Capítulo 14

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Roger mantenía fija la mirada en el espejo, observando cada detalle de su rostro. Lucía cansado y demacrado, producto del llanto que no se había molestado en reprimir durante toda la noche.

«Lo siento tanto, Brian».

Con suma delicadeza, tomó el cepillo que reposaba en el tocador de su habitación y lo pasó lentamente por su rubio cabello, sin dejar de observar su reflejo.

«Eres un asco».

Cuando terminó de peinarse, colocó nuevamente el cepillo en su lugar y continuó con la mirada fija en el espejo. Observó detenidamente sus ojos claros, hinchados de tanto llorar; sus mejillas; sus labios y su cabello. Todo parecía estar en orden, pero en realidad no era así.

Por dentro, Roger estaba destrozado.

Él no podía querer a Brian por más que quisiera. Hacerlo significaría ponerlo en peligro y adentrarlo en un mundo oscuro lleno de dolor y miseria. Las personas como él no podían darse el lujo de tener una vida normal, no cuando sus cuerpos estaban podridos por dentro. Brian había sido tan bueno con él durante todo ese tiempo que dolía no poder corresponderle de la misma manera.

Además, mentiría si dijera que ese beso no lo había hecho sentir nada. Al contrario, no había correspondido porque al sentir los suaves labios del más alto sobre los suyos, su mente se había quedado completamente en blanco. Eso, aunado a los roces de sus dedos al tocar la guitarra, lo tenían frito.

Nunca había sentido algo como eso.

Era cierto que en el pasado le habían gustado varias personas, pero con Brian era diferente.

El chico le hacía sentir algo inexplicable, por eso toda esa situación resultaba ser un problema. Se había involucrado tanto con él que ahora estaba seguro de que sufriría por no poder quererlo de la misma manera. Para evitarlo, estaba dispuesto a sacrificar su corazón. No quería que Brian se viera involucrado con un desastre como él.

De pronto alguien llamó a la puerta, sacando a Roger de sus pensamientos. Una última lágrima resbaló por su mejilla, y después de limpiarla con ímpetu, se apresuró a ir a atender.

Ya era hora.

Cuando finalmente abrió, Neil lo saludó con una sonrisa.

—Feliz Navidad, Honey —el hombre volvió a burlarse como en la noche anterior—. ¿Listo?

Roger bajó la mirada y salió del departamento, no sin antes asegurar la puerta con llave. De inmediato, Neil lo tomó del brazo y prácticamente lo arrastró a la salida para que no intentara escapar.

—Nuestro cliente ya te está esperando, parece que está ansioso —dijo Neil caminando por el césped del edificio para llegar a su auto—. Y como siempre, nunca me decepcionas, te ves maravilloso..

Roger hizo una mueca de asco y Neil sonrió, disfrutando de la situación. Al llegar al auto, le abrió la puerta trasera y lo aventó en el asiento cubierto de piel para después sentarse a su lado. Había alguien más al volante, pero Roger no pudo verle el rostro.

—Andando.

El camino transcurrió en completo silencio. Roger sólo se limitaba a mirar por la ventanilla del auto, mientras que Neil lo miraba de vez en cuando con una sonrisa.
Roger le encantaba, eso estaba más que claro, y si no fuera por los miles de billetes que le hacía ganar a diario, ya lo hubiera encerrado en su casa para tenerlo sólo para él. Le importaba una mierda que la gente lo señalara por tener una fijación especial en un hombre.

—Recuerda que es una persona muy importante, Roger —susurró Neil sin perder la oportunidad de acariciarle la rodilla—. Así que pórtate bien.

Roger lo ignoró por completo y continuó con la mirada fija en la ventanilla hasta que el auto por fin se detuvo frente a un hotel. El chico jamás lo había visto, pero por la fachada, parecía ser un hotel bastante lujoso.

Sirio [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora