Tres de mayo del año 2000,
Callejón Diagon.
Ava se desploma en el sofá de color verde desgastado, el único asiento libre en la habitación donde se encuentra. Había estado durante horas organizando las cajas más livianas por órdenes de su nuevo jefe, aquel depósito era un caos total hacía tres horas. Sin embargo, la castaña se las había ingeniado para acomodar todo a la perfección en poco tiempo.
La puerta del depósito se abre y deja entrar a su nuevo jefe, cargando una gran caja de mercadería que parecía pesada.
—¿Acaso te tengo aquí para que descanses, o para que trabajes? —dice él, dejando caer la caja y mirándola.
—Cállate idiota —responde Ava con una sonrisa, mientras alza la mano en espera de George. El pelirrojo se acerca sin dudarlo, y la ayuda a ponerse de pie.
—No puedo creer que ese niño todavía siga invadiendo tu cuerpo, Ava —se queja de manera chistosa, mientras acompaña a la chica hasta fuera del depósito. Le ofrece atentamente un asiento frente a la caja registradora, y ella accede. La panza estaba enorme para tener seis meses, pero el doctor le explicó que era normal tratándose de un niño.
—Está muy a gusto ahí dentro, me alimento todos los días con dulces que me regalas —responde con una sonrisa—. Él tiene una vida mejor que el resto de los mortales, no paga la renta y tiene comida gratis.
—Tienes razón, debería dejar de malcriarlo —dice George, mientras escucha cómo una manada de adolescentes comienza a entrar a la tienda.
—Hoy hay una gran convocatoria —observa Ava, mientras ambos salen del depósito cerrando con un hechizo no verbal.
—La mayoría de las clases han terminado —le explica George, entendiendo a la perfección que éste sería el mejor mes de recaudación—, este mes tenemos siempre el número más alto de ventas.
—Me pondré a trabajar entonces.
—No te esfuerces demasiado —le advierte el pelirrojo, levantando el dedo índice y observando a la vez que los niños que entraron no rompan nada.
—Acepté ser tu empleada para trabajar, genio —le recuerda Ava, con el entrecejo fruncido. George ríe al observar a su amiga de tal forma, siempre que se enojaba con él ponía esa cara.
—Sí, pero no aceptas paga así que trabajaras lo que yo te ordene.
—No puedo argumentar contra tu lógica —ríe, mientras se sienta en el banco que tenía George frente a la caja registradora. Generalmente el pelirrojo no se sentaba, siempre andaba de un lado a otro atendiendo clientes o acomodando nueva mercadería. Sino, estaba en el depósito creando nuevos sortilegios. Sin embargo, le había pedido a Ava ayuda con la tienda para que la joven pudiera distraerse de todo lo que estaba pasando, lo mínimo que podía hacer era comprarle un asiento cómodo para que pase sus horas.
—¿Hoy me lo dirás? —pregunta él, apoyando ambas manos en la mesa donde la caja registradora se encuentra, y quedando enfrentado a Ava.
—No lo creo, lamento decepcionarte —dice con una sonrisa, pero George conocía a su amiga y sabía que no la estaba pasando tan bien como aparentaba. Desde hacía más de dos meses ella se la pasaba en la tienda y en la madriguera, admitió haber estado separada de Draco desde hacía tiempo pero jamás quiso decir la razón.
Había estado días y noches enteras con la chica, acomodando cosas en la tienda y recibiendo su ayuda en la creación de Sortilegios. No podía negar que la ayuda le venía bastante bien luego de que Ron tuvo que dejarlo para seguir con su entrenamiento, pero lo hacía más por ella. En la madriguera ella era muy bien atendida como siempre, pero sabía que se aburría estando allí las 24 horas del día, así que ofrecerle un trabajo pudo despejarla un poco.
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Outsider III - Draco Malfoy
Fiksi PenggemarUn año después de la Segunda Guerra Mágica, y de derrotar a Lord Voldemort, nuestro cuarteto preferido remonta sus aventuras. Sin embargo, sus aventuras ahora son diferentes: problemas en el matrimonio, hijos, trabajos nuevos, y el dolor de la pérdi...