Al llegar a casa y encontrarse con la calefacción encendida e incluso la chimenea en la sala no le hizo sentir cálido. El cambio de clima de París con Bucarest era lo que más odió durante las primeras semanas, y para su mala suerte, su hogar era helado.
—Valentín Belmont —escuchó la voz de su padre y su mirada viajó a las escaleras de caracol por donde bajaba el hombre—. Llegas temprano.
El joven se quitó el abrigo y lo acercó al armario, intentando tener el menor contacto visual posible.
—Ocurrió un imprevisto. Las clases se vieron interrumpidas temprano.
El hombre asintió.
—¿No estarás involucrado, Belmont?
—Ya no me meto en problemas. Sabe que nunca fue lo mío.
—Fue por ello que acabé muy decepcionado —soltó al pasar junto a él para ir a la cocina.
Valentín se quedó inmóvil, recordándose no contestar. Discutir con Dorian no era inteligente, porque discutir con Dorian era hacerlo con un muro. Estaba ahí, pero no realmente. No escuchaba lo que no quería escuchar.
Dorian y Valentín rompieron un lazo que jamás sería arreglado de nuevo.
Subió a la segunda planta y detuvo el caminar a su habitación al ver la puerta del estudio de su padre entreabierta. Sus dedos quisieron tomar el pomo, pero alejó la mano casi como si el solo acto le quemara.
Por la rendija de la puerta pudo ver que un cuadro en particular ya no estaba colgado. El escudo de hierro adornado por un corazón con espinas clavadas y el velo dorado junto a él. «Gracia y Valentía». El cuadro pintado en honor al nombre de sus hijos estaba en un rincón de la habitación, cuando siempre había sido el favorito para contemplar en la pared.
Cerró la puerta con sumo cuidado, con temor de que Annette pudiera notarlo.
[xx]
Ven cubierta de lodo, empapada de lejía, como quiero que seas.
Como una tendencia, como una amiga,
como un viejo recuerdo, recuerdo, recuerdo.
Escuchó desde la habitación de Annette, pero no le pidió bajar el volumen como otras tantas veces. Esa noche no quería escuchar lo que su mente tenía que decirle.
El teléfono sonó. Se acercó hasta la mesita para descolgar y se quedó sentado sobre ella con la mirada puesta en la ventana. Los abedules llorones fueron ondeados por el viento como brazos gigantes señalando una dirección en particular.
—¡Lassere! —reconoció la voz de Vasile al otro lado—. Tengo mucho que contarte.
—¿Qué hay? —contestó.
—La chica se encuentra devastada. Cambió los resultados del periódico sin que nadie supiera y ni así le devolvieron a Razvan, sin embargo, le llegó una nota de Dráck.
—¿Qué le dijo?
—Que estaba enterado del fraude, pero que no tenía de qué preocuparse. El fin justifica los medios, le escribió.
—¿Por qué no lo soltó entonces?
—Dice que tiene algo preparado especialmente para él. ¡Jade, las palomitas! Bueno, noche de chicas, Vasile y alcohol. Únetenos para hablarlo mejor. Estamos en casa de Mihaela; sus padres están de viaje. Llámame si quieres la dirección, adiós.
—Siempre fuiste bastante popular —escuchó una voz suave desde el marco de la puerta. Annette levantó sus cejas delgadas—. ¿Cómo son las chicas católico-ortodoxas?
—Bastante extrañas. ¿Qué quieres, Annette?
Ella tomó asiento en la orilla al otro lado de la cama.
—¿No puedo hablar con mi mellizo favorito?
Valentín suspiró.
>>Vamos Val, están transmitiendo Drácula por televisión. Nos encanta.
El joven marcó a un número de teléfono.
—Tengo planes.
Ella asintió y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Valentín se quedó observando la silenciosa puerta, una vez más, deseando que todo fuera diferente.
[xx]
Mihaela vivía a un par de kilómetros de su casa y como todas las casas de la zona, estaba a varios metros de las casas rurales vecinas. Era de color celeste y columnas blancas.
Tocó el timbre y esperó con las manos en los bolsillos alguna respuesta. Un par de ojos verdes lo miraron por una de las tantas ventanas y Vasile le abrió la puerta.
Al entrar encontró a las chicas sentadas en el suelo frente al televisor en la sala de estar y veían, para su sorpresa, Drácula de Bram Stoker.
—Val, ¿quieres divertirte? —Le sonrió Jade al verlo sentado en el sofá, pero su voz se escuchaba distinta y sus ojos estaban idos.
—Jade.
—Mihaela —contestó la muchacha al reproche de su amiga y sonrió en dirección del joven, que le devolvió el gesto.
—No creo que sea...
—Sabes, tú te lo pierdes —contestó ella poniéndose de pie. Tomó una caja de cigarrillos de la mesa y salió de la casa.
—¡Jade, yo...! —se levantó el joven, pero Mihaela lo detuvo.
—No hiciste nada malo. ¿Bien? Iré a verla. Quédate.
El muchacho asintió y tomó asiento nuevamente. Junto a él, Vasile continuó comiendo de las palomitas en su regazo como si nada hubiera ocurrido.
—No siempre fue así —anunció el rubio—. Ya sabes, el pelo negro, las insinuaciones, el humor de mierda.
—Es que estoy confundido por alguien más. No quise... —intentó explicarse.
Vasile asintió.
—Tranquilo, lo que dijo Mihaela es cierto: no tienes la culpa. Ella... Es que no sé si decirlo...—Vasile hizo una pausa, debatiéndose entre continuar o no—. Muy bien, a la mierda. Yo le gustaba y lo cierto es que Jade siempre me ha parecido muy guapa, pero... Yo tengo cosas en las que pensar. Estaba confundido, pero ella reaccionó bastante mal.
—¿Cómo?
—Creo que como reacciona alguien a quien se le rompe el corazón.
—No seas tan narcisista, Bogdan, necesitas más que ser un marica para romper mi corazón —le dijo Jade desde el umbral.
—¡Bisexual! Y tú estás ebria.
—Como sea, no tienes idea de nada.
Vasile asintió.
—Tienes razón Jade, lo siento.
—Sí, lo sientes. —Ella endureció la mirada—. Siempre has sido un chismoso. No puedes evitarlo.
—Jade, no continúes algo que no podrás terminar —murmuró Mihaela, tomándola del hombro.
La pelinegra apretó la mandíbula, pero para sorpresa de todos, sólo sonrió.
—No tiene caso, jamás lo entendería. Como sea, necesito una aspirina.
Entró de nuevo y se dirigió a una de las habitaciones con Mihaela tras de ella. Los chicos la escucharon patear algo a lo lejos y Vasile mantuvo la mirada sobre el suelo.
—Bueno, es hora de irme.
—Creo que Dráck tiene algo planeado especialmente para Clover —confesó Vasile viéndolo tomar su abrigo del armario—. De otra forma no me explico por qué todavía la tiene.
El joven asintió
—Sólo nos queda esperar otro video.
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Confusa tragedia
Mistério / Suspense|CORREGIDA| Ambientada en Rumanía durante principio de los noventa, Confusa tragedia es un thriller psicológico que relata cómo un colegio ortodoxo recibe videos en los proyectores de sus aulas por parte de un asesino de estudiantes que se justifica...