Capítulo Seis. El Ogro se Muda de Piel

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Al terminar las clases, Faisal me esperaba en la entrada. Traté de esquivarlo pero me cogió por el brazo impidiendo mi huída.

-¿Te apetece salir a cenar conmigo?.

¿¿¡¡Qué?!!??

No tenía previsto montarle un cirio en medio de la puerta donde tantos estudiantes pasaban tratando de captar una nueva noticia que propagar al día siguiente por el campus así que caminé hacía un lugar apartado con él siguiéndome los pasos.

-¿Sabes el trabajo que me ha costado entregarte a tiempo tu estúpido proyecto?. ¡Ni siquiera he podido viajar a Italia a celebrar las navidades con mi familia!. ¿Y ahora me vienes con una cena?. ¿Estás mal de la cabeza?.

-Zoe, tan sólo quería ser amable.

-¿Cuándo has sido amable tú?. ¿Te has dado un golpe?. ¿Y por qué de repente me llamas Zoe?. ¿Cansado de tu petulante "Señorita Seacrest?.

Tosió repentinamente y no se si fue por la locura o por el enfado pero me pareció ver que escondía una sonrisa.

Demente, lo que yo decía....

-¿Aceptarás que te invite a cenar para discutir ciertos asuntos?.

Ya me parecía a mí. Con mi suerte,seguro que estaba planeando una nueva forma de dejarme en evidencia o criticar mi trabajo.

-No me interesa.

-Por favor, Zoe.

Sus ojos de nuevo me mostraban esa cara oculta escondida tras ellos. Esta vez su súplica parecía sincera y me sentí idiota por aceptar la propuesta de aquel ogro sexy de ojos azules.

-¿Qué te gustaría cenar?.

-Pizza.

-¿Pizza?.

-¡Vamos! Soy italiana y dado que no he podido visitar mi tierra por tu culpa, ¿qué menos que invitarme a una?.

Movió la cabeza en señal de desaprobación pero no dijo nada mientras viajamos en su coche. Me fijé en sus manos sobre el cuero del volante y su gesto concentrado en la carretera. Era extremadamente atractivo.

No te hagas ilusiones, Zoe.

Por supuesto que no. Ya cuento los minutos para que estalle la próxima tormenta y vuelva a odiarle.

Aparcó delante de una pizzería supuestamente italiana. Si esa noche era capaz de comerme una pizza similar a la de Aldo, le haría la ola al profesor chiflado.

Una vez acomodados en la mesa en la que una alegre camarera nos acomodó, empezó a hablarme.

-Zoe, reconozco que he sido muy duro contigo pero tu trabajo me ha dejado de piedra. Has hecho una labor de investigación muy exhaustiva dotándola de tu propio punto de vista. Jamás una alumna de primero había sido capaz de sorprenderme de este modo.

¿Cómo?. Yo sí que estaba de piedra.

-¿No te dije qué era lista?. Tonto has sido de no haberme creído antes.

Me sonrió y sentí como mi mundo se iluminaba con su resplandor. ¡Qué guapo era cuando se reía!. Cuando mostraba su cara amable.

¡Stop, Zoe!.

-Te daré la razón. He sido un tonto pero no te acostumbres. Mi asignatura sigue requeriendo un nivel de esfuerzo....

-Que podré alcanzar con creces, Maalouf. Lo llevo grabado en la sangre de tanto escuchártelo decir.

Mientras comíamos, no hablamos mucho y es que aquella bendita pizza me estaba transportando a Nápoles. Ahora era agradable y encima me daba pizza rica. ¿Qué iba a hacer?.

-¿Cómo una italiana no sabía que existía este lugar en Doha?.

-No he tenido tiempo de conocer demasiadas cosas en los últimos dos meses.

-Lo siento.

-¿Ahora pides perdón?. ¿Cuánto tiempo durará esto?.

-¿El qué?.

-Tu comportamiento. He de decirte que me siento extraña viéndote tratarme del modo en que lo estás haciendo ahora. Temo que se te cruce un cable y vuelvas a tratarme como a la mierda.

-¿Qué puedo decir?. Te has ganado mi respeto, Zoe Seacrest. Mientras que no me mandes a cagar de nuevo, todo seguirá como está.

Me ruboricé de repente. Ya no me acordaba del día en que lo había insultado en sus narices.

Me acompañó a mi casa y tras charlar durante un buen tiempo en la puerta, una serie de acontecimientos se sucedieron propiciando que, en esta ocasión, Faisal Maalouf alias el profesor chiflado, me acariciase los labios con un beso suave y aterciopelado que electrocutó mi sistema nervioso. Se limitó a sonreír para después continuar caminando por el pasillo, a oscuras, como siempre hacía.

¿Alguien puede explicarme por qué este hombre me ha besado?.

¿Te ha gustado?.

Demasiado.

Volví a tirarme sobre el sofá. Esta vez no pensaba en Ibrahim, ni en poetas árabes sino en Faisal, el hombre que tanto había odiado y que con tal sólo un beso, había sido capaz de crear poesía en mí.

Esto no está bien, Zoe. Nada bien.

¿Te crees qué no lo se?.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora