29: Senpai Perfecta.

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El cuerpo mojado de Miku-Senpai me abrazaba.

Me rogaba que no la abandonara. Como si yo fuese capaz de eso.

—Nunca la dejaría, Miku-Senpai.—Dije y correspondí su abrazo.—Usted es mi razón de vivir.—Sequé una de las delicadas lágrimas que caían de sus ojos.—Vamos, entremos, se enfermará si sigue aquí.

La hice pasar, prendí la estufa y cerré las cortinas.

—Si quiere puede darse una ducha con agua tibia, para calentarse.

—Está bien.

Señalé el baño.

—Hay toallas dentro, demórese todo lo que necesite.

Ella entró al baño, yo corrí a mi habitación y busqué en mi armario. Necesitaba ropa para Miku-Senpai, finalmente escogí un chaleco que seguramente le quedaría grande y un pantalón de pijama.

Ahora venía lo complicado, entrar al baño y dejarle la ropa.

Golpeé la puerta, avisando mi llegada.

—Miku-Senpai, le traje ropa.—Abrí la puerta y sentí el vapor golpear mi rostro.

Pensé que un poco más allá estaría mi bella novia, en paños menores o desnuda...

Me pegué una cachetada, no era momento para pensar en eso.

Me movía con los ojos cerrados. Caminaba dudoso de mis pasos. Debido a esto, choqué con algo y me sentí caer.

Pero alguien me sujetó.

—Más cuidado, pequeño sol.

La aquamarina me sujetaba del brazo. Sólo la tapaba una toalla.

Mis mejillas ardían.

Me solté bruscamente de su agarre.

—T-tenga.—Dije, le entregué la ropa e huí de la habitación.

(...)

Me encontraba sentado en el sillón.

Miku-Senpai se hallaba secando el pelo en el baño.

Había preparado algo de té, en aquel momento me tomaba una taza.

Necesitaba relajarme, de seguro había quedado como un pervertido.

—Len...—Habló la ojiaqua; llegando a sentarse a mi lado, le ofrecí una taza de té.—Gracias.

—Perdón por entrar al baño.—Dije tan avergonzado que no me atreví a mirarla a la cara.

Ella tomó mi mentón y me obligó a mirarla a los ojos.

Aquellos orbes aquamarinos que tanto amaba.

—No fue tu culpa caerte, aunque entrar a ojos cerrados no fue lo más seguro.

—No quería romper su privacidad.

—No serías la primera persona que me ve desnuda.—Confesó.—No me malentiendas, pero me cuidaron muchas personas durante mi infancia.

—Entiendo...

Se hizo el silencio.

Ella con delicadeza dejó su taza y la mía en la mesa de centro y se acurrucó en mí.

Mis manos comenzaron a acariciar su cabello suelto.

—¿Por qué llego de esa forma?

—Huí de casa.—Dijo.—Tuve una pelea con Kaito y vine a acá.

—No sé, pero tengo el presentimiento de que yo fui el responsable de esa disputa.

—A Kaito no le gusta que seas mi novio.

—No me había dado cuenta.—Contesté sarcástico.

—Te dijo debilucho y me molesté, por eso escapé. Hice lo que haría cualquier adolescente normal de 17 años. 

—Nunca ha sido normal.—Hablé. Miku-Senpai me miró molesta.—Me refiero a que usted es mejor que cualquier joven de 17 años.

Ella suspiró.

—Creo que me gustaría ser completamente normal. Una adorable y amable vicepresidenta que regala galletas, es la novia del capitán de fútbol y porrista.

—Me gusta como eres.

Miku-Senpai me miró atenta.

—Me gusta que seas la ruda y valiente vicepresidenta, desinteresada de los deberes. Eres buena amiga, cariñosa, confiable, eres perfecta, no tengo ídea de porqué estás conmigo.

—Quizás porque la senpai perfecta necesita al kōhai perfecto.

07/11/18

¡Miku-Senpai!┆LenKuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora