Capítulo Ocho. Primavera Invernal

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-Zoe, eres un ídolo para todos nosotros. No sólo has sacado adelante el descabellado trabajo de Maalouf sino que has logrado sacar matrícula de honor en su asignatura.

Isam me miraba emocionado mientras comíamos en la cantina.

-He estado casi tres meses estudiando sin apenas ver la luz del día, Isam. Mis notas son únicamente fruto de mi esfuerzo.

-Aún así es digno de admirar. A mí sigue quedándome pendiente.

-Quizás deberías ser menos borracho.

-Hablando de eso. ¿Te apetece salir esta noche a celebrar el fin de exámenes?.

-Pues ahora que  lo dices, ¿Por qué no?. Hace tanto que no pruebo una gota de alcohol que estoy segura de que con una sola copa seré el alma de la fiesta.

Quedé con él y con algunos de sus amigos para ir a the pearl esa misma noche. Aún no sabia el porqué pero cada vez que pisaba esa discoteca acababa hasta  el culo de tequila. Bailamos sin vergüenza hasta las tantas disfrutando de nuestra libertad. Quien haya sido estudiante alguna vez sabrá de lo que hablo. Pero por lo que se veía, mis días en Doha no estaban destinados a estar desprovistos de problemas.

A eso de las tres de la mañana, Isam me acompañó hasta mi casa. Según él, caminar en minifalda por Doha tan tarde y borracha no era seguro pero lo que yo no sabía es que mi protector iba a ser el menos fiable de todos.

-Zoe, me pareces la mujer más bella se todas cuántas he conocido.

¡¡Noooo!!

Estaba intuyendo lo que iba a pasar y sentí pena de que mi único amigo de filología, fuera a estropear nuestro buen feeling.

En un impulso salvaje, trató de besarme aunque tuve suerte de poder apartarme a tiempo.

-Isam, estás borracho. Por favor, no intentes hacer nada de lo que puedas arrepentirte.

-Llevo meses queriendo besarte.

-Ya te he dicho que no es mi intención entablar relaciones amorosas con ningún hombre.

-He visto como miras a Maalouf. Yo también quiero que lo hagas conmigo.

-Estás tergirversando las cosas,Isam.

-Serás mía, Zoe. ¿Lo entiendes?.

Me acorraló contra la pared y tras sujetarme con una de sus manos, trató de subirme el vestido. Estaba aterrorizada. Me sacaba al menos una cabeza de altura y cuarenta kilos de peso. ¿Cómo zafarme?.que mi amigo fuese a violarme sin yo poder hacer nada me hizo llorar de miedo sin que a él le importase lo más mínimo. Cuando creí que ni el mismísimo dios del trueno podría salvarme, Faisal apareció para quitàrmelo de encima.

-No te voy a dar una paliza porque eres mi alumno pero de verte de nuevo cerca de Zoe,te romperé la cara sin importarme las consecuencias,¿entiendes?.

Salió corriendo como la rata que era y  yo me abalancé a los brazos de Faisal llorando como una niña que acababa de despertar de una pesadilla.

-Gracias, Faisal. No sabes cuanto miedo he pasado.

-Ya todo ha pasado, Zoe. No te preocupes.

Me cargó en brazos para llevarme a su propia casa donde me acomodó en el sofá mientras me preparaba un chocolate caliente.

-Supongo que te encantan las cosas dulces.

-No se como agradecerte esto.

-¿Crees qué iba a dejar que un borracho te violara?.

-No sólo eso, Faisal. Podrías haberme dejado en mi casa.

-Zoe, tienes muy mala leche pero en el fondo necesitas mucho cariño. No podría dejarte sola en esto.

Me dormí entre sus brazos agradecida de que no me hubiese dejado sola, de que me consolara y abrazara cuando más lo necesitaba.

Definitivamente, me gustaba esa faceta de su ser. Cuando Faisal se quitaba la máscara era el más dulce y comprensivo de todos los hombres.

Desperté cerca de las doce de la mañana sin saber donde estaba. Cuando recordé todo, me eché a llorar. No tardó ni un segundo en venir a mi rescate.

-Mi pequeña y dulce, Zoe. Nunca nada malo te va a pasar mientras yo esté contigo.

Secó mis lágrimas con la palma de su mano y las depositó sobre su corazón demostrándome que no sólo era un idiota malhumorado sino un solete venido al mundo a iluminarme. A su lado, empezaba a olvidar a Ibrahim y me preguntaba sino estaría enamorándome de aquel profesor que en su día había mandado a la mierda.

-Entenderé que no quieras ir mañana a clase, Zoe.

Toqué su frente dejándolo un poco estupefacto con mi gesto.

-¿Mi profesor intransigente diciéndome eso?. Debes de tener fiebre, Faisal.

-Me gusta ver que tu buen humor sigue intacto.

-Intento hacerlo para no pensar en cosas que no me gustan.

-¿Sabes?. Mañana pediré el día e iremos a la playa o a algún lugar donde te sientas bien.

-¿En serio?.

-Sí, Zoe. En tres años,  nunca he faltado al trabajo ni un sólo día pero creo que la ocasión lo merece.

Esta vez no fue él quien me besó. Me lancé a sus brazos y le dí un beso impetuoso y , sobretodo, agradecido. A él sí me apetecía besarlo a todas horas y es que sus labios eran para mí mejor que el mismísmo néctar de los dioses. No me harían inmortal pero sí tremendamente feliz.

-¿Podrías hacerme un favor?.

-El que quieras, Zoe.

-Ponte la camisa blanca que llevaste al examen.

-¿Y eso?.

-No hagas preguntas incómodas, profesor idiota.

Me sonrió y allí nos quedamos haciendo el tonto durante lo que restaba de mañana.

Quien me lo iba a decir, ¿verdad?.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora