Outsider III - Draco Malfoy

Capítulo 36: Guerra

El viento sopla fuerte en las colinas que rodean la madriguera. Ginny Weasley acaricia su ya crecida panza mientras sostiene su varita firmemente frente a la caja de pandora.

Habían preparado con anticipación, en el enorme campo libre, dos arcos para cada equipo y los elementos necesarios para hacer un juego lo más acercado a la realidad. No llegaban a los miembros necesarios, así que debieron dividirse de otras maneras.

—¿Y? ¿Cuánto más van a alargar esto? —pregunta Blaise desafiante. Estaba subido sobre su escoba, ya a una altura considerable, mientras su capa verde de Slytherin volaba por el clima. Un trueno resuena ante sus palabras, haciéndolo poner sus ojos en blanco. Siempre alguien, o algo, debía interrumpirlo.

—¿Tan rápido quieres comenzar a perder, serpiente? —le responde Ron altanero, mientras vuelva cada vez más cerca de Blaise. El moreno ya estaba por perder la paciencia, pero debía mantenerse sereno si quería ganar la más importante batalla de todas.

Un partido de Quidditch con sus viejos enemigos.

—¿Están todos en sus posiciones? —grita Ginny desde abajo, mientras todos los jugadores asienten —. Sin adelantarse de posición, Weasley junior.

George, Harry, Ron y Ava jugaban del lado de Gryffindor, mientras que Blaise, Theo, Draco y Daphne participaban del lado de Slytherin. Todos habían utilizado su uniforme de Quidditch que habían conservado de sus años de Hogwarts, y como Ava no sabía dónde había quedado el suyo tras tantas mudanzas, estaba utilizando el de Fred.

—Gracias a ti me estoy perdiendo éste y muchos partidos más niño —le habla Ginny a su panza, señalándola con su dedo índice—, mas te vale ser el maldito mejor buscador de Gryffindor cuando nazcas.

—No le hables tan dulcemente —ríe Ava al escucharla, mientras vuelva con cuidado para estar cerca de la pelirroja. Vuela hacia ella mientras la capa, que le quedaba un poco más grande de lo que debería, le traía ciertos recuerdos que no estaba lista para tener antes de un partido.

Tenía puesto el uniforme del equipo de Gryffindor que utilizaba Fred. ¿Por qué lo aceptó? Quizás porque podía sentir su aroma, el horrible perfume que había creado para los sortilegios que él amaba, no lo sabía. Quizás sólo era producto de su cabeza, quizás la capa estaba lavada y no tenía rastros de la esencia de su amigo fallecido, pero rechazó la capa de Ginny simplemente para volver a sentir a Fred una vez más.

Él siempre estaría vivo para ella, sobre todo en sus recuerdos.

—Oye —responde levantando su cabeza, no había notado a la morena sobrevolar a su lado —, tiene dos padres de Gryffindor que jugaban estupendamente bien al Quidditch. Le conviene ser un buen jugador.

—¿Y si quiere ser otra cosa? ¿Matarás al niño? —ríe Hermione, por lo melodramática que estaba Ginny por el embarazo. 

—Lo será cuando cumpla sus diecisiete años, mientras viva bajo mi techo adorará Quidditch —explica, teniendo todo planeado —. ¿Además, qué clase de persona aburrida odia el Quiddtich?

—Wow, gracias amiga. No recuerdo que las hormonas de embarazo de Ava la hayan vuelto tan malvada —se queja la castaña. Ava ríe, logrando así distraerse de los pensamientos que estaba teniendo sobre Fred.

—¡Ay no! No lo dije por ti. Tú no odias el Quidditch, ¿cierto? —pregunta, y Hermione se queda sin responder.

—Mejor seguiré leyendo.

—¿Y? ¿Vamos a jugar ahora o qué? —pregunta Blaise con impaciencia desde arriba. Ginny pone sus ojos en blanco, mientras con ayuda de su varita deja la caja en medio del campo que habían improvisado.