Valentín continuó empacando más cosas que necesitaría para su excursión: un par de guantes, dinero de repuesto y otros objetos que sabía que aumentarían peso a su mochila, pero dudaba necesitar.
—¡Padre! —llamó a Dorian desde el pasillo y luego tocó la puerta de caoba de su estudio. Escuchó un «Adelante» de su parte y entró.
Dentro, el hombre daba pinceladas grisáceas a una pintura que Valentín distinguió como un monstruo sin forma.
—Necesito que firmes el permiso para el castillo. Marie ya lo hizo —se los tendió.
—Tu madre, Belmont, tu madre —murmuró con la vista en el lienzo. Se acercó hasta el escritorio y tomó una pluma. Al entregarle los papeles dejó un par de manchas en el papel, consecuencia de su arte.
—Gracias —dijo el joven, dio media vuelta y se dirigió a la salida.
—Después podrías contarme cómo fue —oyó mencionar a sus espaldas, y asintió. Le mostró un gesto parecido a una sonrisa y salió cerrando la puerta tras de sí.
Al salir escuchó el sonido de un golpe seco al otro lado de la puerta y salió de su casa.
[xx]
El viaje en autobús, según Valentín, fue la mejor parte: adentrarse entre Cárpatos rojizos y verdosos hasta distinguir el imponente e inquietante castillo de torreones color ladrillo y el misterioso acantilado queriendo ocultar un fondo espeso lleno de niebla, a pesar de la luz del día.
—¿Nunca habías venido? —cuestionó Vasile desde el asiento junto a él, mientras intentaba peinar su ahora corto cabello con los dedos.
Valentín negó con la cabeza.
—Cuando visitábamos a los abuelos no solíamos salir de su casa. En Rumanía nunca salí de Buscarest.
Vasile asintió—Nos han traído un par de veces. Al principio puede que asustara, pero ahora conocemos el recorrido de memoria. Creen que por hacerlo en octubre cumple su propósito. Sólo me hacen detestar más a los turistas. —Hizo una mueca de asco y Val sonrió.
Cuando hubieron llegado a lo alto de la roca que sostenía el monumento, les indicaron hacer dos filas divididas según su género y un guía los acompañó junto con las monjas hacia el interior.
—¡Sinuosas escaleras que no llevan a ninguna parte! ¡Míticas historias sobre seres bebedores de sangre! ¡Arte y...
—Una historia que contar —finalizó Vasile en voz baja, imitando la voz del guía para su amigo.
Continuaron el recorrido por corredores oscuros, deteniéndose en una habitación iluminada por velas eléctricas. En una pared se encontraba colgada la pintura de un hombre de cabello largo y rizado, bigote de época, nariz puntiaguda y ropas carmesí. Sus ojos desviados hacia la izquierda incomodaban a las personas.
—El antiguo príncipe de Valaquia, nacido como Vlad Draculea, mejor conocido como «El empalador». Bram Stoker se inspiró en él y en este castillo para escribir su célebre novela, Drácula. Solía empalar a sus víctimas, muchas veces vivas, y las veía desangrarse durante su almuerzo... —explicó el hombre y a un lado de Valentín, Vasile bostezó.
Continuaron el recorrido hasta llegar a un amplio balcón donde el guía se detuvo para que pudieran tomar fotografías. Desde la balaustrada se podía observar un antiguo pozo de agua, distintas plantas en macetas y dos chicas que se escabulleron de su grupo.
—Ven —susurró Vasile al ver a sus dos mejores amigas, pero Valentín negó con la cabeza.
—Es interesante. Quiero escuchar —contestó, el rubio se encogió de hombros.
—Tú te lo pierdes, yo me lo guardo —le hizo una mofa y desvió su caminar hasta otro pasillo.
Valentín tomó un par de fotografías como le pidió Annette y miró el pasillo por donde desapareció su amigo. Observó al grupo; incluso las monjas se encontraban distraídas. Retrocedió un par de metros y en cuanto se alejó de los demás, corrió.
Dentro del pasillo hecho de piedra, sintió que su sombra a la luz de las velas falsas se veía más grande de lo normal. Se recordó que el lugar solo era un negocio bastante rentable, pero aceleró el paso de todas formas y se encontró con dos pasillos. Dudó el camino a tomar, hasta que escuchó pisadas apresuradas en conjunto de alaridos y se acercó a la habitación donde escuchó los chillidos molestos. En el interior distinguió una cama con cabecero de caoba y junto a ella, un muchacho de espaldas que pisoteaba una rata.
—Muere, muere, asquerosa bestia —continuó empapando sus tenis de sangre, incluso cuando el animal dejó de chillar y moverse—. ¡Maldita sea! Te mataré y a todas las tuyas.
Valentín se escondió tras una pared, y luego de un par de segundos, lo vio irse por el pasillo que llevaba al grupo, no sin antes pasar un pañuelo por sus zapatos.
Val abrió su mochila para sacar su libreta privada y en la hoja donde estaba el dibujo de un chico pálido de lentes delgados, escribió: tengo la sospecha de que su secreto es contra los animales. Encima de esto lo único que se encontraba escrito era un nombre: Cosmín Ionesco.
Luego caminó hasta uno de los torreones donde sabía que estaban ocultos sus nuevos amigos.
ESTÁS LEYENDO
Confusa tragedia
Mystery / Thriller|CORREGIDA| Ambientada en Rumanía durante principio de los noventa, Confusa tragedia es un thriller psicológico que relata cómo un colegio ortodoxo recibe videos en los proyectores de sus aulas por parte de un asesino de estudiantes que se justifica...