Capítulo 22: Partida

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El día está frío, nublado y lluvioso. Ava lleva puesto un abrigo largo de color negro, que había sido el regalo que Draco le había dado para Navidad. La joven se abraza con sus propias manos para consolarse un poco en esos momentos, acto que repetía desde hace siete días, cuando recordaba que el temido nueve de enero llegaba. Se encuentra contra la pared de uno de los tantos pasillos que hay en la casa de los Malfoy, había abierto las cortinas sedosas y brillantes de par en par, dejando así a la vista la magnífica tormenta. 

El jardín frontal de la mansión está de un oscuro color verde, puesto que así lo hacía lucir el agua. Las hermosas flores que Narcissa cuidaba con especial cariño lucían más radiantes que nunca, y muchas aves de tamaño pequeño revoloteaban bajo la lluvia como si estuvieran jugando en el jardín. Las tormentas le encantaban a Ava, pero descubre que aún más le gustaban las tormentas sobre el exótico jardín.

Suspira nuevamente, saliendo de su ensimismamiento. Aquí estaba. El día que debía irse hacia la base del entrenamiento de las Montrose Magpies, su nuevo trabajo, su nuevo sueño y su nuevo equipo.

La chica parece estar torturándose mientras se concentra en observar el cielo lleno de nubes grises y relámpagos violetas que son seguidos de sonoros estruendos. Una tormenta eléctrica recién daba comienzo cuando Draco cruza el pasillo del tercer piso y distingue la figura de su esposa al final de éste.

Decide acercarse a ella, con la mente en blanco. Odiaba ensayar conversaciones, porque nunca terminaban saliendo como él lo quería. Se arremanga con cuidado la camisa que lleva puesta, aún no podía tolerar que la cicatriz que le dejó la marca tenebrosa fuera tan notoria y horrible. Pronto se sienta en el elegante y frío suelo de mármol gris, quedando así al lado de Ava. Ella siente su presencia y se gira para observarlo.

—Hola —murmura Draco, con una media sonrisa. Sentía un poco de melancolía y su camisa olía a Whiskey por la misma. La tristeza que sentía se había disipado un poco con el alcohol, pero en cuanto Ava deje de estar con él en menos de cuatro horas, sabía que iba a necesitar más ayuda.

—Hola, amor —responde ella, con la misma expresión. Habían peleado durante la noche, y aunque durmieron juntos, ambos estaban resentidos por no haberla disfrutado como se debía. Era difícil, el matrimonio y la distancia después de una luna de miel y la pérdida de un hijo. ¿Cómo se suponía que dos personas, todavía adolescentes, pudieran salir de tantas cosas sin ayuda?

—Tengo el presentimiento de que ambos nos sentimos como unos grandes idiotas —le habla él, mientras se sienta en el suelo junto a su esposa. Ambos se miran ensimismados, como si pronto olvidarían el rostro del otro. Tratan de estudiarse, de memorizar sus facciones, sus aromas. Un estruendo en el cielo interrumpe la respuesta de Ava por unos segundos, por lo que ella cierra la boca y sonríe, acto que enternece a Draco de sobre manera. ¿Por qué su esposa le seguía acelerando el corazón como a los catorce años? 

—Te amo, mucho más ahora, y siento haberte dicho que quería irme —le dice ella, acercándose a Draco y tomándolo por las mejillas—. Quiero por el equipo, no es que quiera alejarme de ti y lo sabes. ¿Verdad?

—Lo sé ahora, lo sé porque lo he pensado en frío —responde, posando sus manos en las de Ava. Las de ella siempre estaban cálidas, y las de él casi congeladas. El calor que le proporciona la piel de Ava lo estremece un poco, y le genera angustia el saber que no volverá a tocarlas por un buen tiempo. Tanta angustia que comienza a sollozar.

—Dicen que los primeros años de matrimonio son díficiles —comenta, bajando sus manos hacia el pecho de Draco—, y es donde la pareja se pone a prueba de divorcio o no. 

—Un poco osado mencionar la palabra divorcio.

—Lo sé —ríe Ava nerviosamente mientras bebe un sorbo del vaso de Whiskey que Draco le ofrece—, sabes que no lo dije de esa forma.

Outsider III - Draco MalfoyWhere stories live. Discover now