Capítulo 25

6.7K 756 2.5K
                                        

—¡Qué vergüenza!

Neil lanzó a Roger al piso y cerró la reja con fuerza, causando un eco estremecedor. El muchacho intentó arrastrarse hacia el otro extremo de la habitación para protegerse, pero Neil alcanzó a sujetar uno de sus tobillos y lo jaló de forma violenta, sin importarle hacerle daño.

—¡Déjame! ¡Te lo suplico!

—¡Eso lo hubieras pensado antes de desobedecerme!

—¡Ah!

Roger recibió una bofetada en el rostro y Neil logró posicionarse sobre él.

—¡Eres un malagradecido!

—¡Déjame, maldito!

—¡Cállate! —Neil le propinó un puñetazo en la mejilla, dejándolo sin habla por unos instantes—. ¡No tienes permiso para hablar! Te lo dije, Honey... te advertí que te portaras bien con ese hombre si no querías consecuencias, ¿y qué fue lo que hiciste? ¡Hacerlo enfadar! ¡Te encanta hacer enfadar a todos!

—Lo lamento... no quise hacerlo —dijo Roger entre sollozos—. Lo juro...

—La última vez que te comportaste de esta manera me hiciste quedar muy mal —dijo Neil, acercándose peligrosamente al rostro del muchacho—. ¿Recuerdas lo que hiciste, eh? ¿Recuerdas que te fuiste y me abandonaste después de todo lo que te he dado? ¡¿Después de todo lo que he hecho por ti?!

—No me hagas daño, por favor... —suplicó Roger, pero en respuesta, Neil tomó su rostro por ambas mejillas con una sola mano y le clavo las uñas, haciéndolo soltar un alarido.

—He sido muy paciente contigo hasta ahora, Honey, pero eso se terminó —Neil dejó el rostro de Roger en paz y sonrió siniestramente—. Ya es hora de que te dé una lección para que aprendas a respetarme.

Al principio, Roger no comprendió qué era lo que había querido decir ya que el dolor en sus mejillas aún estaba presente, pero cuando lo vio llevarse ambas manos a la cremallera de su pantalón, se escandalizó.

—¡No! ¡Déjame! —gritó aterrado, al tiempo que intentaba quitarse a Neil de encima, sin embargo, éste lo sujetó por ambas muñecas y lo inmovilizó.

—No sabes cuánto he extrañado tenerte así —dijo Neil, acercando su nariz al cuello del rubio para hacerle una leve caricia—. Y yo sé que tú también.

Neil habría esperado que, como consecuencia de sus palabras, Roger continuara resistiéndose a sus caricias tal y como solía hacer la mayoría de las veces, pero no fue así. Para su sorpresa, el muchacho dejó de forcejear y lo miró fijamente, dando grandes bocanadas de aire en un vago intento de detener su llanto para poder hablar.

—Suéltame, por favor.

—Estás loco si crees que lo haré.

—Es absurdo que pienses que escaparé cuando tú mismo has asegurado la reja —dijo Roger—. Sólo quiero hablar contigo.

Neil accedió a liberar sus muñecas, más no se quitó de encima por si el chico intentaba jugarle sucio. Estaba dispuesto a escuchar, sí, pero su objetivo seguía en pie, pues sus pantalones se sentían cada vez más ajustados.

—¿Y sobre qué quieres hablar, Honey? Porque yo...

—Neil —lo interrumpió Roger—. Ya no soy el mismo niño de doce años que permitirá que le hagas lo que tú quieras. Sé cuál es mi lugar aquí y también sé que, por más que lo desee, jamás podré dejar de ser lo soy —hizo una pausa, temiendo quebrarse en cualquier momento—. Y es por eso que quiero hacer un trato.

Sirio [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora