Entro con el calzado para no hacer ruido. Estoy dolorida, solo quiero acostarme y no levantarme nunca.
De pronto la luz se enciende y encuentro a mi madre mirándome. Es una mezcla entre miedo, duda y rabia, nunca la había visto mirarme así.
-¿¡De donde vienes!? ¿¡Qué te ha pasado!? ¡¡Pero menudas pintas, esa es tu camisa interior!! ¡¡Pareces una cualquiera!!
-Mamá, yo...tranquilizate, tiene su explicación, yo...
-Largate de mi casa.
-¿Cómo?- Me tambaleo, sigo estando mareada y eso me ha pillado por sorpresa.
-Ya me has oído, en esta casa no se admiten chicas así, ¿y esos moratones? ¿te has metido en líos? Jessica, Dios te castigará por todo esto, cuando se entere tu padre...
-Mamá, ¿dónde está tu anillo de compromiso?- Me fijo en su mano, siempre lo lleva, nunca se lo había quitado, ¿dónde está? Me da la sensación de que no soy la única que acaba de llegar a casa, y no me gusta nada. Ella duda, está desconcertada, creo que está pensando algo que contestar. Algo va mal.
-Lo...lo lleve a la tienda a que lo sacaran brillo. ¿A tí qué te importa pequeña bastarda? Vienes a las cinco hecha un desastre y medio desnuda y preguntas por mi anillo- Resopla- No te reconozco, me avergüenzo.
-Mamá, yo...- Las lágrimas comienzan a caerse de mis ojos- Lo siento mucho, no volverá a pasar lo prometo, ha sido un fallo, no tengo la culpa, últimamente...- Me paro. ¿Qué la voy a decir, que me gusta un chico del público fumador que va con una panda de locos? Bueno, él es uno de ellos también. Un loco con ojos azules.
-No Jessica, esta casa no se va a convertir en un antro de locura. Vete, has de cumplir tu castigo. Dios también lo quiere.
-¡Deja de mencionar ya a Dios soy tu jodida hija y me estás echando a las cinco de la mañana a la calle, mírame!- Justo en ese momento recibo una bofetada. La miro con odio, con todo el odio que la puedo transmitir, me doy la vuelta y me voy.
¿Y ahora a dónde voy? No puedo ir a casa de mis amigos, no quiero meterlos en problemas, y no pienso ir a casa de Gale o al descampado. Comienzo a dar vueltas sin sentido, a pensar en las cosas, y al final me siento en el suelo, apoyada en un edificio. Comienzo a llorar demasiado y oigo el pitido de un coche.
-Guapa, sube al coche- Me dice una voz masculina desde dentro.
-No gracias- Le digo sollozando desde el suelo sin levantarme.
-Venga, nos vamos a divertir te lo prometo.
-¿No has oído que no quiere ir? Largate.- Gale aparece detrás de mí asustado y se sienta a mi lado. Nuestros hombros se rozan. ¿Por qué siempre tengo que tener estas pintas cuando me encuentro con él? El coche arranca y se queda mirándome.
-¿¿Qué haces aquí Jess?? Por dios son las seis menos veinte de la noche, te fuiste de casa de Zack hace mucho, ¿¿qué haces que no estás en casa??- Me roza la cara con el dedo para quitar una lágrima pero estoy tan dolorida por los golpes de Dan que hago una mueca y me aparto. Gale me mira con tristeza.
-Me...me han echado. Mi madre estaba despierta y...me ha echado. No tenía dónde ir.
-¿Qué? Jess pero...tú siempre puedes venir a mi casa, mírate estás... Siento muchísimo todo esto, yo no debería estar aquí pero soy un egoísta...Lo siento de verdad joder...- Puedo ver que sus ojos se enrojecen, ¿Gale llorando? Me asusta la idea, asíque me acerco más a él.
-Gale no tienes la culpa, fue Dan...quiero decir, y mis padres son muy duros...Te escuché decir a Zack que no me volverías a ver, por eso no fuí a tu casa- Comienzo a llorar otra vez demasiado. De pronto noto sus brazos rodeandome despacio. Duele pero me quedo así, llorando en él. Es penoso.
-Mataré a Dan por lo que te hizo, o por lo que casi te hizo. No soporto que te toque, te prometo que no volverá a pasar, no lo permitiré.- Me susurra. Un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Solo asiento en su hombro.
-Vamos, vamonos a mi casa. Mañana no irás a clase, no puedes. Ven.- Me pone por encima su chupa y me agarra firmemente algo más arriba de la cintura y apoyo mi cabeza en su hombro mientras caminamos, estoy agotada.
-Tranquila, mis padres no están- Me dice al entrar en su casa. Huele a él.- Te daré una camisa larga mía, lo siento no tengo ropa de chicas- Me dice sonriendo tímidamente. Subimos a su cuarto y no me disgusta. Tiene algunos pósters de gente que no conozco pero la estancia es agradable. De frente está la cama de matrimonio y a la izquierda su escritorio con un portatil. Se acerca al armario de la derecha y saca una camisa negra. Me la da en la mano.
-Te dejo cambiarte, voy a por algo de pomada para esos moratones.- Cuando sale me quito los pantalones y la camisa rapidamente y me pongo su camisa. Me queda a mitad de los muslos y me encanta como me sienta. Me encanta tenerla puesta sabiendo que él la ha llevado. Puede que esté yendo demasiado lejos pero ¿qué puedo hacer si no?
Aparece por la puerta y se queda parado. Luego sonríe- Te queda bien.
Me siento en la cama y el me aplica pomada despacio en los brazos. Intento no hacer muecas del dolor pero fallo penosamente. Luego en la mejilla izquierda. Sus ojos son hipnotizadores, increíbles. Sonríe de forma cálida y nos encontramos bastante cerca. Puedo oler su respiración. Al final termina y los dos sonreímos.
-Acuéstate en mi cama, prometo no moverme del otro extremo.- Asiento, estoy nerviosa pero estoy bien. Me tumbo y me tapo con la colcha mientras oigo como se quita la ropa pero me mantengo firme en mi posición. Una vez oigo como se mete me relajo un poco.
-Nunca has dormido con un chico ¿no?- Le oigo desde su lado.