9.

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Mi padre y todos en la casa a parte de mis amigos sabían que estaban enferma. Ha pasado un mes y yo ya había empezado la quimio, era insoportable, siempre estaba cansada y vomitaba mas de cuatro veces al día, era realmente cansado. Hoy era Lunes y teníamos que ir a clases, me desperté gracias a mi despertador personal llamado Fer, si, se quedó en casa a dormir, me levanté, me vestí con unos vaqueros largos, una blusa y unas sandalias y bajé a la cocina donde todos estaban ya desayunado.

-Buenos días.- Saludé.

-Buenos días.- Saludaron todos.

-¿Cómo te encuentras?.- Preguntó mi padre con algo de miedo ya que últimamente estaba algo insoportable y tenía mucho carácter.

-Como siempre.- Contesté y me limité a ir a por un vaso de zumo.

Me dirigí a la nevera por el zumo y cuando lo cogí se me cayó al suelo haciendo que se rompiera la botella de cristal y todos se asustaran.

-¡Joder!.- Me agaché a recogerlo con lágrimas en los ojos.

Vi como Rose me iba a ayudar.

-No necesito ayuda, puedo sola.-

-Lo sé.- Me respondió. Me sentí fatal, nunca hablaba así a Rose.

-Lo siento.- Me levanté y la miré, esta solo asintió y yo la abracé y mas lloré en su hombro.

-Tranquila mi niña, todo está bien.- Me quiso tranquilizar sin mucho éxito.

-Nada está bien nana.- Dije y me fui a mi habitación. 

No quería ir a clases, bueno, si quería pero no tenía fuerzas para aguantar a todas esas pijas descerebradas metiéndose conmigo, obviamente no saben que me estoy muriendo, quiero decir, que estoy enferma. Fer cada vez que digo que me estoy muriendo me da un golpe, si, leéis bien, me da un golpe, y lo digo bastante veces, ni siquiera me doy cuenta. Estaba en mi habitación y entró Fer.

-¿Qué quieres?.- Le pregunté y solo se limitaba a mirarme. -No voy a ir a clases.- Seguía sin decir nada. -Di algo joder.- Nada. Me pone de los nervios últimamente. -Bien.- Me levanté y pasé por su lado para bajar a la cocina, ya no había nadie, estaban en el salón. Me acerqué y todos me miraban con pena ¿por qué coño me miran así? Odiaba que miraran así.

-¡Que no me miréis con pena, coño!.- Grité.

-Nikki, ya eh.. ya!.- Se enfadó mi padre.

-Ya.. ¡Ya digo yo! por eso no quería decíroslo, no quería vuestra pena, no la necesito.

-No te miramos con pena, si no con preocupación.- Me dijo Emma.

-¿Preocupación? ¿y tu quién te crees para preocuparte por mi? ¡tú no eres mi madre.- Le solté sin pensar y mi padre me pegó un bofetón en la cara. Yo me puse la mano y lo miré con ojos llorosos.

-Lo he dicho sin pensar.- Sollocé. -Nunca me habías puesto una mano encima.. nunca.- Lo miré con rabia en los ojos. -No te lo voy a perdonar en la vida.- Cogí mi mochila y me fui sola para clases.

El instituto no quedaba lejos, a unos diez minutos. Entré y me fui a mi salón, me senté en un asiento de la última fila y esperé a que llegara el profesor. Al cabo de unos cinco minutos este llegó y comenzó la clase. Me gustó, realmente me gustó la clase, terminó bastante rápido.

-Bueno, ya se terminó, podéis iros.- Se dio la vuelta a su mesa. -Señorita Miller, quédese, quiero hablar contigo. -Me dijo sin girarse. Así que, cogí mis osas y fui hacia él.

-¿Qué tiene que hablar conmigo?.- Pregunté.

-Quiero que conozcas a mi hija.- Me soltó de golpe.

Mi insoportable hermanastro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora