Capítulo Catorce. Exámenes de Nuevo

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¿Qué decir de la carta de Maalouf?. Me había dejado tan sobrecogida que apenas era capaz de levantar cabeza. ¿Y sí él tenía razón y esa noche no había estado recogiendo un premio sino rompiendo su compromiso?. Pero, por otro lado, ¿por qué no me lo había dicho antes?. ¿Por qué habia esperado tanto a decirme que el bombón árabe era su prometida?.

Pensé millones de cosas, desde coger un vuelo a Barcelona a exigir explicaciones a desaparecer de Doha por siempre pero debía enfrentarme a la vida, sacar adelante mis exámenes y pensar si acudía a la cita con Maalouf el treinta de junio o no porque podía tener muchas cosas claras pero esa aún era una incógnita para mí.

La primavera ya estaba avanzada en Doha cuando me enfrenté a mi primer examen. No era difícil o al menos para mí que tenía todo el tiempo del mundo para estudiar. Como siempre, el resto de mis compañeros suspiraban dando vueltas a las hojas sin saber qué escribir y es que tanta fiesta no podía ser buena.

Excepto por mi gran pena, todo transcurría para mí con normalidad; de casa a la universidad y viceversa parándome de vez en cuando a visitar algún que otro centro comercial o a relajarme en la piscina para evadirme de mi propia mente, de aquella que no hacía más que traicionarme minuto tras minuto.

Llegó junio y con ella la fecha en la que debería decidir si volver a ver a Faisal o desterrarlo de mi vida para siempre pero por más vueltas que le diese a la cabeza, no era capaz de decantarme por una u otra opción.

Había veces en las que lo echaba tanto de menos que no podía evitar ponerme triste y soñar con correr a sus brazos de nuevo. Otras quería darle un buen puñetazo y reprenderle por haberme ocultado información relevante.

Estás jodida, Zoe.

¿Algo nuevo qué contarme?.

Fue en una de mis excursiones por el centro comercial cuando,  mientras miraba un hermoso vestido en un escaparate, ví pasar a Gigi, la ex prometida de Faisal. Era absolutamente imponente; guapa, atractiva y elegante. No llevaba pañuelo, ni túnica y sólo por eso la admiraba aunque por otra parte, me sentía mal viéndola.

¿Cómo iba a dejar Faisal a semejante mujer por mí?.

A lo mejor no la ha dejado....

Eres un coñazo.

Me metí rápidamente en una tienda. No creía posible que me reconociera pero mi padre siempre me había enseñado a prevenir antes de curar y, aunque no solía hacerle caso por mi impulsividad nata, consideré esta ocasión perfecta para ello.

Simulé estar interesada en unos vestidos que acabé probando cuando una dependienta pesada me atendió.

¡Con lo fácil que es decir no!.

¡Lo será para tí, mente retorcida!.

-¿Qué tal los vestidos, señorita? ¿Puedo ver cómo le quedan?.

¡Señor!

Salí del probador con un vestido de gasa negro. No es que estuviese muy interesada en saber si me quedaba bien o no pero cuando me ví en el espejo, parecía un espantapájaros.

-Le queda ideal.

¿En serio?. ¿ Las entrenaban para vender mintiendo o no tenía gusto alguno por la moda?.

Otra de las cortinas del probador se abrió y, ¿adivináis quién salió de él?. ¡Sí!. El bombón árabe del cual me escondía.

¡Maldigo mi suerte y las crueles bromas del destino!.

Estaba espectacular con un vestido verde largo y es que, ¿podía quedarle algo mal a esa mujer?. Me quedé mirándola con admiración. No tardó en darse cuenta y me sonrió.

-Amina, ¿por qué tratas de venderle ese vestido a esta chica?.

-Señorita Gigi, son los que ella ha elegido.

-Traéle el vestido rosa del escaparate. Tiene demasiado buen cuerpo para esconderlo entre tantos volantes.

-Como usted desee.

La dependienta se fue de los probadores dejándonos solas.

-Perdona la intromisión pero llevo comprando en esta tienda varios años y se como trata de endosarle a las nuevas clientas cualquier trapo a precio de oro.

-Gracias.

-No hay de qué. Ya verás como el otro vestido te queda perfecto.

Estaba un poco desencajada. Gigi no sólo era una diosa sino que además poseía buen carácter y era simpática. ¿Cómo competir con ella?.

Poco después la tal Amina me trajo el nuevo vestido y no pude dejar de darle la razón a Gigi. Era precioso y me sentaba como un guante.

-Estaba en lo cierto. Te queda ideal.

Vale. Había intentado huír de Gigi y ahora estaba probándome vestidos y a punto de gastarme doscientos dólares en un vestido porque me negaba a dejarlo allí solito y apenado por mi ausencia.

Eres una materialista....

Y tú muy poco femenina....

-Te doy las gracias por tu ayuda. En realidad no lo necesito pero soy incapaz de dejarlo aquí.

-Yo creo que sí lo necesitas. Según me han contado tienes una cita a finales de mes.

Me sonreía mientras yo estaba horrorizada. ¡Me había reconocido!. Y yo tan sólo quería convertirme en una hormiguita y salir huyendo de allí sin que se apreciase.

-No quiero importunarte, Zoe pero, ¿te apetece tomar un café y charlar un rato?.

¡Mierda! ¿Y ahora qué hago?.

Desierto De Amor (Zoe Seacrest) (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora