Capítulo 19

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[Una foto de Emma en los medios gráficos para que se la imaginen con ojos azules ❤]

Senté a Emma en su silla, me volteé para coger su plato y cuchara y sonreí.

-De acuerdo, princesa. Hoy vendrá Holly para jugar contigo, pero primero, debes comer todas tus verduras.

Le había preparado una pasta de guisantes verdes. Tal vez no se veía como lo más apetitoso del mundo, pero queríamos que comiera verduras desde ahora.

Emma apuntó el plato de bananas molidas que estaba en la encimera. Negué sacando un poco del plato con la cuchara.

-No, bebé. Primero esto, luego el postre.

Hizo un puchero mientras veía como su madre entraba a la cocina. Traía su bata y pantuflas puestas, su cabello estaba recogido en una coleta. Le sonreí, pero obtuve una mueca incómoda de vuelta. ¿Qué ocurría?

Llevé la cuchara a la boca de mi hija, quien la abrió en pocos segundos. Probó la comida y torció su rostro, en forma de desagrado. Bufé. Traté de limpiar su boquita, dándole los restos, pero simplemente, continuaba escupiéndolos.

-Vamos, Em. Come un poco. Debes crecer sana y fuerte, ¡para eso sirven los vegetales! ¿Cierto, Vi?

-Si no quiere comer vegetales, no la puedes obligar, Nate. Le preparé una papilla de pollo.

Fruncí mi ceño mientras veía como Emma sonreía. No podía creer que tuviera mis mismos ojos. Era como ver a un ángel. Sin duda alguna, mi hija era jodidamente perfecta. Minutos después de constante lucha entre comer y no comer, Violet me pidió el asiento para alimentar a Em. Me dolió, pero le hacía más caso a ella que a mí.

-Pero...

-¿Quién es la princesa más hermosa de Mamá, eh? ¡Aquí va la comida!

Decidí no comentar nada más. Fui hasta el salón y ordené los juguetes y peluches que se encontraban en el suelo, aunque no importaba demasiado, Holly y Emma sacarían todo de nuevo.

Debo admitir que han sido los seis meses más felices, difíciles y desafiantes de mi vida. Tener un hijo no es para nada fácil, pero el sólo hecho de ver a tu bebé feliz todos los días, lo vale.

Fui a abrir la puerta cuando escuché el timbre.

-¡Hola!

-Oh por Dios, ¡Holly, estás enorme!

La bebé me sonrió mientras se encondía en el cuello de su padre. Era una combinación perfecta entre Shawn y Taylor, sin duda alguna. Me saludaron con una enorme sonrisa; Podía ver que las cosas se habían fortalecido con la llegada de la pequeña Holly y estaba muy feliz por ello. Entraron para luego tomar asiento en el sofá. Violet salió con Emma en brazos. Ya no llevaba la bata pero sabía que algo no estaba en ella.

Emma, al ver a su amiga, estiró ambos brazos, tratando de alcanzarla. Reí mientras Violet la dejaba en la alfombra.

-Tranquila, pequeña. Holly no se irá a ninguna parte.

Saqué algunos de los peluches y los dejé al lado de las pequeñas.

-¿Quieren algo para beber?

-Un té estaría bien, Nate.-dijo Taylor.-Gracias.

-¿Shawn?

-Sólo agua, por favor.

-¿Amor?

-Nada. Estoy bien, Nate.

Asentí frustrado. Fui hasta la cocina, encendí el hervidor y me apoyé en la encimera. ¿Qué le ocurría a Violet? No le había hecho nada como para que estuviera así.  No lo entendía. Tal vez estaba en su período o algo por el estilo. Tampoco habíamos tenido sexo. Sólo lo habíamos hecho una sola vez desde la llegada de Emma y ni siquiera ella terminó por completo. Quería averiguarlo, pero no todavía. Quería darle su espacio.

Abrí una bolsa de galletas, las coloqué en un plato y preparé el té para Taylor. Puse todo sobre una bandeja y salí de la cocina. En la entrada, me tropecé con un jueguete, pero seguí caminando. Las dos bebés balbuceaban y reían de vez en cuando. Nos sentamos a conversar, menos Violet, quien tenía una leve y pequeña sonrisa sobre Holly y Emma. De repente, sus ojos se llenaron de lágrimas, se levantó y dijo:

-Lo siento.

Fruncí el ceño de inmediato, ya me estaba comenzando a preocupar. Me disculpé con Taylor y Shawn, explicando que últimamente, Vi ha estado algo extraña. Seguí sus pasos con lentitud y sigilo, llegué hasta el baño de invitados, donde escuché sollozos provenientes de adentro. No lo pensé dos veces, sólo entré. Ahí estaba ella, sentada en el inodoro con la tapa abajo y cubriendo su rostro. Cerré la puerta con seguro.

-Violet, ¿dime qué ocurre? No me iré de aquí hasta que me digas. Me has tenido preocupado todo el día.

Me miró, tratando de caer en llanto nuevamente, pero fue en vano. Sólo me limité a abrazarla fuertemente. Besé su cabello repetidas veces.

-Nate...-gimoteó.-No me dejes, por favor.

-¿De qué hablas, Vi? Yo nunca...-tomé su mano y le di un apretón.-...Nunca te podría dejar sola.

-¿Me lo prometes?

-Lo prometo.

Besó mis labios por un sólo segundo para luego volver a abrazarme. No sabía qué estaba ocurriendo.

-No puedo pensar, no puedo dormir, no puedo comer. ¡Siento que voy a morir!

-No morirás. No dejaré que eso pase, pero necesiro que me digas que te sucede, Vi. Quiero ayudarte...

-No puedes ayudar. Puede que todo se arruine en cualquier momento.

Besé su mejilla.

-Cuéntame, Violet. Por favor.

Tragó en seco, cubrió su boca y volvió a sollozar.

-Mi padre tiene cáncer. Va a morir y quedaré sola.

-¿Qué?

-Mi padre tiene cáncer.-repitió.

No lo podía creer. Mis ojos se cristalizaron en cuestión de segundos. Es que era increíble. Quería demasiado a ambos de mis suegros, y pensar que uno de ellos podía morir, hacía que mi corazón se rompiera en mil pedazos.

-Violet, conozco a tu padre. Es un hombre fuerte y créeme que esto no será nada para él. Encontrará su cura y seguiremos todos igual que siempre.

-¿Eso crees?

-Así será.

La besé por varios segundos. Todo tenía relación ahora. Su malhumor, su misterio y aislamiento. Violet creía que estaba sola. Pero está muy equivocada, nunca la dejaría. No me importaba nadie más que ella.

Una vez que mi esposa estaba mucho más tranquila, volvimos a la sala de estar, donde estaba Shawn cantándole una canción a nuestra hija y su amiga. Taylor aplaudía en dirección a las pequeñas de vez en cuando, haciendo que ellas rieran. Aplaudimos ambos una vez que terminó, nuestras hijas se unieron.

-¿Quién quiere ir al jardín?-propuso Violet.-Tengo limonada preparada.

Emma me estiró ambos brazos, así que la cogí con una sonrisa en mis labios. Arreglé su vestido y besé su cabeza. Tocó mi rostro con sus dedos, rió y trató de besar mi mejilla, pero sólo logró dejar  un rastro de saliva que me causó risa.

-Te amo, Em. Siempre lo haré.

Dusk Till Dawn [WS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora