Capítulo 29

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No logro ver nada en el camino, sólo oscuridad. Puedo escuchar los gritos de desesperación y ayuda de mi hija y esposa a lo lejos, pero mientras más corro, me es más difícil encontrarlas.

La desesperación en mi cuerpo es máxima. Mi corazón late desesperado, esperando encontrarlas luego y sacarlas de todo peligro o daño, pero se me hace imposible. Escucho crujir una puerta, el nerviosismo aparece de la mano del miedo. Necesito encontrar a Violet y a Emma con urgencia, no creo poder esperar más.

-¡Nate, por favor!

-¡Papi, ayúdanos!

Doy vueltas en círculos, sin poder acercarme más. Suelto un gran grito de desesperación mientras caigo de rodillas en el suelo. Lloro fuertemente mientras cierro los ojos. Un charco de sangre me rodea. Miro mis manos por primera vez, tengo un cuchillo y estoy cubierto de sangre. Veo el cuerpo de Emma, ya más crecida, tendida y completamente muerta. Corro hacia ella, con tal de abrazarla, pero mi impulso hace que la apuñale una vez más. Cuento cuántas líneas tiene en su abdomen... Ocho, y con la que le he hecho más reciente, nueve.

Apuñalé a Emma nueve veces.

-¡¿Cómo pudiste, Nate?!-mi esposa me grita mientras me empuja al suelo.-¡Eres un enfermo!

-No, Violet... Yo no quise hacerlo... Por favor, perdóname... ¡No!

Veo como Emma se levanta y me abofetea, dejando mi rostro de color rojo carmesí.

-Ya me hiciste daño, Papi, ya no hay vuelta atrás.

Me desperté sobresaltado, sentía como si mi corazón saliera. Lágrimas aparecen, y de repente, comienzan a desparramarse por mi rostro. Revisé donde me encontraba, mi habitación. Violet dormía a mi lado plácidamente,  mis manos estaban limpias de una u otra forma. Pero eso no me bastaba. Necesitaba ver a la verdadera afectada, así que mientras mi llanto silencio no se detenía, me levanté y caminé a oscuras hasta la habitación de mi hija. Ahí estaba ella, con sus pequeñas manos regordetas sobre su rostro mientras dormía, sus cabellos descansaban detrás de ella y su pecho, intacto, subía y bajaba con tranquilidad y normalidad. Suspiré de alivio.

Cogí una manta de mi princesa y volví a la cama. Lloré y lloré de sólo volver a imaginarme lo que había soñado. Había sido una noche genial con la propuesta de matrimonio de Shawn a Taylor, quien de todas maneras, aceptó envuelta en lágrimas.

-Hey...

Sequé las gotas de agua transparentes que no cesaban, por más que lo intentara. Había despertado a Violet, joder.

-Violet, vuelve a dormir. Lo siento.

-No, no me dormiré hasta saber que ocurre.

Volví a llorar como cuando era pequeño y me caía de una bicicleta para luego ir a llorar a los brazos de mi madre. En este caso, los de Vi me acogieron de igual manera. Trataba de tranquilizarme con suaves palabras, pero recordaba apuñalar a Emma una y otra vez. Era una imagen falsa que no desaparecía de mi mente.

-Violet, júrame que estás bien, por favor... Que no te he hecho daño.-sollocé.-Por favor.

-Nate, estoy en perfectas condiciones. ¿De qué hablas? No me has hecho nada. Nunca.

-Es sólo que... Mierda.

-Habla conmigo, por favor. Necesito que lo hagas.

Tomé una gran bocanada de aire, sinceramente, me hacía falta. Me senté en la cama y limpié con las mangas de mi camiseta para dormir mi rostro. Debía tener la nariz roja, y los ojos inyectados de sangre, como normalmente me sucedía a la hora de llorar.

-Soñe que apuñalaba a Emma.-susurré muy bajamente.

-¿Qué? No te logro oír bien, ojitos azules.

Al escuchar mi apodo, sonreí. Pero duró muy poco.

-Soñé que apuñalaba a Emma, nueve veces. La dañaba a ella y a ti también, Vi. Nunca me lo perdonaría.

Violet cogió mi rostro con sus dos delicadas manos y plantó un largo beso entre los dos. Nos separamos luego de unos segundos y me obligó a mirarla directamente a sus perfectos ojos.

-Tú, Nathaniel Archer, me vas a escuchar muy bien. Tú nunca podrías hacerme daño, ni a Emma tampoco, ni aunque quisieras, porque te conozco y sé que eres el mejor hombre y padre del mundo. ¿Me oiste? No hay nadie como tú, ni nunca nadie te podrá igualar. Nunca nos harás daño.

-Gracias, Vi.

La besé para luego abrazarla. Me sujeté a su cintura con fuerza, no la quería dejar ir.

-Ahora dormiremos juntos, pegados el uno al otro porque no te dejaré ir, ¿de acuerdo?

Asentí mientras dejaba la manta de Emma en otro lado. Violet me obligó a voltearme, para luego pasar su brazo por mi cintura y apegarme a su cuerpo. Sentí muchos besos en mi hombro y nuca, haciéndome reír.

-Gracias por todo, Vi. Te amo demasiado.

-Yo más a ti, nunca lo olvides.

Y sin más, caí dormido.

A la mañana siguiente, fui el último en despertar, extrañamente. Violet me esperaba con el desayuno hecho abajo y Emma ya estaba bañada y peinada, sólo faltaba alimentarla. Tomé asiento en la mesa, al lado de la sillita donde mi hija comía. No podía parar de sentir culpa por lo que había pasado anoche por la madrugada.

-Vi, ¿puedo alimentar a Emma?

-¡Claro! No deberías preguntar. Aquí está su comida.

Me tendió un plato lleno de zanahorias, lechuga y tomates perfectamente cortados.

-¡Oh, Emma! Éste es un verdadero milagro. Tu madre ha tocado una zanahoria, ¿no es fantástico, bebita?

-Papi, Papi. Mhm...

Mi hija frunció el ceño mientras me intentaba alcanzar. Me levanté preocupado, la cogí en brazos y comencé a comerla a besos, causando miles de carcajadas en mi bebé. Una vez que paré, me miró seria y sus ojos se aguaron.

-No llores, pequeña. Papá sigue aquí... ¡Y te seguirá comiendo a besos!

Volví a lo que estaba hasta que ya no podía respirar con normalidad. Deposité a Emma en su silla nuevamente y la alimenté con tranquilidad. Inventaba algunos juegos con la comida, que parecían encantarles a mi hija y terminó su plato en menos de diez minutos. Luego comí yo junto a mi esposa, quien había preparado un exquisito omelette con tocino.

-Esto no está para nada mal, Allen.-admití llevando otro trozo a mi boca.-Creo que aquí tú deberías ser la chef.

-Ay, no hables tonterías.-rió.-Por cierto, debes apresurarte. Shawn y Taylor no tardarán en llegar.

-¿Qué?

-Quieren celebrar con nosotros y además traerán a Holly.

-¡Oh, Dios! ¡Debo apresurarme! ¡Adiós a mis dos bellas princesas hermosas, preciosas y lindas!

Besé a cada una y corrí hacia el baño para ducharme. Al escuchar las risas de mi pequeña hija, pude darme cuenta de varias cosas, entre ellas, en que ahora entendía a Violet. Nunca podría hacerle daño a mi bebita, nunca. Y daría lo que fuera por escuchar aquellas carcajadas pegadizas por siempre, hasta el fin de mis días.

Nunca le haría alguna clase de daño.

Dusk Till Dawn [WS #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora