XX- Hecho pedazos

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Camina. No la mires. No dejes que provoque ese efecto en ti.

Y no, no pensaba en su padre, sino en Narcisa, en lo que caminaba por los pasillos de la escuela. Narcisa y su padre eran muy parecidos, provocaban sentimientos similares en él.

—¿Por qué lo crees así? —le preguntó Vasile a Jade, pero se interrumpió al ver a Valentín acercándose con la mochila en el hombro—. Wow. ¿Los dulces te hicieron daño? Estuve con gases, pero...

—Buenos días —interrumpió el joven, sentándose en un pupitre cercano.

—¿Te ocurrió algo, Valentín? —cuestionó Jade.

Claro que ocurre. Odio a mi padre.

—Tenía gripe —contestó con la mirada retenida en el pizarrón.

El maestro impartió su clase con tranquilidad y mientras se hacía uno con Descartes, un pequeño pitido fue infiltrándose en su explicación, hasta que en un momento fue demasiado incómodo para continuar, llegando a un punto en el que los estudiantes tuvieron que taparse los oídos al no soportarlo.

—Fuera luces —exclamó su peculiar voz entre el insoportable sonido y las luces se apagaron.

—No, otra vez no, por favor —susurró alguien entre la oscuridad, y el proyector se encendió.

El video mostró que el rostro de Razvan estaba irreconocible. Ojeras pronunciadas bajo sus cansados y claros ojos. La mirada de alguien que consideró la idea de morir, pensó Val. Él sabía cómo identificarla.

—¿Remordimiento? ¿Dolor? ¿Por quién? ¿El sistema que me dio la espalda? —empezó Razvan con voz trémula, sin mirar a la cámara. Vestía una túnica de sacerdote y unos lentes que no eran suyos—. ¿Quién hizo eso por mí? Dime, Theodor, ¿quién creó al monstruo?

Y Clover apareció tras de él. Con los mismos ojos cansados y asustadizos, vestida con un traje que era familiar para todos. Levantó un azote entre sus manos con los ojos vidriosos y golpeó al joven en la espalda con él.

—Malditos seáis los que impidan el trabajo del señor —dijo Clover, mientras Razvan se encogía de dolor—. Somos suyos, por lo que deberéis de concedernos la última palabra. Somos suyos. Somos hijos de él.

Luego de esa perfecta interpretación de Narcisa, la pantalla se apagó.

La gente gritó.

Y el espectáculo acabó.

Cuando los estudiantes empezaron a correr fuera de las aulas y en lo que la policía llegaba, tres jóvenes intentaban hablar con su absorta amiga.

Jade estaba sumida en el mutismo y respirando de manera irregular en lo que todos salían despavoridos.

—Yo la metí en esto, ¿no es así? —preguntó.

—Deja de decir tonterías, Grosu. Levántate de una vez y deja de armar escándalos —escupió el maestro de matemáticas.

—Profesor Mihai, el director lo necesita —mintió Mihaela, sabiendo que el hombre no dudaría en la palabra de una estudiante tan ejemplar—. Tardará un rato en encontrarlo con este desastre —dijo en cuanto salió.

—¿Por qué no puedo enloquecerme estando sola? —soltó Jade.

—Jade, no tienes la culpa de nada. Todo esto se ha salido de control —continuó Mihaela, agachándose a su lado.

—Aún podemos ayudarla, Jade. Tenemos la garantía de que Clover sigue con vida. Estamos cerca —interrumpió Valentín.

Jade continuó con la mirada perdida.

Apartado un poco del resto, Vasile también se mantuvo abstraído, sin entender muy bien qué era lo que tanto le entristecía: Clover estaba viva. Quizás su problema era que Jade parecía lejos de estarlo.

Valentín se pasó una mano por el cabello y dijo:

—Podríamos tener una idea de lo que quiso decir ese video, si tan solo...

—Creo que quedó bastante claro —interrumpió Vasile en voz baja—. ¿No conoces los rumores sobre Theodor?

Valentín negó con la cabeza.

>>Era el capellán de aquí. No era como Narcisa o los maestros. Era bueno y simpático, pero un día, sin decir nada, se fue. Nunca supimos si lo habían trasladado o algo más, pero... Empezaron a propagarse rumores sobre su amabilidad. Sobre todo con los chicos.

—¿Creen que Dráck podría ser uno de esos chicos? —susurró Val.

—Entonces... Tendría sentido lo de no castigar pecados, solo a... —empezó Mihaela, pero fue interrumpida.

—Hipócritas —soltó Jade, con evidente asco en su voz—. Como Basco, Danielle, Nicoleta, Cosmín y... Y, quizás solo queda Clover y nosotros no sabemos qué oculta.

Pero Valentín negó con la cabeza.

—«No provoqué, solo ignoré» —citó al trozo de papel encontrado dentro de la varita y todo pareció cobrar sentido—. Ocultar los abusos de un padre podría entrar dentro de los escogidos por Dráck, ¿cierto?

—¿Qué has hecho, Clover? —susurró Mihaela. 




N/A: Espero les guste. Los secretos irán revelándose conforme transcurra la historia. Espero que logre el efecto que tanto ansío. 

Confusa tragediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora