Capítulo 48

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Miro a Emma mientras duerme. Miro el techo. Miro la ventana. Nada interesante sucede, y por mi parte, no logro dormir.

Me asusto al ver como mi hija comienza a sollozar y alterarse.

-Hey, hey... Pequeña, ¿qué sucede?

De repente, despierta alterada y algo desorientada por lo que veo. En cuanto sus ojos azules se posan en los míos, me abraza fuertemente.

-Papi... ¿Qué pasó con Mamá? ¿Ella está bien?

-Por supuesto, mi amor. Ella tiene que resolver algunas cosas. ¿Qué soñaste?

-Que la herían.

Acaricié el cabello castaño de mi hija.

-Tienes que estar tranquila, bebé. A tu madre no le pasará nada, a mí no me pasará nada y a ti no te pasará nada. Nunca podría permitirlo.-murmuré.-Eres lo mejor que tengo. Que tu madre y yo no estemos juntos, no significa que no me preocupe por ella.

-Gracias, Papi. Te amo.

-No me tienes que agradecer, Emma. Yo te amo más.

Mi nena se acurrucó a mi lado, besó mi mejilla y cerró sus ojitos.

-Tienes el corazón acelerado...

-No te preocupes por ello, Em. Todo está bien.

Yo por mi parte, cerré mis ojos, y no tardé en dormirme bajo la comodidad de tener a mi hija durmiendo a mi lado. Algo que nunca pensé que volvería a suceder.

En la mañana, desperté primero que Emma. Cuando intenté moverla para sacarla de mi lado y lograr salir, me miró con una sonrisa.

-Así que estás despierta, tramposa.

-Sí. Tengo hambre.

Reí.

-¿Qué opinas de si me acompañas a preparar desayuno?

-Está bien.

Bajé con mi hija de la mano. Llegamos a la cocina y abrí el refrigerador.

-¿Qué opinas de huevos revueltos con tocino?

-Mi favorito.

-Bueno, por mientras que lo preparo, ve y toma una ducha, princesa. Anoche planché tu uniforme, así que te lo iré a dejar a nuestra habitación.

Tenía tantas ganas de que Emma tuviera su propio cuarto. Ni siquiera era porque no quería dormir con ella, pero era una niña en pleno crecimiento, necesitaba su espacio con sus propias cosas.

Rompí tres huevos y los puse en el sartén. Los comencé a revolver hasta que estuvieron em el punto perfecto, agregué una pizca de pimienta. Luego, proseguí a freír el tocino. Me robé una lámina y me la comí.

-¡Papá! Ya estoy lista.

-Voy enseguida, Em.

Me limpié las manos, fui hasta el salón y tomé el uniforme de mi hija. Se lo llevé a la habitación.

-Gracias, Papi.

Dusk Till Dawn [WS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora