Capítulo Veintisiete. Ser Padres.

4.5K 479 6
                                    

Dormir, un placer que no muchos valoran como se debería y que para Faisal y para mí, estuvo vetado durante los dos primeros meses de vida de nuestro hijo.

Basim había sido una bendición, un milagro de la Navidad pero sus excepcionales pulmones no eran algo con lo que hubiésemos contado. Lloraba todas las noches y cuando empezábamos a alcanzar la dulzura del sueño, sus llantos volvían a despertarnos. Las ojeras formaban ya parte de nuestro rostro y no fue hasta el tercer mes cuando su ritmo empezó a normalizarse y los famosos cólicos del lactante se fueron por siempre de la vida de nuestro retoño y de nuestras pesadillas.

-Al fin una noche de relax.

-Nunca creí que diría esto pero a punto me ví de volverme loco, Zoe.

-Te entiendo. ¿Quieres salir a dar un paseo y aprovechar nuestra primera mañana en la que no parecemos zombies?.

-No estaría mal. Hace demasiado tiempo que no salimos a comer.

El simple hecho de sentir de nuevo el aire en nuestras caras, resultó ser muy agradable para nosotros. En tres meses, prácticamente no habíamos salido de casa, turnándonos cuando podíamos para poder dormir aunque fuese una hora.

-Hecho de menos nuestros viajes fugaces, Faisal.

-Yo también, Zoe. ¿Seremos malos padres por pensar esto?.

-Amamos con locura a nuestro hijo y le damos todo lo mejor que podemos. No es ser malos padres, es que, hasta de este oficio, se necesitan vacaciones. Al menos esa es la explicación que se me ocurre.

-Supongo que sí. Tan pronto Basim se acostumbre a dormir ocho horas seguidas, haremos un viaje express.

-¿Sabes?. Aún recuerdo el spa al que me llevaste cuando dejaste de ser un ogro y me dijiste que me amabas.

-Volveremos, Zoe. Por suerte, este niño tiene una abuela loca por malcriarlo y dispuesta a quedarse con él un fin de semana.

-Me alegra saber que has retomado el contacto con tu familia, Faisal.

-No hubiese podido ser sin tu ayuda, preciosa.

Ese día decidimos comprar comida para llevar y sentarnos en un césped a comerla. Habíamos estado tanto tiempo encerrados en el piso que necesitábamos oxígeno. Además, temíamos que Basim empezase a llorar de nuevo en medio de un restaurante y sabíamos de sobra que su llanto era incontrolable.

Fue un agradable día en familia y no regresamos a casa hasta casi las nueve de la noche. En la puerta de nuestro piso, nos esperaba Ibrahim.

-¿Ibra?.

-¡Zoe!. ¡Cuánto me alegro de verte!. Desde tu boda no habíamos vuelto a hablar pero tu hermana me dijo que habías sido mamá.

-Así es. Faisal y yo hemos creado juntos a todo un tenor. Hoy ha sido la primera noche en tres meses que hemos podido dormir más de dos horas seguidas. ¿Quieres entrar a cenar con nosotros?. Así podremos ponernos al día.

-No quiero interrumpir vuestra rutina, Zoe.

-Tonterías, Ibrahim. Tanto Zoe como yo estamos cansados de rutina. Romperla un poco no estará mal.

Agradecí a mi marido el gesto. Sabía que lo hacía por mí, por no negarme el placer de saber de mi amigo y compartir un rato juntos.

Una vez en casa,Faisal se encargó de la cena mientras yo daba de comer a Basim antes de que estallase en llanto.

-Se parece mucho a tí, Zoe.

-Eso mismo dice Faisal pero a mí se me parece mucho más a él. Quizás sea demasiado pequeño para establecer parecidos. Ya sabes que cambian demasiado rápido.

-Todo cambia demasiado rápido en esta vida.

-Cuéntame, ¿qué haces aquí en Doha sin tu novia?.

Sin su novia misteriosa más bien. No había ido a mi boda pero por lo que Rose contaba seguían estando juntos a pesar de los tintes tormentosos que teñían su extraña relación.

-Es precisamente por eso por lo que estoy aquí. Giulietta, es una mujer demasiado temperamental y todo acabó como el rosario de la aurora. Es por eso que he pedido el traslado a Doha.

-Lo siento mucho, Ibrahim aunque no te negaré que me agradará mucho tenerte cerca.

Me sonrió. Terminar una relación siempre dolía pero en su caso, me pareció ver alivio y dolor a partes iguales. Desconocía todos los detalles de la historia pero estaba segura de que no había sido un cuento de hadas ni mucho menos.

-También a mí me encantará ver crecer a este pequeñín, Zoe. Bolonia es una gran ciudad pero echaba de menos Doha. Al fin y al cabo es la ciudad en la que nací.

-Te entiendo. Echo de menos las pizzas de Aldo.

-Te sorprenderá saber que ahora Carlo y la prima de Hakim trabajan allí. Por lo visto se casaron sorprendiendo a todos y el bueno de Aldo les acogió.

-¿En serio?. ¡Señor!. Esa harpía será capaz de echar veneno en la masa de la pizza.

-No te creas. Le acabó pidiendo perdón a Rose y Hakim por su comportamiento. No sin antes recibir un puñetazo de tu hermana . Ya sabes como funciona.

-Parece que he estado incomunicada del mundo por más tiempo del que creía.

-No te preocupes, Zoe. Ahora yo estoy aquí para darte buenas nuevas.

Faisal nos preparó un delicioso cuscús de verduras para cenar que nos comimos con las manos como bien mandaba la tradición mientras charlábamos animadamente.

Al parecer, Rose había accedido a trasladarlo a Doha con la única condición de que formase a alguien para ocupar su cargo en Bolonia por lo que no sería hasta pasado un mes cuando se instalara de nuevo en Qatar.

-¿Tienes ganas de volver al infierno del desierto?.

-Sí. Prefiero el calor al frío. Ver nevar es una sensación maravillosa pero cuando al día siguiente esa nieve se convierte en hielo, te resbalas por la calle y encima hace un frío de mil demonios, pierde todo su encanto inicial.

-Te doy la razón. Tan sólo habría que migrar de Doha en los meses de verano.

-Pues yo prefiero el clima mediterráneo-anunció Faisal-. Me gustó cuando estuvimos en Malta y no descarto el día de mañana retirarme en un pueblo de pescadores.

-¿Ah si?.

-Sí, Zoe. De hecho, el mes que viene tendré una nueva itinerancia en la Universidad de Málaga.

-¿Durante cuánto tiempo?.

-El primer cuatrimestre.

-Ibra, tenemos un problema.

-¿Cuál?.

-Tendrás que posponer tu sueño de ver crecer a mi hijo cuatro meses más. Mi marido no me ha invitado a ir con él pero yo tengo previsto perseguirlo hasta los confines de la Tierra.

-Creo que tu marido no tiene el mismo concepto que tú acerca de perseguir y acompañar, Zoe pero se me hace tarde y mañana tengo que arreglar un montón de papeles. ¿Nos vemos a vuestra vuelta?.

-Cuenta con ello, amigo.

Así finalizó la velada. Otro día más cansados hasta el alma y rezando para que nos dejasen dormir.

-¿Cúanto tenías pensado decirme lo de Málaga, marido?.

-Te sonará a excusa, Zoe pero la falta de sueño acababa hasta con mi memoria. Aunque si te refieres a porque no te consulte antes de aceptar, la respuesta es simple. Llevaba dos años sin hacerlas y me exigieron retomar mis itinerancias. Es lo malo de ser una eminencia en mi campo.

-Yo no le veo nada malo al asunto.

-¿No?.

-Me gusta viajar y podré aprovechar para estudiar parte de mi carrera en español. ¿No teníamos ganas de un viaje express?.

-Mi dulce Zoe, siempre viendo el lado bueno de las cosas.

Y era cierto porque sólo así, los planes salían bien.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora