Capítulo Uno. Ibrahim

7.6K 569 22
                                    

Cuando mi hermana Rose me llamó para preguntarme si quería trabajar con ella en la sede catarí de Aerolíneas Seacrest, me llenè de emoción por dentro. Estaba tan cansada de vivir siempre en la misma ciudad y tan emocionada por descubrir nuevos países y culturas que no dudé ni un instante en decirle que sí.

Mi madre no lo aprobó al principio pero conociéndola como lo hacía, tan sólo tuve que decirle que Hakim tenía una gran familia llena de primos solteros para poder conseguir su consentimiento. ¿Conocéis a la señora Bennet de Orgullo y Prejuicio?. Pues si no fuese por la diferencia de años entre época y época, pensaría que la misma Jane Austen se había inspirado en ella para retratarla.

Viajar a Doha fue emocionante. Una ciudad calurosa, llena de grandes edificios, tiendas de lujo y luces nocturnas que podía ver desde la ventana de mi habitación cada noche al dormir. Aunque lo que más me enamoró de aquel país tenía nombre y un corazón latiendo bajo su pecho: Ibrahim.

Creo que caí rendida a sus pies desde el primer momento en que lo ví. Era guapo, agradable y tenía una preciosa sonrisa que me mostraba cada vez que tenía ocasión. Me enamoré como una tonta aún a sabiendas de que el corazón de Ibrahim latía por mi hermana y no por mí. Ninguno de los dos me había dicho nada pero con tan sólo ver como la miraba, me bastaba para darme cuenta de que no tenía nada que hacer.

Pero yo era una Seacrest y más cabezota y optimista que Rose aún si cabe así que le besè y me lancé a la aventura. Él necesitaba olvidar a Rose y yo que me amase. ¿Qué decir?. La separación, acompañada de una botella, fue patética. Tras confesarle mis sentimientos, él me contó la cruda verdad que yo no deseaba escuchar.

-Puedo darte sexo, cariño o amistad pero no me pidas que te de amor, Zoe porque mi corazón ya tiene dueña.

Lloré,  bebí y al día siguiente no fuí a trabajar avergonzada. Después vino todo lo demás. Rose, se separó de Hakim, se fue a Bolonia con Ibrahim y yo me quedé en Doha estudiando.

Aquí es donde empieza la parte que no sabéis, la parte más tensa y loca de mi vida, la que más quebraderos de cabeza me causa y la que demuestra la buena suerte de Zoe Seacrest en el amor.

Corría el mes de octubre cuando decidí quedarme en Doha y matricularme en la universidad de la ciudad a estudiar filología àrabe. Había tenido que hacer una matrícula  fuera de tiempo pero la generosidad de mi hermana había sido capaz de convencer al rector para admitirme y no tener que perder un año.

El ambiente en el campus era extraño. Había mujeres ataviadas con largos ropajes y velos, otras llevaban ropa occidental, algunos hombres vestían turbantes tradicionales, otros eran más informales pero lo único cierto es que la única rubia de ojos azules y europea que estaba pisándo aquel suelo era yo. El destino de todas las miradas.

Agradezco al cielo no haberme puesto los shorts para venir a clase.

Corrí hacia el baño como si estuviera loca pero no podia aguantar tantas miradas a mis espaldas. Me mojé la cara con agua y respiré mirándome al espejo.

¿Y si te tiñes el pelo de color oscuro?.

¡Ni de coña!.

Cuando entré en la clase, donde casi todos mis compañeros eran hombres, hacía diez minutos que había empezado la clase. Entre prácticamente de cuclillas deslizándome en un pupitre de la parte de atrás. Creyéndome triunfante, saqué mi libreta y mi bolígrafo para tomar apuntes. Por suerte había aprendido el suficiente árabe en Doha en los últimos meses porque las clases no eran en inglés, al menos en mis asignaturas.

La voz del profesor era ronca y sexy pero éramos tantos en clase que por más que intentara alzar mi cabecita para ver quien era, no podía y así pasaron dos horas de clase maestra que invertí en descubrir quien era.

-Señorita Seacrest, ¿podría acercarse?.

¿Es a mí?.

¡Claro!  ¿Ves más señoritas en el aula acaso?.

Había terminado la clase pero mis compañeros seguían sentados en sus asientos mirándome. Supongo que eran tan chismosos como las mujeres y en aquel momento yo era el reclamo.  Avancé colorada hasta la mesa del profesor con la vista fija en el suelo de pura vergüenza. Casi me tropiezo con el pupitre del profesor escuchando alguna que otra risita a mis espaldas.

-Señores, la clase ha terminado. ¿Les importaría ir desalojándola y meter las narices en vuestros propios asuntos?.

Levanté mi vista justo cuando empecé a escuchar ruidos de sillas y mesas y me quedé de piedra al verlo. Unos inmensos ojos azules me miraban con intensidad. Era demasiado guapo, joven y atractivo.  Quería bajar mis ojos, decir algo pero su embrujo era demasiado poderoso para poder hacer nada que no fuese hechizarme.

-Así que tú eres Zoe Seacrest. ¿Crees qué el dinero de tu hermana es suficiente para librarte de llegar tarde a clase el primer día?.

-Lo siento, señor. Me perdí por el campus.

-No es mi problema. Te espero a las ocho en mi despacho.

-¿Cómo?

-Mi nombre es Faisal Maalouf. Lo necesitarás para encontrar mi despacho y no llegues tarde. Ahora, quítate de mi vista.

Hice lo que me pidió y bien sabe el mundo que si no fuese por la promesa que le había hecho a Rose de que sacaría las mejores notas posibles, ya le hubiese dado un puñetazo.

Eres rápido Faisal Maalouf, tan rápido que has conseguido que te odie en tan sólo dos minutos. ¡Enhorabuena!.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora