Capítulo 23

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—Me dijeron que estuviste muy bien anoche, Honey.

Roger permaneció callado, recostado sobre el piso. Neil negó lentamente con la cabeza y metió ambos brazos entre los barrotes de la reja para descansar la espalda.

—Por un momento pensé que no te comportarías, pero el señor O'Donell me dijo que fuiste un buen chico.

Nuevamente no obtuvo respuesta alguna.

—Oh vamos... ¿No vas a hablarme, Roger? ¿Vas a ignorame después de lo mucho que te extrañé? —Neil sacó una llave del bolsillo derecho de su pantalón, la introdujo en la cerradura y, tras un par de vueltas, abrió la reja.

—Lamento no haber podido estar contigo el día de ayer, pero tenía negocios pendientes, ya sabes —Neil jaló una silla de madera que se encontraba al otro extremo de la habitación y la colocó frente a Roger para sentarse—. No me mires así... yo sé que te divertiste.

—Déjame tranquilo —Roger se impulsó como pudo con las manos atadas y se sentó, recargando la espalda en la pared.

—Solo son unos pequeños moretones, admite que te fue mejor que la última vez —Neil esbozó una media sonrisa—. Además, me sorprende que Aaron se haya mantenido al margen contigo después de lo que le hiciste. La última vez que hablamos quería matarte.

—Vete, por favor.

Neil estiró su mano para acariciar una de las piernas de Roger, sin embargo, éste lo alejó de un manotazo.

—¡Hey, tranquilo!

—No quiero que vuelvas a tocarme, ¿entendiste? —dijo Roger, sintiendo su rostro enrojecer de rabia—. ¡Jamás!

—Lo veo y no lo creo... —Neil lo miró burlón, al tiempo que se sobaba la mano—. Ahora te crees uno de ellos, ¿no es así?

—Vete a la mierda...

—¡Ay no! ¡Es que esto es hilarante! —exclamó Neil divertido—. ¡¿De verdad creíste que un prostituto como tú podría vivir como uno de ellos?! ¡No puede ser!

Neil comenzó a reír escandalosamente y Roger escondió el rostro entre sus rodillas.

—Ya basta...

El hombre continuó riendo hasta que el estómago comenzó a dolerle.

—Ah... jamás me había reído tanto en mi vida —Neil simuló limpiarse una lágrima del rostro y arrimó la silla hacia adelante hasta quedar a escasos centímetros del muchacho—. ¿Sabes por qué jamás podrás tener una vida como toda esa gente, Roger? ¿Lo sabes?

El rubio alzó lentamente la cabeza para mirarlo a los ojos y Neil sonrió.

—Porque ellos son normales, Roger, y tú... —hizo una pausa—. Tú no eres más que un pobre diablo destinado a vender lo único bueno que tiene. Fuera de eso, no eres nada.

Roger, aprovechando la cercanía, le escupió en el rostro para demostrarle que no estaba de acuerdo y sonrió, haciéndolo enfurecer.

—¡¿Cómo te atreves?! —gritó Neil, levantándose de golpe de la silla—. ¡¿Así es como me pagas después de lo que he hecho por ti todos estos años?! —trató de limpiarse el rostro con la manga de saco, pero la asquerosa sensación aún estaba presente—. ¡Voy a quitarte esa estúpida sonrisa del rostro!

Neil lo abofeteó tan fuerte que el rostro de Roger fue a dar contra la pared, y de inmediato, un hilillo de sangre resbaló por su mentón.

—Agradece que aún no terminas como ese amiguito tuyo —dijo, a lo que Roger lo miró asustado—. Oh sí, mis muchachos me contaron lo que le hicieron a ese infeliz, y en cuanto sepa quién más te ayudó a escapar de mí, habrán muchos más desenlaces como ese. No creas que esto se quedará así.

Sirio [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora