Capítulo 11

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Brian se miró al espejo por cuarta vez antes de marcharse, tratando de hallar algún defecto en su vestimenta. Era domingo por la tarde, y aunque por lo general llegaba al bar casi a la hora exacta de las presentaciones, ese día tenía la necesidad de llegar un poco antes para colmar sus ansias. Quería que la presentación saliera excelente para que Roger se la pasara bien.

No sabía que era lo que le estaba pasando, pero cada vez que pensaba en ese chico rubio una amplia sonrisa aparecía en su rostro y su cuerpo experimentaba un calor agradable. Él no se consideraba homosexual, más no iba a negar que pensar en Roger le causaba cosquilleos en el estómago, justo como los que había sentido cuando había visto a Rachel por primera vez.

Él consideraba a Roger un chico muy agradable, le gustaba estar con él, y asumía que los cosquilleos se debían a que quizás, dentro de muy poco, podría entablar con él una buena amistad como la que tenía con Freddie y John.

Además, Roger no era un chico común. Desde el principio Brian se había dado cuenta de que acercarse a él sería difícil, y ahora que mantenían una buena relación, no había duda de que terminarían llevándose muy bien. La vida del chico no era nada fácil, así que él se encargaría, como buen amigo, de borrar los malos recuerdos que tenía para reemplazarlos por buenos momentos.

Cuando por fin estuvo satisfecho de su imagen, tomó las llaves de su auto y se apresuró a salir de la casa.

La tarde era soleada y el viento soplaba con fuerza. El otoño estaba por terminar y en menos de una semana entraría el invierno. Brian no se preocupó por regresarse por un abrigo extra. No tenía tiempo.

Rápidamente se subió a su auto y comenzó a conducir rumbo al bar. En el trayecto encendió la radio y buscó alguna estación que fuera de su agrado, pero al no encontrar una canción que lo mantuviera agitando la cabeza y golpeando el volante con sus dedos, la apagó. Eso sí, su buen humor estaba intacto.

Cuando finalmente llegó a su destino, aparcó el auto cerca del bar y se bajó para abrir el portaequipajes, que era donde había guardado su Red Special desde la mañana. Una vez que tuvo todo listo, aseguró el auto y se adentró al bar.

Cómo sus amigos y Victory aún no llegaban, se sentó en la barra y pidió un whisky para matar el tiempo. No le gustaba beber antes de las presentaciones, pero en esa ocasión se sentía ansioso y estaba seguro de que un vaso le haría sentir mejor.

Estuvo así por aproximadamente una hora hasta que un pequeño golpe y un quejido provenientes de la entrada llamaron su atención.

John había llegado, y para variar, se había tropezado con una caja de cervezas que algún proveedor había dejado cerca de la entrada.

Brian quiso reírse, pero para no parecer mal amigo, mejor fingió no haber visto nada y alzó una mano para llamar su atención.

Al principio John continuó caminando de forma distraída, y cuando finalmente se percató de la presencia del más alto, se acercó a él con una sonrisa torcida. Brian lo saludó de vuelta.

—Hey, Deacy —dijo levantándose para darle un abrazo.

—Brian, qué sorpresa verte tan temprano por aquí —dijo John sentándose a su lado y colocando cerca de él el estuche que contenía su bajo.

—Sí, lo sé —respondió Brian con una sonrisa—. ¿Quieres un trago?

—No, gracias.

—Bien —Brian sonrió y bebió de golpe el resto del whisky ante la atenta mirada de John—. ¿Pasa algo?

—No, nada.

—Bien —Brian suspiró y miró a su alrededor, pero al darse cuenta de que John continuaba observándolo, volvió a cuestionarlo—. Hey, ¿pasa algo?

Sirio [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora