué un trapo y comencé a limpiar lo que le había sucedido a Emma. Boté la cáscara a la basura.

-Uno... Dos... Tres... Cuatro y... ¡Cinco! ¡Lo logré, Papi! ¡Mira!

Regresé con mi bebé y vertí el nuevo huevo. Besé su mejilla repetidas veces mientras hacía cosquillas en su estómago.

-Así se hace, pequeña. Ahora, debemos mezclar con nuestras manos. No es necesario lavarlas porque ya lo hicimos antes, ¿de acuerdo?

Ella asintió. Saqué la contundente mezcla y la deposité en la encimera, no sin antes haber dejado una capa de harina. Dejé que Emma estuviera al frente mío, así que tomé sus pequeñas manos y las guié a la masa. Al respirar cerca de su cuello, le causaba algunas carcajadad.

-Bueno, princesita, ahora empuja con tus manos hacia adelante... Así.

-Lo tengo...

Para mi sorpresa, mi bebé aprendía muy rápido. De vez en cuando, en aquellas ocasiones donde la masa era gigante, la ayudaba, pero fuera de eso, todo lo hizo ella.

-Perfecto.

Tomé el rodillo y la estiré. Luego, cortamos círculos, corazones y estrellas que luego serían galletaz. Las metimos dentro del horno y temporizamos el tiempo que deberían permanecer dentro para que se hornearan.

-¿Papi?-me llamó.

-Dime, hermosa.

-Mientras esperamos las galletas, ¿me puedes contar una de tus historias?

Sonreí. Ya se nos había hecho una tradición.

-Por supuesto. ¿Vamos a la sala de estar por mientras?

-Vamos.

Cogió mi mano y fuimos. Emma se sentó en mi regazo mientras yo acariciaba su cabello, que hoy tenía un pequeño moño al lado, cogiendo un delicado trozo de pelo.

-¿Qué historia te gustaría hoy?

Comenzó a pensar.

-Una vez dijiste que Mamá y tú estuvieron separados, pero luego volvieron... ¿Cómo se reencontraron?

-Esa es una muy buena historia, Em. Pues, tu Madre y yo terminamos nuestra relación cuando ella se fue a la universidad en otra ciudad. Yo estaba en Portland y ella en Los Ángeles, donde naciste tú.-di un toque en su nariz, generando risas.-Bueno, no nos vimos por casi dos años, hasta que tu bisabuela falleció. Viajé al pequeño pueblo donde ella solía vivir para dar mis condolencias y para, además, ver a Violet. Recuerdo que ella estaba de espaldas, aferrada a su abuelo. Su madre le dijo algo y ella volteó. Recuerdo la manera en la que nuestras miradas se conectaron, Em. Fue maravilloso. Tu madre estaba llorando. Le dije un par de cosas y terminamos abrazados.

Emma me miraba atentamente mientras sonreía. De vez en cuando, la veía un poco adormilada entre mis brazos.

-¿Y qué pasó después?

-Bueno. Tu madre y yo no nos conectamos de inmediato como nuestras miradas lo habían hecho, tuvimos algunos altos y bajos durante nuestro... Reencuentro. Hasta un par de días después.

Recordaba ese día como si fuera ayer. Cuando Violet tenía el período y entré al baño de mujeres a consolarla para después terminar viendo una película y hablar de nuestros mejores encuentros sexuales. Que ganas de volver a aquellos días.

-Tú y Mamá se amaban demasiado, ¿verdad?

-Aún lo hacemos, princesa. ¿Por qué lo preguntas?

-Porque quiero tener un hermano.

Traté de disimular mi mueca de incomodidad. En los últimos seis meses, desde Navidad, Violet y yo no hemos estado muy bien. El proyecto que llevaría su libro a la pantalla gigante se canceló, estaba escribiendo un libro nuevo y pronto debería hacer un tour promocional en varios estados del país. Casi no nos besamos, casi no tenemos sexo, y casi no interactuamos entre nosotros. De lo único que hablamos, es sobre cosas puntuales de nuestra hija. Y por mucho que amaría ver a Vi con un vientre redondo nuevamente, no era un muy buen tiempo como para recibir un nuevo bebé en casa.

-No sé si sea posible, pero tu madre y yo podríamos preguntarle a la cigüeña, ¿no crees?

-¡Siii!

Emma se aferró a mi cuello para luego  besar mi mejilla. Pronunció tres palabras que nunca pensé que tendrían tanto efecto en mi corazón.

-Te amo, Papi.

-Y yo a ti, hermosa princesa. Espérame aquí. No me demoro nada en volver.

Subí las escaleras corriendo. Quería buscar el calendario menstrual de Violet para saber cuando pondríamos "llamar a la cigüeña", claro no sin antes hablar con ella del tema.

Cuando abrí su mesita de noche, esperaba encontrarme con mil diferentes cosas. Pero no con lo que primero mis ojos vieron.

"PROPUESTA DEFINITIVA DE DIVORCIO"

Con los ojos cristalizados, miré que mas abajo, estaba la firma de Violet. Sólo faltaba la mía.

No lo podía creer. Era definitivo.

Siempre me preocupé de hacer a Violet feliz en todo ámbito del sentido.  No sé en que había fallado. ¿Acaso no pensaba en Emma? ¿Qué sucedería con ella?

Pero decidí firmar.

Decidí dejarla libre.

No sería como Shawn, no podía atarla a mí por miles de años.

Dusk Till Dawn [WS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora