Mi hermana me despierta dos horas antes de ir a clase, es Lunes y como todos los Lunes he de ir a repartir el desayuno en el comedor social que hay una cuatro manzanas de aquí.
Siempre es la misma rutina. Por la tarde iré a clase de lenguaje musical, para así, ir los Martes a clase de Chelo. Los Miércoles son los peores, he de aguantar el asqueroso olor a tabaco que desprende Daniel, mi profesor particular de inglés, junto con sus largas y aburridas charlas de como algún día tendré que enfrentarme al mundo y de las grandes desigualdades que hay en este. En cuanto al resto de la semana es más de lo mismo, clases, estudio, parroquia... Sé que la gente espera que diga que me gustaría que fuese de otra forma, pero no es así. Me gusta esto. Me gusta la rutina y tener mi vida bien estructurada, saber a que iré a la Universidad de Pensilvania y trabajaré en la biblioteca del padre de Amy durante unos años, hasta que Adam entre en la empresa de su padre y pueda dedicarme a las labores de casa y ayudar en la parroquia.
Adam es el tipo de chico que cualquier padre querría para su hija, siempre hemos estado destinados a acabar juntos. Nuestros padres son amigos desde su infancia, y siempre han tenido claro qué camino querían seguir.
De camino a clase me encuentro con Jake y su hermana pequeña.
- ¡Hey, Jess! Que guapa estás hoy - Me dice Jake con sonrisa pícara.
- ¡Nunca me dices esas cosas a mi! - Reniega Alice.
-Porque tu estás guapa siempre- Le digo sonriendo a la hermana de Jake.
-Bueno vamos, que tengo exámen a primera hora y quiero repasar un poco antes- Dice Jake mientras empieza a caminar a paso rápido.
Al salir de clase de lenguaje musical paso por la pastelería que hay justo enfrente de la biblioteca del padre de Amy. Es el cumpleaños de Adam y su familia ha invitado a la mía a cenar para celebrarlo. Elijo unos pastelitos de chocolate, siempre es lo más acertado, aunque para mí desde luego serían mejor los de crema de manzana.
Justo al cruzar la esquina me encuentro con el grupito de chicos del púlico que estaban ayer al lado de la parroquia. Intento cambiar de acera pero ya me han visto.
- ¡Anda mira, pero si es la hija del párroco! ¿Que? ¿Llevando pastelitos para ti y tus amiguitos ladrones?- empieza el más alto de todos.
- Zack, no lo va a entender, ella piensa que son todos unos benditos. ¿Que te parece si la enseñamos lo que es su padre?- dice la chica rubia que tiene a su derecha.
Empiezan a temblarme las piernas, no quiero ponerme a tartamudear como una niña pequeña, así que dejo que sigan, a ver si se cansan al ver que no busco ningún tipo de confrontación.
- ¡Muy buena idea Angie! Mojigata, siento mucho esto – dice el chico que tengo justo atrás riéndose entre medias- pero yo y mis amigos tenemos hambre.
- En realidad se dice mis amigos y yo-. No sé porque he dicho eso, sé que solo creará más pelea, pero ya está dicho, ya no hay vuelta atrás.
- ¡Anda pero si tiene lengua y todo! -replica la chica pelirroja llamada Kat- Bueno chica que no tengo todo el día- Empieza a decir a la vez que me quita la bolsa que llevo.
- Mmm chocolate, tienes buen gusto chica- continúa el chico de al lado con la boca llena- mejor me los llevo a casa, total, estos ya los ha pagado mi madre en la ofrenta todos los Domingos.
Empiezo a ver borroso y noto como estoy a punto de llorar, (contrólate,contrólate). Justo en ese momento aparece otro del grupo, moreno, ojos azules y cigarrillo en boca.
- ¡Ey tíos! ¿Que hacéis con la hija del párroco? ¿No veis que luego se irá a chivar a su papi, y la bronca vendrá a nosotros? Atontaos
- Como si a ti te interesase lo que te vayan a decir tus viejos- ríe Zack mientras devora uno de mis pastelitos.
- Tú, idiota, que a la próxima me toca un mes de trabajos comunitarios, ¿recuerdas? Venga anda, devolverle lo que queda a la chica- dice mientras le arranca la bolsa a Zack.
- Buah tío, vámonos al parque oeste a ver que pillamos por ahí- empieza a decir Kat, mientras todos la siguen detrás.
- Gra-gracias- consigo decir al chico de ojos azules.
-No me las des, me los hubiese comido de no ser de por que no son de crema de manzana, toda una pena- me contesta él.
- Ta-también son mis favoritos- no sé porque no puedo parar de tartamudear.
-Ya bueno, eso cuéntaselo a quien le interese- suelta en tono arrogante.
Ya he tenido suficiente por hoy, me giro y empiezo a dar grandes zancadas para llegar cuanto antes a casa de Adam.
Ha sido una cena estupenda, la madre de Adam siempre ha cocinado genial, me subo en el coche para por fin llegar a casa.
- ¿Que tal el día cariño?- pregunta mi madre.
- Bien, como siempre. Al salir de clase he ido a la pastelería que hay justo enfrente de la biblioteca, pero estaba cerrada, por eso he tardado un poco más en llegar.
No sé muy bien porque he dicho eso, nunca he mentido a mis padres y no quiero empezar ahora. Se me empiezan a cerrar los ojos, ha sido un día agotador.