Epílogo

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Al ver a aquella hermosa mujer caminar por el altar en mi dirección, guardo mi respiración. El vestido blanco que lleva la hace ver despampanante.

Ni siquiera noto cuando por fin llega frente a mí.

—Te ves hermosa.

Sus mejillas se tiñen de un color rojo.

La ceremonia continúa, pero no presto atención en ningún momento. Solo me centro en sus almendrados ojos verdes y sus largas pestañas, sus labios carnosos y rosados que ahora van decorados con un poco de brillo. Siento a Shawn que toca mi hombro, lo miro con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—Es hora de decir acepto, Archer.

Reí algo avergonzado, no me había dado cuenta. Fijé mi mirada nuevamente en Anne y sonreí.

—Vamos de nuevo. Nathaniel Archer, ¿aceptas a Anne Huntington como tú legítima esposa para cuidarla y amarla?

No llores.

—Acepto.

—¿Y tú, Anne Huntington, aceptas a Nathaniel Archer como tú legítimo esposo para cuidarlo y amarlo?

—Acepto.—sonrió.

El maestro de ceremonia nos miró. Apreté las manos de mi prometida, estaba bastante nervioso.

—Con el poder que me otorga el estado de Oregon, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Tomé a mi esposa de la cintura y uní nuestros labios ante los aplausos de todos. Reí al escuchar la risa de mi hijo, que estaba en los brazos de Shawn.

Ahora iba de la mano con la señora Anne Archer. Que bien se sentía decir eso.

Tres horas después, bailaba el primer baile de marido y mujer con mi esposa.

—Te ves jodidamente hermosa.

—Tú igual, señor Archer.

Di una vuelta con su cuerpo cuando vi a Emma con una sonrisa traviesa.

—¿Puedo bailar con el recién casado?

—Sería un honor.

Anne fue a bailar con su padre. Yo puse mis manos en la cintura de mi hija, ella colocó las suyas en mis hombros y nos movimos lentamente al ritmo de la música. Sonreí para luego depositar un beso en su frente.

—Estás tan grande, bebita.

—Ay, no te pongan tan sentimental conmigo, ¿eh? Debes estar feliz. ¡Te casaste!

—Lo sé, niña.—reí.—¿Qué opinas de todo esto? Hablo del matrimonio, ya sabes...

Emma frunció el ceño.

—Ya habíamos hablado de esto, Papá.

—Lo sé pero es diferente hablar teóricamente a una vez que es oficial.

—En ese caso, pienso que es la mejor decisión que pudiste haber tomado, con ella eres realmente feliz. Lo puedo notar.

—No entiendo como una niña de once años es tan lista, Dios mío. Pero bueno, siempre has sido así.

Ambos reímos. Mi pequeña se acercó más a mí, al punto en el que me abrazó mientras bailábamos.

—Espero encontrarme a mi propio Anne.—carcajeó.—¿Será difícil encontrar a alguien que me ame?

—Sí, porque no te lo permitiré hasta que cumplas cuarenta.

—Ay, Papá. Deja el rol de padre oso y sobreprotector algún día. No lograrás nada.

Tenía razón. La miré fijamente con una enorme sonrisa.

—Cuando eras más pequeña, cuando tú madre me pidió el divorcio, hubo un tiempo donde fui muy triste.—carraspeé antes de seguir hablando.—Te tenía a ti, y en cierto modo llenabas el vacío que tenía. Pero tuve que pasar por muchas cosas que todavía...

—Soy muy pequeña para entender o saber.

—Exacto. Y el día de mañana, no quiero que vayas por la vida pensando que lo tienes todo arreglado, porque no es así. Nunca sabes los tipos de imprevistos que habrán. Debes estar siempre preparada. Y tal vez, sólo tal vez, encontrarás a ese alguien que te ayudará a levantarte en cada ocasión que te caigas. Alguien en quien confiarás y amarás toda tu vida. Por otro lado, Muchas veces pienso que las malas decisiones que tomé en mi vida, lo que llevo de ella, mejor dicho, valieron la pena. Porque te veo crecer feliz día a día y no permitiré que nada ni nadie te lo impida. Sea quien sea. Y planeo hacer lo mismo con tu hermano, sólo que ya sé qué cosas no debo hacer.

Los ojos azules idénticos a los míos de mi hija se bañaron en lágrimas para luego abrazarme fuertemente. Plantó un beso en mi mejilla.

—Te amo, Papi.

—Y a ti, princesita.

Vi a Violet una vez que la canción terminó y comenzó otra. Le extendí mi mano.

—¿Me concede esta pieza, señorita Allen?

—Con gusto, señor Archer.

Reí mientras bailábamos, sólo que esta vez, más rápido. No era la misma canción y era más movida.

—Felicitaciones. Anne y tú son perfectos el uno para el otro.

—Debes estar celosa, me pudiste tener todito para ti pero preferiste unos rulos canadienses.—bromeé.

—¿Cómo crees? Al menos, de nuestra relación salió algo hermoso.

Miré a Emma, que bailaba animadamente con Anne y el pequeño bebé. Sonreí puramente.

—Algo hermoso y perfecto.

Dusk Till Dawn [WS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora