XXIX- ¿Dónde está ella?

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«Pero, ¿dónde está ella?» era la pregunta verdaderamente importante cuando la noche era fría, las calles estaban solas y ya había transcurrido mucho tiempo.

Después del incidente de las fotografías, los chicos decidieron ir a casa de Clover para buscar mantas y calentarse en lo que pensaban en dónde podría estar Jade, teniendo de fondo MTV.

—Tú hiciste esto —bramó Vasile, soltando con brusquedad la taza de café que tenía entre las manos y señalando a Clover—. Le echaste la culpa de todo.

—Actué rápido —contestó ella con la mirada en la ventana—. El padre de Mihaela la mataría de otra forma.

—Pero, ¿por qué a ella? —preguntó sin dejar de darle vueltas en su cabeza.

—Sabemos de quién sería una idea como esa, Vasile.

—¿Ninguno de nosotros toma malas decisiones? —continuó él.

—¡Ya basta! Lo siento, en verdad lo siento, pero necesito que entiendas que a ella no le hace falta que la ames. Necesita un doctor.

Vasile continuó:

—Somos una chica que no puede romper las reglas porque le rompen un brazo, un bisexual, tú, amiga del asesino y él... Que se acostaba con su hermana. Sí, todos lo sabemos. Por Dios, Clover, ¿a quién pretendes juzgar?

Valentín dejó de grabar las canciones desde su postcast y los miró con desinterés

—¿Y crees que así la encontraremos? —intervino.

—Sé... Sé que no puedo arreglarla, lo sé —musitó Vasile, mientras lágrimas empezaban a bajar por su rostro—. Pero es dífi... difícil ver cómo se desangra, llora y no poder decirle que la ayudaré porque no puedo.

Clover se acercó a él para abrazarlo y musitó:

—Hay un lugar... Quería dejarlo como última opción por si no estaba en su casa, ni en la ciudad.

—¿De qué hablas...?

—Hay un lugar que no quise revisar porque si él la tiene ahí, estará esperándonos.

—Nos está esperando, Clover —soltó Valentín—. Su desaparición seguida de las fotografías. —Sacó algo arrugado de su bolsillo trasero y se los tendió.

Una imagen. Un chico castaño y una chica rubia besándose en un callejón. En la parte de atrás estaba escrito:

«Tu verdadera hermana sabe dónde encontrarme. No aceptaré estupideces.

Los veo en nunca jamás».

[xx]

Nunca jamás era un hotel abandonado en los años cincuenta a las afueras de Bucarest, decorado por un abismo rebosado de neblina y oscuridad tras él.

—Era la casa de los secretos —reveló Clover, acercándose al lúgubre y enmohecido hotel—. Nicoleta, Arlet, de vez en cuando Anthea y yo veníamos.

—¿Anthea? —repitió Valentín y Clover asintió encogiéndose hombros.

—Nos pasaba las tareas. Nunca imaginé que Nicoleta la odiara tanto.

—¿Seguiremos el plan? —preguntó Vasile, acomodando su cuchillo escondido entre el cinturón y los jeans.

Valentín asintió.

—Seguiremos el plan. Nada de héroes.

Se acercaron silenciosamente entre la neblina y la maleza, siendo acompañados en los Cárpatos por el vaho que salía de sus bocas, el aullido de un solitario lobo a lo lejos y la maleza que crujía bajo sus pies.

Valentín deslizó la puerta con cuidado y esta rechinó, incómoda, lo que pareció remover cosas dentro del lugar. Sonidos en las paredes provenientes de animales y sombras cobrando vida. Les inundó un olor a humedad.

—No se alejen, por favor —susurró Clover, aferrándose a ambos muchachos.

Las linternas y la opaca luz de la luna que se filtraba por las ventanas rotas les dieron un vistazo a lo que antes era una recepción con muebles ahora cubiertos de plástico y polvo.

Escucharon el sonido de una silla rechinar con fuerza desde la segunda planta, seguido de gemidos ahogados. Clover suspiró y presionó con más fuerza su agarre.

—Debe ser ella... —musitó Vasile, empezando a subir las escaleras con cuidado, escuchando el crujir de los escalones de madera y el papel tapiz arrancado de las paredes bajo sus pies.

Al principio de las largas escaleras, las puertas del salón estaban abiertas y en medio de lo que antes había sido un bello centro de eventos victoriano, estaba Jade atada de manos y pies sobre una delgada silla. Vasile corrió hasta ella, que ya tenía el oscuro maquillaje corrido por las mejillas, le quitó la mascada de la boca y la joven tomó una bocanada de aire.

—¿A dónde fue? ¿A dónde fue? —preguntó en cuanto pudo, mientras los muchachos quitaban la cinta de sus manos.

—Pensábamos que estaría contigo —contestó Clover, viéndola removerse incómoda.

—Está armado y dice cosas loquísimas, joder, ya iba llegando a mi casa cuando me tomó del pelo y puso algo en mi nariz. ¡Maldita sea!

—Dios, Jade, estaba preocupado. Pensé que...

—¡Pensó que te habías colgado al fin! —soltó una burlesca voz tras ellos, haciendo que se voltearan hacia el joven que salía del oscuro pasillo de las habitaciones del hotel.

—Joder —farfulló Valentín al ver que los apuntaba con una linterna en el rostro y luego a él mismo. Su sonrisa brillaba al igual que sus ojos, pareciendo deleitarse con un festín.

Ellos serían la cena.

—Son bastante parecidos —comentó Arlet, paseando la linterna de Clover a Valentín. —Ambos tienen esa mirada culpable.

—Arlet, por favor —pidió Clover—. Solo queremos llevarnos a Jade. Nunca he hecho nada para delatarte y no empezaré a hacerlo ahora. Se acabó. Puedes irte antes que te descubran.

—Clover, la cuestión es... Que no te debo nada y aún no puedes entender eso. Pero bueno, empecemos como lo planeé—. Les apuntó con el arma que tenía escondida en el elástico de los pantalones holgados—. Vamos a la piscina.


N/A: ¿Qué les pareció el primer acercamiento a Arlet? Falta muy poco para que acabe CF. ¡Estoy tan emocionada!

Confusa tragediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora