Capítulo 1: Victoire

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La madriguera
02/05/1999

La madriguera no había sufrido muchos cambios luego de la guerra en el año 1998, sino que éstos habían sido infinitos. Molly Weasley se quería mantener ocupada mediante la compra y venta de muchos muebles, el cambiarlos de lugar, el pintar las paredes, etcétera. La mujer aún tenía pesadillas con la muerte de su hijo Fred, era un peso que cargaba en sus hombros y también en su corazón, produciéndole así un dolor inmenso e insoportable. El rostro de su hijo George era casi imposible de tolerar para ella, y no hacían falta grandes explicaciones del por qué. Eso también le producía tanta angustia... no ser capaz de mirar a uno de sus hijos era lo que más le dolía en el alma a una mujer como ella, tan entregada a su familia.

El momento en que vio al fruto de sus entrañas sin vida, su corazón se estrujó en su pecho. No había nada más espantoso para una madre que perder un hijo. Y desde luego que la culpa que sentía aún era insoportable. ¿Por qué no los envió a todos a casa? ¿Por qué no se quedó a su lado? Falló como madre, hubiera dado sin dudarlo su vida con tal que su hijo Fred siguiera vivo.

No notó cuando había comenzado a llorar hasta que una gorda lágrima resbaló por su mejilla izquierda. Con su dedo índice la limpia con rapidez y vuelve a la realidad. Molly revolvía la salsa que preparaba mientras a la vez revisaba con su mano libre las hojas del libro de recetas que tenía junto a ella. Hermione, su nueva nuera, había sido muy atenta con ella todo el año; Siempre que Ron y Hermione la visitaban pasaban dejándole regalos como aquel libro de recetas muggle.

Por supuesto que realizar una cena conmemorativa le había parecido bien al principio, ahora se arrepentía. No solo tendría un malestar continuo preguntándose qué podría haber hecho para salvar la vida de los que hoy dejaban asientos vacíos, sino que también estaba importunando a toda la familia para que dejara sus cosas y viniera a verla. ¡Qué mujer tan egoísta se sentía! Pero la verdad es que también se sentía sola.

Desde la chimenea del hogar, una especie de polvillo se remueve y deja que aparezcan las primeras invitadas en llegar. Hermione y Ginny se acercan sigilosamente hacia la cocina, aunque esta tarea fue más dificultosa para ambas puesto que, una vez más, la ola de renovación de Molly Weasley había atacado a los muebles de la casa.

—¿Mamá? —pregunta Ginny al llegar a la cocina. El aroma a la salsa que su madre preparaba llenó sus fosas nasales y abrió su apetito, después de todo el viaje en tren desde Hogwarts no era corto y estaba dispuesta a comer varias porciones de lo que su madre esté preparando.

Al escuchar la voz de su hija, Molly suelta el cucharón que tenía aferrado en su mano, limpia la misma en el delantal y abraza a la menor de los Weasley.

—Estás tan bella —dice, tomando las dos mejillas de su hija, una costumbre que tenía con todos y que jamás pudo (o quiso) eliminar—, y adoro tu cabello corto.

—Gracias mamá —dice Ginny, soltándose del abrazo y acariciando por instinto las puntas de su cabello que ahora apenas rozan sus hombros—, ya veremos qué opina Harry.

—Le encantará tesoro —le dice, mientras ahora se acerca para recibir a Hermione también con un abrazo. La chica lucía más alta y con el cabello recogido en un moño —. Gracias por venir, querida.

—Es siempre un gusto, Molly. ¿Qué podemos hacer para ayudar? —habla la castaña. Le gustaba mostrarse siempre atenta con su ahora suegra, la pérdida que había experimentado jamás podría superarla del todo y ella no podía hacer menos que intentar hacerla sentir más cómoda.

—Nada cielo, sólo debo esperar que la salsa termine de cocinarse y que todos mis comensales lleguen. Arthur no debe tardar en venir y él prometió arreglar la mesa —responde.

Outsider III - Draco MalfoyWhere stories live. Discover now