XXV- Agua y sal

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Afuera llovía, como era habitual en aquel gélido lugar. Al estar a merced de la lluvia, la sangre sobre él se mezcló en el agua y la sal de sus lágrimas.

Y el dolor se hizo más agudo.

Quería volver a salir corriendo, pero esta vez para no volver. Sí, lo había enfrentado, pero, ¿ahora qué? ¿A qué se suponía debía aferrarse después del desastre? Volteó a ver la entrada de la casa cuando escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Era Anne, que se acercó a él.

—Debemos llamar a mamá. Se ha vuelto loco —le dijo abrazándose a sí misma, mientras la lluvia empapaba su vieja camiseta de Nirvana.

—Se acabó, Anne —soltó Valentín con un tono débil en la voz.

—Val...

—¡Se acabó, Annette!

Las lágrimas de Anne, así como las de Vale empezaron a confundirse con la lluvia. Entonces ella negó con la cabeza y Belmont continuó:

—Lo lamento, ¿vale? ¡Lamento que nos hayan criado como la mierda y ahora seamos así! —La tomó del brazo y frotó una de las marcas de cuchillas que tenía en la palma de la mano—. En verdad lo lamento tanto, Anne, pero tienes que volver ahí y actuar otra vez como si nada hubiera cambiado.

Ella abrió la boca para decir algo, pero un sollozo lo impidió.

—Pero tienes q-que volver conmigo, Val-entín —titubeó

—¿Y luego qué, Anne? Tener que soportar sus miradas, como si estuviéramos enfermos. Sé que esta no es la manera en que deberíamos actuar, pero él no es ningún santo. Odio que nos juzgue como tal. ¿No lo ves, Annette? Ríndete.

—¿Qué pretendes hacer, entonces?

Él se encogió de hombros, intentando no hacer una mueca por el escozor de sus nudillos.

—Llamemos a mamá, Val. No importa que no estemos juntos, eso no importa. Necesitas una casa, una escuela. ¡Padres!

—Necesito hablar con Clover —susurró con la mirada en sus zapatos llenos de lodo y la calle oscura. Dio unos pasos hacia adelante y la miró.

—De poder cambiar algo, cambiaría todo a mi alrededor. —Sonrió mientras le acariciaba el cabello rubio entre los dedos, le besó la mejilla helada—. Pero solo con la condición de conocerte una vez más —susurró con voz dolida.

Y Annette Marie lo vio dar media vuelta e irse sin pronunciar palabra, pero queriendo rogarle que se quedara.

[xx]

Tocó a la vieja puerta un par de veces esperando que alguien abriera y, para su suerte, Clover asomó la cabeza antes de quitar el seguro.

—¿Val?... Pero —musitó al verlo empapado, pero arrugó el rostro al ver la sangre—. Maldición. ¿Qué te han hecho?

—Debiste preguntarme —respondió él con la vista perdida mientras entraba a la casa, pero al ver la cara de confusión de ella, añadió—: si era feliz viviendo ahí.

Ambos voltearon la vista a la sala al ver que la luz se encendió y una mujer somnolienta que se abrigaba con una bata gruesa los miró. La madre de Clover parpadeó unos instantes, tratando de comprender la razón por la que un chico empapado y ensangrentado se encontraba en su casa a mitad de la noche, pero al detallar su cabello, los ojos de ambos, e incluso ese tono de piel que conocía tanto, preguntó:

—Es él, ¿verdad? —Lo señaló con el dedo y la muchacha asintió con una sonrisa tímida en el rostro—. Tenía mis dudas cuando vino con Jadelie y tus otros amigos, pero claro que puedo reconocerte.

—Lamento venir así y a esta hora... —Valentín se revolvió el cabello con incomodidad—. Me voy.

—No, tú... Mamá, por favor. —Clover lo tomó del brazo y miró a la mujer, suplicante—. Míralo... —susurró.

La madre de Clover peinó su cabello hacia atrás, sopesando la idea y le dijo al muchacho que podía tomar el botiquín de primeros auxilios del baño. Mañana se hablaría bien del tema.

Después que Valentín limpiara sus heridas y se cambiara de ropa, Clover le dio un par de mantas y una bebida caliente para que descansara en el sofá. Estuvieron un rato sentados en la sala mientras las caricaturas de la televisión les hacían compañía, entonces la muchacha se atrevió a preguntarle en voz baja:

—¿Qué ocurrió?

—Mi horrible padre —confesó él, acercando una vez más la taza caliente hasta sus labios mientras apartaba con brusquedad una lágrima que se deslizó por su mejilla púrpura.

Clover pasó una mano por su hombro y lo acercó a sí.

—Ahora nos tenemos a los dos. No olvides eso.



N/A: Finalmente Confusa Tragedia ha llegado a sus últimos capítulos. Espero estén asiosos por el acercamiento con Drack y los pocos secretos que faltan por revelar, y que apoyen la novela si les gusta. ¡Ganamos el tercer lugar en un concurso! Estoy muy emocionada, chicos. Se viene lo más interesante.

Confusa tragediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora