Zoe, mi Dulce Glotona

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Desde que Zoe y yo habíamos sido capaces de reconciliarnos, todo estaba yendo como la seda. Era dulce, cariñosa y , aunque el noventa por ciento de sus bromas fuesen dirigidas hacia mi persona, debía admitir que también era muy graciosa.

Llevábamos dos semanas en Estambul disfrutando de una ciudad desconocida para ambos que nos había enseñado más cosas de las que podíamos asimilar de una sola vez pero lo que más me emocionaba era el hecho de empezar a conocer las manías de mi preciosa prometida.

Cada mañana al despertar, me daba un beso en la frente, se lavaba los dientes y después bajaba a la piscina a nadar. Siempre la miraba desde el  balcón de la terraza mientras llamaba al servicio de habitaciones para que nos sirviesen el desayuno y cada día se me escapaba una sonrisa al verla saludarme al salir del agua.

Zoe era mujer de costumbres aunque odiase admitirlo y su desayuno vacacional como ella lo llamaba, consistía en tortitas cubiertas con fresas y chocolate que siempre partía en cuatro trozos y paladeaba mientras miraba de nuevo el agua.

-¿Qué miras, Maalouf?.

Me reía sin contestarle aunque por dentro pensaba: a la mujer más bonita de la Tierra, mi prometida.

Reconozco que desde que la conocía, mi carácter había cambiado. Ahora era más alegre, más tranquilo, mucho más paciente y agradable y todo gracias a ella que sabía alegrarme los días incluso cuando estaba de mal humor.

-Mañana nos iremos de Estambul, Zoe.

-¿Mañana?. ¿No habías dicho tres semanas?.

-Sí pero creo que ya está bien de tanto turismo cultural.

-No me vas a decir a donde vamos, ¿verdad?.

-Aún no lo sé. Había pensado en ir al aeropuerto y coger un billete para el destino más atractivo para nosotros en ese momento.

-¿Sí?. ¡Oh! ¡ Me parece super emocionante!.

Se enganchó a mí para abrazarme. Era tan impulsiva y expresiva.

-Me da miedo saber qué destino elegirás.

-No seas absurdo, Maalouf. No me va la escalada ni los deportes de riesgo.

Maalouf....me hacía gracia cuando me llamaba así. Al principio sólo era cuando se enfadaba, después lo había adquirido como otro más de sus hábitos.

-Mykonos, Sidney, Tokyo, Berlín.....

La escuchaba mientras iba leyendo los destinos en el panel del aeropuerto de Estambul. Por su tono, ninguno parecía gustarle demasiado.

-¿Qué te parece Hong Kong?.

-No para una semana de relax.

-¿Y qué hay acerca de Barcelona?.

-¡Ya lo tengo!. Malta es un bello destino.

-¿Malta?.

-Nos irá bien occidentalizarnos un poco.

-Que así sea entonces.

Como bien dije al principio, todo iba perfecto. Tuvimos un vuelo tranquilo y nos alojamos en un hotel sencillo que Zoe eligió por su cercanía al mar pero ese primer día, mientras ella se duchaba para salir a conocer la ciudad, me senté a revisar mi correo electrónico. Entre varios email de la universidad, había uno con destinatario desconocido que captó mi atención.

"Traté de separaros por las buenas y aún así, habéis hecho caso omiso a las advertencias. Ahora, tendréis que sufrir las consecuencias".

¿Pero qué coño era esto?. No tenía ni idea de quien era aquel depravado pero estaba seguro de que me las iba a pagar porque podría quemarme en el mismísimo infierno pero nadie sería capaz de separarnos de nuevo a Zoe y a mí.

Cogí mi móvil y marqué el número de Gigi.

-¿Faisal?. Te creía desaparecido en el limbo de las piruletas de corazones.

-Gigi, avisa a tu amigo delincuente. He de saber quien está detrás de los emails urgentemente.

-¿Habéis recibido más?.

-Uno más y espero por su bien que sea bueno escondiéndose porque de lo contrario, te juro que me inventaré cualquier pretexto para encerrarlo en la cárcel de por vida.

Y lo haría porque me negaba rotundamente a que la llama del amor entre Zoe y yo se apagase. Ella se merecía ser feliz y yo deseaba serlo a su lado. Y ninguna otra opción podía ser admitida.

-Pareces preocupado, Faisal.

La bella Zoe me miraba envuelta en una toalla mientras se peinaba su larga y rubia melena.

-En absoluto, Zoe. Tan sólo estoy cansado. Quizás me venga bien una ducha a mí también.

-¿Seguro?.

-Seguro, Zoe.

Ella era demasiado lista y a mí me dolía mentirle pero nuestra última semana de vacaciones debía ser perfecta y eso incluía no decirle la verdad. Ya tendría tiempo de preocuparse cuando llegase a Doha pero por ahora, nos quedaban siete lindos días que estaba seguro, serían memorables.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora