37: Hermanos.

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La situación había avanzado de distintas formas. No se supo quien le había pagado a Akaito para ir a golpearme, pero según las palabras del director y de Luka, apenas se descubriese, el alumno o alumna sería expulsado.

Aunque yo estaba seguro de que había sido el estúpido de Yuma.

Las heridas me seguían doliendo, pero por suerte no era nada muy profundo, sólo heridas superiores. Además Gumi, Fukase y Rin me cuidaban todo el día.

En especial Rin, que por alguna razón decía que era su deber cuidarme.

Lo único era que Miku no se había ni acercado a mí. Durante la semana no fue a mi casa.

¿Qué había ocurrido?

—Len.—Rin entró a mi habitación con un plato de sopa.—¿Cómo te sientes?

—Rin, yo ya estoy bien, no estoy enfermo, como para que me cuides tanto.

—¡No, no, Len-Nii! Tus heridas fueron muy graves, deja que te consienta.

Me callé. E intenté tomar algo de la sopa, pero no podía. El asunto de Miku me daba vueltas la cabeza.

¿Por qué no había venido a verme?

¿Por qué nunca llamó o me mensajeó?

¿Por qué sólo miró mi herido cuerpo aquél día?

¿Acaso algo pasaba?

—Len-Nii.—Habló Rin.—¿Estás bien? Estás llorando.

Confirmé aquello, cuando una pequeña gota transparente cayó en la sopa. Vi una imagen en esta.

Un mocoso llorón y solo.

Éso es lo que soy.

—No estoy bien, Rin. No estaré bien hasta que vea a Miku-Senpai.

La rubia apretó los puños.

—Len-Nii, hice algo muy malo y si te lo cuento sé que no me perdonarás.

—¿Qué dices, Rin?

—Len, Yuma fue el que contrató a Akaito. Pero yo fui la que lo fue a buscar...

La miré a los ojos, estos estaban llenos de lágrimas.

Y comprendí, mi hermana había sido manipulada para hacerme daño a Miku y a mí.

Me levanté de mi cama y me coloqué torpemente un pantalón y una chaqueta.

—¿A-adónde vas?

—¡Un buen kōhai siempre quiere hacer felíz a su senpai! Así que iré donde está ella.

Al hogar de la máfia azul.

(...)

{Narrador Omnisciente}

El sonido de un tenedor sonaba contra el plato principal del almuerzo. Este se hundía en un jugoso filete de cerdo con arroz verde y especias. La persona que comía, bebió de su fina copa, llena de vino añejado por doce años, una delicia, pero que a este le dejó un mal gusto.

—¡Meiko!—Llamó a la líder de las sirvientas. Una castaña de busto de gran tamaño apareció.

—¿Sí, señor?

—¿Miku no va a comer?

—La señorita fue informada del almuerzo y respondió que no tenía hambre, al ofrecer llevarle el almuerzo a su habitación lo negó.
Si se me deja comentar, me preocupa que la señorita no ha comido nada el día de hoy.

—Sí, yo también estoy preocupado.—Respondió.

Kaito Shion apoyó su cuello en la silla y se echó atrás, peinando su cabello con los dedos.

Siempre había pensado que se había equivocado al no criar a su hermana menor como a una joven normal, pero realmente éso le había facilitado las cosas, pues no tenía que pasar por eventos como el que estaba sucediendo en ése momento.

Su hermanita, sufriendo de mal de amores, llegó la noche del jueves llorando y se encerró en su habitación, el dilema era que llevaba tres días ahí.

Él estaba capacitado para asesinar a cualquier persona. Controlar a la máfia más grande de Japón. Y ser un campeón en los negocios, pero no sabía como alegrar a su hermana.

—Dios santo...—Suspiró y se levantó de la mesa, para después dirigirse al cuarto de la menor.

Al llegar, golpeó la puerta, no obtuvo respuesta.

—Miku, soy yo, creo que ya es hora de que salgas de tu habitación.—Habló.—No sé que rayos te hizo ese mocoso de quinta, pero si tú quieres, lo voy a castigar.

Sólo se oyeron más sollozos.

—N-no le hagas nada a Len.—Dijo una temblorosa voz.

Kaito golpeó la puerta por su frustración. Si su hermana menor, la misma que a sus diez años ya había obtenido un cinturón negro en karate, estaba de esa forma por su novio, entonces el amor era la arma más letal.

—No le haré nada al mocoso, pero sal por favor, Miku.—Rogó.—Me duele el que estés encerrada ahí.

Hubo silencio.

Y la puerta se abrió. De ella salió una Miku con los ojos enrojecidos e hinchados, el cabello hecho un desastre y suelto.

—H-hermano.—Abrazó al peliazul y este intentó consolarla.—Soy la peor senpai de la historia.

—Claro que no, Miku, sólo dime que pasó.

La peliaqua le contó todo y Kaito comprendió. Hatsune se sentía culpable de no poder haber ayudado a Len, y pensaba que no lo merecía.

—Creo que necesitas hablar de esto con alguien, llamaré a Luka, tú ve a darte un baño. Te aseguro que tu día mejorará.

Y como el mafioso había avecinado, unos minutos después, parado frente a la cerca de protección de la Mansión Azul, se hallaba un rubio de ojos distintos.

—¡Voy por ti, Miku-Senpai!

Hola, ¿Qué tal su vida? Les contaré que acá en Chile hubo un terremoto, y como estaba en una zona marítima, me hicieron evacuar por riesgo de tsunami. Divertido, ¿No?

Hablemos del capítulo, nuestro mafioso favorito volvió, y ahora pareciera que es un mejor hermano. Miku está depre y Len descubrió los planes de separarlos. Pero su amor es tan fuerte que nada puede derrotarlos, ¿O no?

Los dejo con la intriga.

Adiós.

22/01/19

¡Miku-Senpai!┆LenKuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora