Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)

Capítulo Diez. Huir

El amor, como la verdad, están más cercanos de lo que pensamos tanto que incluso podría estirar mi mano y tocar a esa mujer.

¿¿What??.

Un segundo después acarició el dorso de mi mano y el calor acudió a mis mejillas para dotarlas de un tono rosado.

¿Faisal me amaba?. ¿Tan rápido pasábamos del odio al amor?. ¿Y si yo también lo amaba a él?.

Me quedé estática por un momento, después, mi mente reaccionó. Me levanté de la mesa y salí corriendo. Ni siquiera sabía porque lo estaba haciendo pero la revelación de mi profesor me daba pánico.

¿Y si me enamoraba y volvía a ser el hombre antipático de siempre?. ¿Y si trataba de seducirme para después dejarme tirada como una colilla?. Y es que después de tantos desengaños amorosos, ya no era capaz de entregarme del mismo modo de antes.

Relax, Zoe. Tan sólo te ha confesado sus sentimientos.

Es eso precisamente lo que más me asusta.

Me senté sobre el borde de la piscina y metí los pies en mi adorada agua para mirar como creaba ondas como si ellas fuesen a darme la respuesta a mis problemas.

-¿Puedo sentarme?.

Era la voz de Faisal que estaba tras de mí. Me encogí de hombros en señal de "haz lo que quieras".

-He pensado que te gustaría.

Me quedé mirando al cocktail que me tendía.

-Es dulce.

Le sonreí. ¿Qué pasaba con ese hombre?. ¿Por qué tenía que ser tan perfecto?.

-¿Tienes pensado seguir haciéndome sentir como si estuviese en el cielo?.

-Escucha, Zoe. Que yo te haya hablado de mis sentimientos, no significa que los tuyos deban ser los mismos. No se si me estoy explicando correctamente pero es que-suspiró-. No sé qué es lo que me has hecho. Te odie cuando te vi entrar de cuclillas y tarde el primer día de clase pero poco a poco calaste dentro de mí y pasé del odiarte a amarte sin darme cuenta.

Tomé un sorbo del daikiri para pensar.

Mmmmm. Delicioso. Dulce y cargado como a mí me gusta.

Piensa, tonta.

Mejor hablar desde el corazón.

-Cuando tenía cinco años, Luigi,un compañero del parvulario me besó. Hubo tantos mocos de por medio que no volvimos a hablarnos hasta diez años después. Después vino Dante, a quien entregué mi virginidad para después dejarme tirada por una chica mayor que él pero con las tetas más grandes y después vino Ibrahim, de quie me enamoré aún a sabiendas de que él amaba a mi hermana.

Sentando a mi lado, Faisal escuchaba atentamente mi historia. Mi penosa historia más bien. Proseguí hablando tras trazar unos círculos sobre el agua con mis pies.

-Nunca he tenido suerte en el amor, Faisal. Me gusta estar contigo porque me produce bienestar y reconozco que hasta un ligero cosquilleo cada vez que te veo pero ahora que sé como verdaderamente eres, temo que todo se desvanezca, que vuelvas a ser el hombre déspota de antes y acabe más hundida en la mierda aún.

-Zoe-me tomó de las manos-. Sé millones de cosas sobre filología, hablo siete idiomas pero no sé nada de amar a una mujer porque , hasta la fecha, no había sido capaz de hacerlo pero puedo prometerte que nunca había pedido un día en el trabajo porque para mí no había nada más importante. Cuando te ví sufrir por ese desgraciado, entendí que tu protección era algo primordial para mi persona y que me daban igual las letras si no podía compartirlas contigo. Fue ahí cuando comprendí que te amaba.

-¿Sabes, Maalouf?. Se nota que de te dan mejor las letras.

-¿Y eso?.

-Cuando explicas en clase te atropellas menos al hablar, todo parece más ordenado.

-¿Qué quieres que haga si has desordenado mi vida entera?.

Sonreí. Maalouf estaba demostrando ser un hombre sorprendente. Si a principios de curso alguien me hubiese dicho que acabaría bebiendo los vientos por él, le hubiede dicho que se le había ido la chaveta y sin embargo, allí estaba. Escuchando como Faisal me abría su corazón y yo a él.

Probablemente darle una oportunidad fuese una buena idea. ¿o no?.Pero es que sino lo hacía no sabría nunca si estábamos hechos
el uno para el otro y no estaban las cosas para perder oportunidades.

-Me gustaría desordenártela un poco más si me permites. Me gustas, Maalouf.

Sentí como tiraba de mí llevàndome al agua junto a él. Salí a la superficie para encontrarme con su perfecto rostro mojado y sonriente.

-¿Te hace gracia?.

Nadó hacía mí para acorralarme junto al borde de la piscina.

-Eres hermosa, Zoe Seacrest.

Me acarició la cara mientras me miraba a los ojos y después me besó.

¿Sería este hombre el definitivo?. Porque, o mi memoria fallaba o nunca un hombre había sido capaz de halagarme y enfadarme tanto al mismo tiempo. Quizás esa fuese la respuesta. Él era un hombre de los pies a la cabeza y a mí me tenía rendida a cada uno de sus encantos. Bueno, no a todos. Había algunos que aún me eran desconocidos y viendo lo visto, no sabía por cuanto tiempo.