Outsider III - Draco Malfoy

Capítulo 39: Hogar, dulce hogar

—Chicos, déjenos pasar —pide Ginny con amabilidad, aunque por dentro quería golpear a las alumnas adolescentes que besaban a Harry en la mejilla para la fotografía en movimiento. Trató de relajar sus celos, y tomó con fuerza la mano de Albus y Lily. Hugo, que venía atrás, se aferró a su brazo.

—Chicas, necesito dejar a mi hijo. Por favor —pide Harry, tratando de finalizar las fotografías. Se sentía un poco incómodo haciéndolo, y además no quedaba mucho tiempo para que el tren parta.

—Será mejor que despejemos la plataforma, no queremos acosar al gran Harry Potter —dice un moreno, perteneciente a Slytherin de séptimo año. Admiró a Harry Potter durante toda su vida, era un honor tenerlo frente a él.

—Por las barbas de Merlín, es sólo un hombre con gafas y una cicatriz —dice Ava riendo, mientras se entromete entre los alumnos que se iban felices con sus fotografías.

—Pero si llegó la odiosa de Hogwarts —responde él, acomodándose las gafas y poniendo un brazo en el hombro de Ginny. Todavía lo intimidaba que lo trataran como si fuese una celebridad, no le gustaba llamar la atención.

Además, el mérito no era de él sólo. Era de todos los que defendieron a Hogwarts ese día.

—Cuánto tiempo sin verlos, están preciosos los niños —contesta Ava. Tanto Albus como Lily se acercaron a ella para abrazarla, era una tía más a pesar de no tener lazo sanguíneo con aquellos niños. Hugo, en cambio, era algo más tímido que los niños así que simplemente la saludó con un movimiento de su mano.

La pequeña pelirroja estaba a poco tiempo de entrar en Hogwarts, y se había vuelto tan hermosa como su madre. Llevaba el cabello corto por los hombros y los ojos se los debía a Harry, eran idénticos.

Albus y James parecían dos copias de su amigo cuando era pequeño, ambos tenían el cabello oscuro y los ojos verdes al igual que él. Así eran los niños, traidores con quienes los llevaron por nueve meses en su propio cuerpo, salían idénticos a sus padres.

—Creí que no sobrevivirían —les habla Hermione, acercándose junto a Ron, Draco y los dos niños.

Tanto Rose como Scorpius se alejaron de sus padres y se acercaron a sus amigos, dejando sus valijas totalmente a disposición de los adultos. 

—Están nerviosos, es normal —les habla Rose, mientras Scorpius y James observan el enorme tren llenándose. El tiempo pasa rápido, partirían en unos minutos a algo completamente desconocido.

A pesar de escuchar durante toda su vida historias y anécdotas de sus padres en Hogwarts, ellos no las habían vivido en primera persona. No sabían lo que era compartir, por siete años, la habitación con niños de tu edad que probablemente serían tus futuros mejores amigos. No sabían qué materias tendrían, cómo serían sus profesores, si quedarían en la casa que más les gusta, si jugarían quidditch...

Eran muchas dudas, los nervios se mezclan con la ansiedad y el entusiasmo de comenzar algo nuevo. Pero lo valía, por completo.

—¿Qué se siente abandonar a sus pequeños? —pregunta Hermione, observando cómo Rose y Hugo miraban el enorme tren con admiración—. Yo no sé cómo lo haré el próximo año.

—James está contento a pesar de todo, además todavía queda disfrutar por un año a Albus, y por dos más a Lily —responde Ginny.

—Ustedes tienen suerte, tienen a sus otros hijos para ocupar su amor —responde Ava a sus amigos, haciendo que Draco voltee a verla—. Scorpius me deja solita con su padre, nada puede ser peor que eso.